La alargada sombra de cuatro expresidentes de Francia
Macron trata de redefinir el papel exterior de su pa¨ªs mirando a sus antecesores en el cargo
El debate puede parecer doctrinal, pero tiene implicaciones en el papel que una potencia media como Francia puede jugar en el mundo. ?Neoconservadurismo? ?O gaullo-mitterrandismo? Esta es la terminolog¨ªa que el nuevo presidente, Emmanuel Macron, usa para definir el campo de la discusi¨®n en la pol¨ªtica exterior francesa. ¡°Conmigo, se acabar¨¢ una forma de neoconservadurismo importado en Francia desde hace 10 a?os¡±, dijo Macron el mes pasado a EL PA?S y otros siete medios europeos. ?A qu¨¦ se refer¨ªa con este t¨¦rmino? El neoconservadurismo designa al grupo de intelectuales y estrategas norteamericanos, muchos con or¨ªgenes en la izquierda de mediados de siglo, que dise?aron y promovieron la invasi¨®n de Irak en 2003. Cuando Macron habla de neoconservadurismo, seguramente se refiere a la doctrina, suscrita por los neoconservadores, pero no solo, partidaria de intervenciones militares en el extranjero para promover la democracia en otros pa¨ªses. Y lo identifica con sus antecesores inmediatos, Nicol¨¢s Sarkozy y Fran?ois Hollande.
Eso es para Macron el neoconservadurismo, y a ¨¦l opone otra doctrina, el gaullo-mitterrandismo, inspirada en el general De Gaulle y Fran?ois Mitterrand. Macron no lo formula exactamente as¨ª, pero el gaullo-mitterrandismo consistir¨ªa en reafirmar la autonom¨ªa internacional de Francia y rechazar el cambio de r¨¦gimen por la v¨ªa militar.
La realidad es m¨¢s compleja. De Gaulle, pese a la ret¨®rica de la grandeur y la independencia, estuvo con EE?UU en momentos clave como la crisis de los misiles en Cuba. Y Mitterrand apoy¨® a Washington durante los debates sobre los euromisiles en los ochenta, y particip¨® en la guerra del Golfo de 1991. Ni De Gaulle y Mitterrand eran estrictamente gaullo-mitterrandianos, ni Sarkozy y Hollande neoconservadores. Y tampoco Macron propone un giro brusco, sino una correcci¨®n en una pol¨ªtica exterior particular. La de un pa¨ªs que se siente en declive pero que, desde De Gaulle, ha hecho valer una influencia superior a lo que probablemente sea su peso real.
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