¡®Juego de tronos¡¯

Juego de tronos es una de las mejores series de la historia de la televisi¨®n. Pero es, en esencia, todo eso que sucede cuando aparecen los cr¨¦ditos finales. Los seri¨¦filos se dividen entre los que son capaces de guardar silencio virtual en ese justo momento y los que no. A los segundos solo les puedo dedicar, parafraseando a Enrique Vila-Matas, bombas mentales. Voy, entonces, con los respetuosos.

Por cuestiones que no vienen al caso, vi los dos ¨²ltimos cap¨ªtulos de la ¨²ltima temporada seguidos, m¨¢s de una semana tarde y en compa?¨ªa de una pareja de amigos. Ninguno de los cuatro que est¨¢bamos en mi sal¨®n ten¨ªamos el m¨®vil cerca. Nos dedicamos en exclusiva a mirar a la televisi¨®n. Rara avis. Alguna vez le dimos al pause para indignarnos. Otras veces para re¨ªrnos y emocionarnos.

Cuando termin¨®, nos sentimos un poco hu¨¦rfanos, como cada a?o que pasa en Poniente. Despu¨¦s, se organiz¨® un debate. Nos imaginamos todas esas teor¨ªas que demasiados convierten en spoilers. Pusimos a prueba siete a?os de memoria. Y nadie m¨¢s que nosotros cuatro se enter¨®. Aun as¨ª, nos fuimos contentos a la cama. Y al d¨ªa siguiente segu¨ªamos igual de satisfechos.

Olvid¨¦ mi desdicha. No fui capaz de ver virgen esos dos episodios. No es que sea adicta a las redes sociales (tal vez un poco s¨ª), lo que sucede es que mi trabajo sin Internet no existir¨ªa. Todas las horas de mi vida que dedico a currar las tengo que compartir con esos desalmados incontinentes. A los que solo les sirve Internet para desahogarse.