Ruinas
Cuando una aldea desaparece, desaparece parte de nuestro pa¨ªs; cuando una lengua o tribu desaparecen desaparece parte de la humanidad entera
A partir de los a?os cincuenta, cuando comenz¨® en Espa?a el ¨¦xodo del campo a la ciudad, cientos de pueblos han desaparecido o se han convertido en fantasmas al modo de la Comala de la novela Pedro P¨¢ramo, del mexicano Juan Rulfo. Se calcula que en nuestro pa¨ªs son ya m¨¢s de 3.000 los n¨²cleos deshabitados del todo y que en los pr¨®ximos a?os otros tantos lo ser¨¢n tambi¨¦n.
Nuestro particular modelo de desarrollo, aquel llamado desarrollismo que en el franquismo favoreci¨® la industrializaci¨®n de cuatro o cinco regiones olvidando al resto, conden¨® a varias de ellas, sobre todo a las de la meseta, a la despoblaci¨®n. La gente hu¨ªa hacia las ciudades, en especial hacia las m¨¢s favorecidas por el r¨¦gimen, curiosamente entre ellas algunas de las que m¨¢s se quejan de ¨¦l, que era donde hab¨ªa trabajo, y as¨ª miles de aldeas de Arag¨®n, de las dos Castillas, de Extremadura, de Le¨®n, del interior de Galicia y de Andaluc¨ªa fueron quedando deshabitadas, desapareciendo incluso muchas de ellas. El espect¨¢culo de sus ruinas tomadas por la maleza est¨¢ al alcance de todos.
Durante mucho tiempo, no obstante, el fen¨®meno solo le interes¨® a los originarios de esos lugares y a cuatro o cinco rom¨¢nticos para los que las aldeas abandonadas constitu¨ªan toda una met¨¢fora de la vida. Han tenido que pasar bastantes a?os para que una serie de libros junto con la agudizaci¨®n del proceso de despoblaci¨®n de la Espa?a interior hayan logrado que los peri¨®dicos espa?oles le presten cierta atenci¨®n, no mucha. EL PA?S, por ejemplo, le ha encargado a Sergio del Molino, autor, aparte de un libro de referencia sobre el fen¨®meno, de un t¨¦rmino, la Espa?a vac¨ªa, que ha hecho fortuna medi¨¢tica, la redacci¨®n de una serie de reportajes que est¨¢ publicando este mes de agosto que ponen el foco sobre esa tragedia despu¨¦s de d¨¦cadas ignor¨¢ndola por completo. Bien est¨¢ que se haga si no es una moda m¨¢s y, sobre todo, si sirve para ayudar a hacer visible un problema que afecta a todos los espa?oles, no solo a quienes lo sufren directamente. Porque cuando una aldea desaparece, desaparece parte de nuestro pa¨ªs como cuando una lengua o tribu desaparecen, desaparece parte de la humanidad entera. Lo dijo Rulfo por boca de su protagonista: ¡°Hay un camino que va para Contla y otro que viene de all¨¢¡±.
Que, como con la memoria hist¨®rica, se haya llegado tarde a interesar a los espa?oles por el problema de la despoblaci¨®n no debe impedirnos alegrarnos de que por fin se est¨¦ consiguiendo, siquiera sea por desagravio a los perjudicados por ella, puesto que para remediarlo har¨ªan falta mucho m¨¢s que reportajes y art¨ªculos como este.
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