Bajo el volc¨¢n
Sumatra se llena de m¨¢scaras de gas tras una erupci¨®n que llena la isla de humo, cenizas y gas, aunque no causa ning¨²n herido
El volc¨¢n Sinabung, en la isla de Sumatra, expuls¨® el pasado 2 de agosto una columna de humo, cenizas y gas de 4,2 kil¨®metros de altura. Aunque no hay heridos, las autoridades han recomendado a los habitantes de la zona el uso de m¨¢scaras. El volc¨¢n llevaba 400 a?os dormido, pero en 2010 volvi¨® a mostrar actividad.
Por suerte, no es una de las erupciones m¨¢s violentas de la historia. Por ejemplo, la de la isla de Krakatoa, tambi¨¦n en Indonesia, provoc¨® en 1883 miles de muertes. Dos tercios de la isla desaparecieron, las explosiones se oyeron a 150 kil¨®metros de distancia y los tsunamis llegaron a Sud¨¢frica. Los efectos se notaron durante meses: los anocheceres aparecieron m¨¢s rojizos y la luna se vio de color azulado en todo el mundo. La temperatura media en el hemisferio norte cay¨® en torno a un grado el a?o siguiente.
M¨¢s: ha habido cinco grandes extinciones. La tercera, la del P¨¦rmico, supuso la desaparici¨®n de en torno al 90% de todas las especies vivas. No est¨¢n claras las causas, pero es posible que fuera a consecuencia de actividad volc¨¢nica masiva en Siberia. Se expuls¨® una cantidad ingente de di¨®xido de carbono a la atm¨®sfera que calent¨® el planeta y acidific¨® los oc¨¦anos. Fue hace unos 250 millones de a?os y a la Tierra le cost¨® al menos otro mill¨®n de a?os comenzar a recuperarse. Pero se recuper¨®. De hecho, se ha recuperado de otras dos extinciones m¨¢s y se recuperar¨¢ de una sexta, la causemos nosotros o no.
Est¨¢ bien recordar de vez en cuando que somos mucho m¨¢s insignificantes de lo que creemos y seguimos rodeados de peligros ante los que apenas podemos reaccionar. El caso es que seguimos creyendo que somos una amenaza, aunque no nos damos cuenta de que lo somos, sobre todo, para nosotros mismos: s¨ª, podemos hacer mucho da?o, pero la Tierra (y la vida) acabar¨ªa recuper¨¢ndose de un desastre nuclear, del cambio clim¨¢tico o de la pr¨®xima barbaridad que se nos ocurra.
Tiene tiempo: al Sol le quedan unos 5.000 millones de a?os. A nosotros probablemente menos.
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