Unguja y Pemba, las dos islas de Zanz¨ªbar, est¨¢n a unos 80 kil¨®metros mar adentro del pa¨ªs al que pertenece: Tanzania. Y necesitan el turismo. Representa un 27% de su PIB y genera unos 50.000 empleos directos y otros 150.000 indirectos. Entre 1984 y 2014 pas¨® de 20.000 a m¨¢s de 300.000 visitantes. Y pretenden llegar al medio mill¨®n en 2020. En la imagen, el due?o de una tienda de comestibles en la playa de Nungwi, en el norte de Unguja, descansa a la sombra. Al fondo, puestos de recuerdos gestionados por masais y destinados a los turistas que visitan este lugar.Lola HierroA pesar de los esfuerzos del Gobierno, el sector tur¨ªstico tiene pocos v¨ªnculos con la econom¨ªa local y, por tanto, un impacto limitado en la reducci¨®n de la pobreza. La pesca es otra de las principales actividades econ¨®micas. Los pescadores se benefician del turismo porque pueden vender m¨¢s mercancia a los hoteles . En la imagen, cuatro pescadores recogen amarras tras un d¨ªa de trabajo en Nungwi.Lola HierroLos turistas que pasan sus vacaciones en Zanz¨ªbar esperan encontrar aguas turquesa y arena blanca, como en la imagen, pero no es oro todo lo que reluce. M¨¢s all¨¢ de la primera l¨ªnea de playa donde se ubican todos los hoteles de lujo, la poblaci¨®n no tiene para comer. En Zanz¨ªbar, la mitad de la poblaci¨®n vive por debajo del umbral de la pobreza.Lola HierroEste es el pueblo de Uroa, en Unguja. En ¨¦l se han instalado siete 'resorts' de lujo que han alterado la vida tradicional: sus habitantes han ganado la oportunidad de vender materia prima como pescado y verduras a los hoteles, pero han perdido el acceso directo a la playa, mantienen alg¨²n conflicto por el uso del terreno y est¨¢n viendo c¨®mo los alrededores se llenan de suciedad.Lola HierroSuleyman, de 35 a?os y pescador, cuenta que su familia vive del mar. Su esposa recoge algas y gracias a estas dos actividades alimentan y visten a sus cuatro hijos. ?l tiene un bote propio y sale cada ma?ana con su hermano a las cinco o seis de la ma?ana. Captura changos, atunes y lo que pille. Gana unos 11 euros al d¨ªa. "Nadie se sentir¨ªa satisfecho con lo que gano, me da para sobrevivir con mi familia, pero no para vivir con holgura".Lola HierroEstamos de vuelta en el vertedero de Kigwenga, en el Este de la isla de Unguja. A solo cuatro kil¨®metros de varios hoteles. En el archipi¨¦lago, y sobre todo en la isla de Unguja, se generan entre 250 y 300 toneladas de residuos a diario, cuando hace 10 a?os no llegaba a la mitad. Solo se recoge el 60%.Lola HierroEl vertedero de Kigwenga es uno de los al menos 30 que existen en el norte de Unguja, seg¨²n datos de Zanrec, una empresa privada de capital noruego y sueco que se dedica a ofrecer servicios de recogida y procesamiento sostenible de residuos. No se ve el final de este paisaje, que llega hasta donde alcanza la vista. Botellas de vino, champ¨¢n y otros alcoholes, zapatillas de felpa de las que proporcionan gratis a sus clientes los hoteles caros, multitud de botes de pl¨¢stico vac¨ªos de loci¨®n solar, cartones de leche, restos de comida pudri¨¦ndose al sol y llenos de moscas... Hasta facturas y otros documentos con el membrete de diversos establecimientos y con informaci¨®n sensible, como n¨²meros de tarjetas de cr¨¦dito. ¡°Est¨¢ claro que este tipo de basura no la genera la poblaci¨®n local, que no tiene acceso a muchos de estos productos ni costumbre de usarlos¡±, asevera Justin. Justin empleado de esta compa?