Manuel Chaves Nogales o el humanismo relegado
El periodista sevillano combati¨® sin descanso el ¡°mito b¨¢rbaro del totalitarismo¡± y se opuso al fascismo y al comunismo por igual
¡°En esta ¨¦poca de estrechos y ego¨ªstas nacionalismos el exiliado, el sin patria, es en todas partes un hu¨¦sped indeseable que tiene que hacerse perdonar a fuerza de humildad y servidumbre su existencia¡±. Esta frase, que bien podr¨ªa haber sido escrita hoy, la escribi¨® Manuel Chaves Nogales a principios de 1937, siendo uno de tantos exiliados espa?oles que hu¨ªan de la violencia y la represi¨®n que se hab¨ªa desatado en Espa?a desde los primeros meses de la Guerra Civil. ?l, que escribi¨® que los asesinos no son de derechas ni de izquierdas, sino simplemente asesinos, con los que, adem¨¢s, no quiso tener ninguna solidaridad, pag¨® caro ese lujo: primero con el exilio a Francia, luego con la hu¨ªda a Londres y la separaci¨®n de su familia; y, finalmente, con la muerte y el olvido. El pasado 7 de agosto se cumplieron ciento veinte a?os de su nacimiento. Ninguna instituci¨®n p¨²blica le ha rendido homenaje. Sus restos siguen descansando bajo la hierba en una tumba an¨®nima en Londres, tan ajenos al tr¨¢fago de la actualidad del pa¨ªs al que le dedic¨® su vida, como ¨¦sta lo es a ¨¦l. No obstante, su obra sigue gozando de una vigencia admirable, aunque todav¨ªa no se le ha otorgado toda la importancia que tiene en las letras espa?olas.
Si bien el periodista sevillano no levant¨® un aparato te¨®rico semejante al construido a posteriori por algunos intelectuales europeos cuya juventud corri¨® paralela al auge de los totalitarismos, la Guerra Civil espa?ola y la II Guerra Mundial, podemos encontrar muchas ideas de ¨¦stos prefiguradas ya en la obra de Chaves, publicada en la prensa al mismo paso que el de los acontecimientos que narraba. Por ejemplo, cuando escribi¨® que, ¡°como todo hombre sin imaginaci¨®n, Franco es cruel¡±, estaba dejando de manifiesto, como hab¨ªa hecho tantas veces antes, lo que a?os m¨¢s tarde Hannah Arendt llamar¨ªa la banalidad del mal, esto es, la desproporci¨®n entre el horror del crimen y la mediocridad del criminal: el mal no es ejercido por lo general por esos malvados inteligentes y terror¨ªficos de los dibujos animados, sino por personas como Franco o Eichmann, sujetos inaccesibles a la imaginaci¨®n, la empat¨ªa y el pensamiento complejo.
Escribi¨® que los asesinos no son de derechas ni de izquierdas, sino simplemente asesinos
Por otro lado, Chaves combati¨® sin descanso el ¡°mito b¨¢rbaro del totalitarismo¡± y ridiculiz¨® a los l¨ªderes sovi¨¦ticos, a Hitler y a Mussolini, siguiendo, sin poder saberlo a¨²n, el sendero que luego transitar¨ªa Bertolt Brecht, quien opinaba que a los grandes criminales pol¨ªticos hab¨ªa que abandonarlos al rid¨ªculo. Hab¨ªa que evitar convertirlos en mito, endiosarlos. Y en la tarea de desmitificar, Chaves es un maestro. Y lo es porque no pierde nunca de vista la medida de lo humano. Todas las personas que entran por el crisol de su obra, ya sean reales o realistas, salen con una textura absolutamente humana. Ya sus primeros personajes de cuento, los de las Narraciones Maravillosas, ¡°cuya maravilla no es otra que la de las almas simples ante el absurdo del mundo¡± ¨Che aqu¨ª, por otra parte, prefigurada la silueta de Camus¨C, estaban construidos buscando dar ¡°una sensaci¨®n clara y fuerte de lo humano; lo verdaderamente humano, no sus astutas ficciones¡±.
Esa medida del hombre la aplicar¨¢ Chaves tambi¨¦n a la pol¨ªtica. En esto nos recuerda de nuevo al futuro Camus: cuando en El maestro Juan Mart¨ªnez que estaba all¨ª el periodista sevillano concluye que ¡°acaso no se deba nunca superar la medida de lo humano¡±, est¨¢ dici¨¦ndonos lo mismo que nos dir¨ªa despu¨¦s el escritor franc¨¦s en su ensayo El retorno de Helena, donde nos llamaba a encontrarnos con los griegos cl¨¢sicos, quienes sab¨ªan que traspasar los l¨ªmites de lo humano conllevaba el ineludible castigo de la Erinias, con la destrucci¨®n que ello acarreaba. En ese sentido, Chaves le reprochaba a Francia en la hora de su rendici¨®n ante los nazis que, habiendo sido la ¡°heredera genuina de la civilizaci¨®n greco-latina, cuyo m¨®dulo era el hombre¡±, hubiese seguido a los ¡°hechiceros de la tribu¡± en su culto totalitario. Y ya en 1933, tras haber visitado Rusia, Alemania e Italia, se proclamaba enemigo de todas las dictaduras que en esos pa¨ªses se ejerc¨ªan, porque rebajaban ¡°la dignidad del hombre¡±. Esa dignidad solo ten¨ªa posibilidad, para ¨¦l, de desarrollarse y sobrevivir en un r¨¦gimen: la ¡°Rep¨²blica democr¨¢tica, tolerante y comprensiva¡±.
As¨ª pues, como luego har¨ªan George Orwell o el propio Camus, Chaves Nogales, ¡°peque?o burgu¨¦s liberal, ciudadano de una rep¨²blica democr¨¢tica y parlamentaria¡±, conden¨® el fascismo y el comunismo por igual, pero a?os antes de que ¨¦stos y otros escritores, por su edad o por su falta de prudente escepticismo, tuvieran ocasi¨®n de hacerlo. Esa ecuanimidad, mantenida hasta el final en una ¨¦poca que a¨²n hoy suscita pasiones extremas, le ha costado d¨¦cadas de olvido. ?Cabr¨ªa pensar en un destino semejante para Orwell o Camus? Quiz¨¢ si hubiesen sido espa?oles.
Javier Avil¨¦s es periodista.
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