Radicalismo isl¨¢mico en Catalu?a: Por qu¨¦, y qu¨¦ podemos hacer
Debemos prevenir la radicalizaci¨®n, ense?ando un islam tolerante para que los ni?os no lo aprendan de imanes sospechosos
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El problema del radicalismo isl¨¢mico en Catalu?a no es ninguna novedad para quien haya estado prestando atenci¨®n. En 2015 un estudio del Real Instituto Elcano revelaba que all¨ª fueron detenidos cuatro de cada diez condenados por delitos relacionados con el terrorismo yihadista en Espa?a entre 2004 y 2012. En julio de 2016 los peri¨®dicos se hicieron eco de la preocupaci¨®n de los Mossos sobre el hecho de que una de cada tres mezquitas catalanas est¨¢ en manos de los salafistas. ?Por qu¨¦, entonces, no se ha hecho m¨¢s al respecto?
Algunos apuntan a motivos pol¨ªticos. Los independentistas catalanes estar¨ªan tolerando, incluso cultivando, a ciertas organizaciones musulmanas a fin de obtener su colaboraci¨®n en el proceso soberanista. El argumento no es il¨®gico. En Catalu?a viven m¨¢s de medio mill¨®n de musulmanes, de los cuales m¨¢s de un tercio son espa?oles. Un grupo demogr¨¢fico nada desde?able, sobre todo en un contexto en el que las cifras a favor y en contra de la independencia est¨¢n bastante igualadas. Y los pol¨ªticos catalanes no son menos dados al cortoplacismo irresponsable que los dem¨¢s.
Una explicaci¨®n m¨¢s plausible, que no solo se aplica al caso catal¨¢n, es el miedo a acusaciones de islamofobia. Y es que adem¨¢s de utilizarse para el que ser¨ªa un prop¨®sito leg¨ªtimo ¨Cdenunciar la xenofobia contra los musulmanes¨C, el t¨¦rmino tambi¨¦n es un arma arrojadiza contra quien formula cualquier cr¨ªtica del islam. El parad¨®jico resultado es que solo lo hacen aquellos que no temen ser tachados de xen¨®fobos, porque lo son, y as¨ª monopolizan el debate sobre el islam, mientras la ¡°correcci¨®n pol¨ªtica¡± domina el discurso oficial. Esto contribuye a explicar el crecimiento de la extrema derecha en varios pa¨ªses de nuestro entorno.
No es xen¨®fobo denunciar que existen las lecturas problem¨¢ticas del islam que presentan una amenaza. Los que las propagan buscan captar a un perfil que, por desgracia, no es excepcional entre los musulmanes, sobre todo inmigrantes recientes como los que acuden a Catalu?a buscando trabajo: desempleados o subempleados, socialmente marginalizados, con bajo nivel de educaci¨®n¡ Les proporcionan todas las respuestas, que supuestamente se encuentran en el Cor¨¢n; les hacen sentirse superiores a aquellos por los que se sienten rechazados, que ser¨ªan seres amorales condenados al infierno; y, en ocasiones, les ofrecen la oportunidad de vengarse de agravios reales o imaginarios, y redimir sus propios pecados.
Debemos, pues, denunciar esas lecturas problem¨¢ticas ¨Ctanto el literalista salafismo como el politizado islamismo¨C y actuar decisivamente contra los que las difunden, usando, por ejemplo, la legislaci¨®n que criminaliza la incitaci¨®n al odio. Y detener sus v¨ªas de financiaci¨®n, que a menudo parten del Golfo P¨¦rsico. Y prevenir la radicalizaci¨®n, ense?ando en nuestras escuelas un islam tolerante y ¡°europeo¡±, para que los ni?os no tengan que aprenderlo de imanes que vienen de sociedades muy diferentes; y promoviendo activamente la integraci¨®n, en lugar de abandonar a los j¨®venes en guetos donde no tienen nada mejor que hacer que fumar hach¨ªs y ver propaganda yihadista online.
No es suficiente reaccionar cuando el problema nos explota en la cara, y exigir que nuestros conciudadanos musulmanes denuncien el terrorismo, o insistir que el islam es paz. Entre todos, debemos tomar medidas concretas contra las manifestaciones del islam incompatibles con la integraci¨®n y la convivencia para evitar que degeneren en m¨¢s atentados.
Ana Soage es profesora de Ciencias Pol¨ªticas en Suffolk University y analista especializada en asuntos relacionados con Oriente Medio y el islam pol¨ªtico.
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