Escalofr¨ªo de leer a Manuel Chaves Nogales
No era un profeta. Era un periodista. Y como tal olfateaba en el recuento sangriento de la realidad la agon¨ªa de Francia, el malestar de Espa?a
Manuel Chaves Nogales era un periodista, no un profeta. Pero el 29 de octubre de 1938, exiliado en Francia, public¨® estas palabras en Le Nouvelle Europe (recogido en La Espa?a de Franco, Almuzara, 2012): ¡°Franco significa la guerra y nada m¨¢s que la guerra: hoy, la Guerra Civil; ma?ana, la guerra europea¡±. El mundo, reunido en M¨²nich para repartirse el futuro, hab¨ªa decidido dejar a su suerte el porvenir de una Espa?a desgarrada por la guerra que ya se sab¨ªa de qu¨¦ lado iba a caer, del lado de los fascistas.
Ante la evidencia, el periodista sevillano, que se hab¨ªa ido de su pa¨ªs durante la contienda, convencido de que las dos Espa?as le iban a helar el coraz¨®n, escribi¨® este epitafio del futuro: ¡°Se le va a entregar a Franco la victoria sobre el pueblo espa?ol, una victoria que ni sus tropas ni sus aliados extranjeros han sabido conseguir¡±.
Y prosigui¨® el que hab¨ªa sido director de Ahora, incautado por un comit¨¦ obrero al amanecer de la contienda: ¡°Este cruel sacrificio de la Rep¨²blica espa?ola se presenta como un nuevo holocausto por la paz europea. Pero, ?se sabe a ciencia cierta lo que significa el triunfo de Franco?¡±. Ya lo hab¨ªa dicho en otros cap¨ªtulos dram¨¢ticos de sus avisos parisienses. Franco no solo significaba la guerra, sino que hab¨ªa sometido su pa¨ªs a los poderes extranjeros, la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, haciendo creer a los espa?oles que su trabajo era patri¨®tico.
Chaves Nogales naci¨® el 7 de agosto de 1897; su carrera fue la de un periodista dedicado al oficio, un escritor, un reportero, un cronista. Cuando el Gobierno republicano dej¨® Madrid, ¨¦l dej¨® Ahora y dej¨® Espa?a, convencido de lo que luego habr¨ªa de ocurrir, asaltado el pa¨ªs por las dos fuerzas, enfrentadas ¡°hasta provocar el terror rojo y el terror blanco o, dicho de otro modo, el com¨²n impulso homicida que fomentaba la impunidad en uno y otro bando¡±.
Esa invocaci¨®n sobre el origen y el destino de aquella Espa?a enfrentada se hace desde el exilio, pr¨®ximo el fin de la guerra. Y tiene su prolongaci¨®n en La agon¨ªa de Francia (Libros del Asteroide, 2010), donde narra la b¨¢rbara actitud que los franceses muestran ante los derrotados espa?oles, tratados all¨ª como ciudadanos sin destino ni presencia. Al fin y al cabo, ese libro es la continuaci¨®n, desesperada, de aquella predicci¨®n que firm¨® en octubre de 1938: el desastre de Espa?a, que fue el triunfo de Franco, abr¨ªa las puertas a la guerra en Europa, y esas consecuencias se estaban viviendo en la Francia convocada a ser pasto de las llamas autoritarias ensayadas mientras se derrotaba en Espa?a a la Rep¨²blica.
No era un profeta. Era un periodista. Y como tal olfateaba en el recuento sangriento de la realidad la agon¨ªa de Francia, el malestar de Espa?a. Muri¨® en 1944 y ahora se le sigue leyendo no solo para saber qu¨¦ pas¨® seg¨²n Chaves Nogales sino para ensayar la comprensi¨®n de lo que siempre nos siempre puede pasar. Da escalofr¨ªo releer a Chaves Nogales.
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