Soy el santo Job

Me encuentro en pleno rodaje de una serie (en la que hago de superdotado) y hace poco protagonic¨¦ una divertida peripecia que quiz¨¢s fue malinterpretada. Es por eso que me veo obligado a escribir esta carta abierta dirigida al equipo.

Queridos compa?eros:

La otra tarde, no s¨¦ si os acordar¨¦is, pero en medio de una toma pegu¨¦ la espantada, aparentemente sin motivo, y me encerr¨¦ en mi rulot tras un portazo. Es posible que alguno de vosotros, al acercar la oreja a la puerta, oyerais gemidos, sollozos, cosas que se romp¨ªan¡­ pero eso era porque estaba escuchando el ¨²ltimo disco de Bj?rk. Pudo parecer mi actitud impulsiva, fruto de un arrebato, pero lo cierto es que, como se suele decir, la gota hab¨ªa colmado el vaso. No lo dije, porque yo soy mucho de aguantar y quiz¨¢s ese es mi principal defecto: no quejarme. Os cuento. Nada m¨¢s llegar un muchachete de producci¨®n, seguro que sin mala intenci¨®n, me abord¨® por la espalda y despu¨¦s me mir¨® directamente a los ojos.

Mientras me microfonaban, tuve que escuchar como el t¨¦cnico de sonido, que para m¨¢s inri luc¨ªa un tatuaje tribal en un brazo, rimaba: ¡°hambre¡± con ¡°calambre¡±, ¡°gusto¡± con ¡°arbusto¡±, ¡°fin¡± con ¡°Seraf¨ªn¡±¡­ etc¨¦tera.

Aunque estaba listo a la hora convenida, esper¨¦ m¨¢s de veinte minutos al Sol a que estuviera preparado el plano (no entiendo como habiendo tanta gente trabajando se tarda tanto) y aunque hubo una chica conmigo sujet¨¢ndome la sombrilla, en m¨¢s de una ocasi¨®n me roz¨® la cabeza con una de las varillas. Si finalmente no se arruin¨® mi peinado fue porque Dios no lo quiso.

Y cuando por fin estaba colocado en mi marca, a mi lado se situ¨® un extra que vest¨ªa una camiseta de tirantes de rayas marineras combinado con unos pantalones piratas de cuadros. No exagero si digo que ese dislate estil¨ªstico me provocaba un zumbido: no lo pude soportar.

Comprend¨¦is ahora mi reacci¨®n, ?no?