¨ªa, es zanzibarino, como el 95% de la plantilla.Lola HierroUna vaca rebusca entre la basura de Kigwenga algo de comer. Zanrec denuncia que los grandes hoteles no realizan una gesti¨®n responsable de su basura. "Pagan en torno a 100 d¨®lares al mes a vecinos que la recogen con su camioneta", describe su responsable. Estos camioneros tiran todos los residuos en vertederos como ¨¦ste.Lola HierroZapatillas con el membrete de diversos hoteles de la zona, en el vertedero de Kigwenga, donde se cuentan por cientos. Zanrec sostiene que es muy dif¨ªcil impedir estas pr¨¢cticas porque ni las empresas ni los recogedores espont¨¢neos de basura admiten este pacto. "Nadie quiere hablar: los hoteles no reconocen que ensucian la isla, los camioneros no quieren revelar qui¨¦nes son sus clientes por miedo a perder el trabajo. Pero vertederos como ¨¦ste no paran de aumentar".Lola HierroZanrec posee una planta de procesamiento de residuos. En ella, separan pl¨¢stico, metal, cristal y res¨ªduos org¨¢nicos. Reciben entre y 12 toneladas de basura al d¨ªa.Lola HierroEsta imagen ilustra otro de los problemas en Zanz¨ªbar. El hotel del fondo construy¨® ese saliente en la playa para aumentar su zona ajardinada. Esto ha producido que el mar penetre m¨¢s en la playa y que el agua haya llegado hasta en dos ocasiones hasta el antiguo cementerio musulm¨¢n situado a pocos metros. En dos ocasiones los vecinos presenciaron, horrorizados, c¨®mo los restos ¨®seos de sus antepasados emerg¨ªan del interior de la tierra, removida por el agua.Lola HierroLos vecinos de Uroa est¨¢n construyendo otra pared de un metro de altura donde la playa deja paso a la vegetaci¨®n, para que el agua no entre m¨¢s. ¡°Lo estamos haciendo sin ayuda de nadie porque el Gobierno no nos escucha y el hotel no quiere ni reunirse con nosotros¡±, sostiene Suleyman, otro vecino de 63 a?os que lleva toda la ma?ana poniendo cemento y piedras con otros cinco obreros. En la imagen, el muro a medio terminar.Lola HierroSaturnino tiene 35 a?os y es de Arusha, una ciudad a los pies del monte Kilimanjaro. Ha preferido la isla al continente porque el trabajo es "un poco mejor", asevera. Dependiente en una tienda de recuerdos para turistas en la playa de Uroa, no tiene sueldo fijo. "Gano el 20% de lo que vendo", cuenta. Vive en la tienda para no pagar un alquiler y trabaja desde las seis de la ma?ana hasta las ocho de la tarde.Lola HierroDos j¨®venes transportan una manta raya frente a la lonja de Uroa.Lola HierroEn la arena, los ni?os descaman los pescados con afilados cuchillos o apalean pulpos para que no se queden tiesos. Es el d¨ªa a d¨ªa en Uroa.Lola HierroUn turista ayuda a unos pescadores de Uroa a sumergir una enorme barcaza de pesca en el mar.Lola HierroEn la lonja se escucha el griter¨ªo de los vendedores subastando la mercanc¨ªa y los compradores elevando la oferta, y se encuentran espec¨ªmenes marinos ¨²nicos, como morenas y calamares gigantescos, casi de novela de ciencia ficci¨®n.Lola HierroEjemplos del pescado que se vende en la lonja de Uroa. Un pescador gana unos once euros de media al d¨ªa.Lola HierroUnos pescadores, en la lonja de Uroa. Para ellos, lo que antes era un camino recto desde la puerta de su casa y sin obst¨¢culos, ahora se ha convertido en un paseo de cinco minutos en bici o diez andando, en busca de alg¨²n pasillo despejado entre los hoteles construidos en la costa.Lola HierroUna recogedora de algas vuelve a la orilla despu¨¦s de una jornada de trabajo. Ellas secan y venden las algas, pero ganan menos que los pescadores.Auni y Moodi navegan de vuelta a Nungwi en su barco 'Hope'. Son kenianos y han hecho negocio en Zanz¨ªbar: utilizan su barco para llevar y traer de paseo a turistas.Lola Hierro