Juez y prensa
Am¨¦rica Latina es la regi¨®n m¨¢s letal del planeta para la prensa. La respuesta a la represi¨®n y el castigo es en ocasiones evitar la calle y hacer periodismo de escritorio. La mayor¨ªa de los Gobiernos sue?a con amaestrar a los medios
El hombre se acerca a un destartalado estanquillo habanero y compra el ¨²ltimo ejemplar del peri¨®dico Granma, el ¨®rgano oficial del ¨²nico partido permitido. La situaci¨®n, extrema como casi todo lo que ocurre en Cuba, es solo una peque?a parte de las tensiones que vive el periodismo en Am¨¦rica Latina, la regi¨®n m¨¢s letal del planeta para la prensa.El continente, donde varios de los patricios que impulsaron la independencia ejercieron tambi¨¦n la profesi¨®n period¨ªstica, se ha transformado en un lugar hostil para los reporteros. Ahora, cada palabra escrita puede llevar a su autor a los tribunales o, incluso, a la muerte.
En muchos de nuestros pa¨ªses, las familias prefieren que sus hijos se conviertan en funcionarios o en mareros, antes de que conformen la carne de ca?¨®n de un peri¨®dico. ¡°Vas a terminar bajo tierra¡±, ha repetido la madre de una reportera salvadore?a cuando la descubre buscando datos o armando las piezas de una investigaci¨®n.
Otros art¨ªculos de la autora
A falta de instituciones s¨®lidas, a la prensa se le ha adjudicado indebidamente el papel de fiscal, defensor del pueblo y contralor¨ªa. Con los riesgos que esto acarrea. Ese papel trasciende los l¨ªmites de la profesi¨®n y ha creado excesivas expectativas entre los lectores. Antes eran los redentores o los caudillos los que ven¨ªan a salvar a una naci¨®n, ahora muchos esperan que ese ser h¨ªbrido ¡ª¨Cmezcla de kamikaze y periodista¡ª est¨¦ dispuesto a inmolarse.
Los escenarios m¨¢s oscuros que encuentran en su camino los informadores se hallan justo all¨ª donde reina la impunidad o el populismo. Son ellos el blanco de los insultos o de las balas en pa¨ªses donde las democracias fallan y la inseguridad impera. Ninguna se?al es tan clara de que un sistema ha naufragado en una deriva autoritaria o que se ha convertido en un Estado fallido como la manera en que ¨¦ste trata a la prensa.
Revelador resulta que all¨ª donde la institucionalidad est¨¢ de capa ca¨ªda los peligros que deben sortear los reporteros son mayores. Un sistema que no puede proteger a sus ciudadanos empezar¨¢ por dejar desasistidos a los que informan.
La Venezuela de Nicol¨¢s Maduro, la Cuba de Ra¨²l Castro o la Nicaragua del trasnochado Daniel Ortega son algunos de los puntos geogr¨¢ficos donde contar la realidad significa exponerse a represalias desde el poder, pero la lista de territorios adversos a la investigaci¨®n period¨ªstica re¨²ne a muchas m¨¢s naciones en el ¨¢rea. En M¨¦xico los grupos criminales ven en el periodismo un enemigo m¨¢s letal que los operativos militares.
Mal pagados, peor valorados y con jornadas laborales que no conocen l¨ªmites, buena parte de los periodistas latinoamericanos siente que la ilusi¨®n que los llev¨® a acercarse a una profesi¨®n tuvo m¨¢s de espejismo que de realidad. A esa conclusi¨®n no han llegado solo por falta de est¨ªmulos profesionales ¡ªy materiales¡ª sino especialmente debido a la coacci¨®n.
La reproducci¨®n acr¨ªtica de las declaraciones oficiales se complementa con las genuflexiones
La respuesta defensiva ante la represi¨®n y el castigo ha sido ¡ªen muchos casos¡ª evitar la calle, hacer un periodismo de escritorio o apelar a los grandes males que el reci¨¦n fallecido maestro Miguel ?ngel Bastenier describi¨® como ¡°declaracionitis, oficialismo, hiperpolitizaci¨®n y omisi¨®n internacional¡±.
La reproducci¨®n acr¨ªtica de las declaraciones oficiales en el ins¨ªpido ambiente de una conferencia de prensa se complementa con las genuflexiones al oficialismo, porque justo por ¡°all¨¢ arriba¡± se reparten las credenciales de prensa para el pr¨®ximo evento, se administran los privilegios y se subastan los cargos en los medios p¨²blicos.
El exceso de pol¨ªtica se expresa tambi¨¦n con esa retahila de relatos sobre las interioridades de los palacios de Gobierno en lugar de acercarse a las historias humanas. Una prensa que vive de las entra?as partidistas y de las pugnas entre figuras se ha apoderado de la escena medi¨¢tica. ¡°El aldeano vanidoso¡± del que hablaba Jos¨¦ Mart¨ª descubre el agua tibia en medio del oc¨¦ano de necesidades que padece Am¨¦rica Latina. Vivir de espaldas al otro ha sido una forma de protegerse y de reproducir en la plana de los peri¨®dicos lo que a escala diplom¨¢tica ocurre entre las naciones de este continente: tan afines y tan separadas.
Sin embargo, la mayor afectaci¨®n que trae la represi¨®n es el retraimiento, el encerrarse en la burbuja de cristal de una Redacci¨®n y escribir a distancia. Los reporteros de pantalla y teclado pululan por todas partes. Faltan las historias de carne y hueso mientras que abundan los an¨¢lisis.
Los jefes de Redacci¨®n saben que cada titular puede volverse por estos lares una declaraci¨®n de guerra y, en la mayor¨ªa de las medios, las l¨ªneas rojas no las pone el editor sino que las trazan las amenazas o las conveniencias.
El periodista y catedr¨¢tico espa?ol Bernardo D¨ªaz Nosty describe en su libro Periodismo muerto el rosario de obst¨¢culos al que se enfrentan los reporteros de nuestro continente. Las dictaduras por un lado, la impunidad por otro y el narcopoder que gestiona extensas regiones conforman la mayor parte de esos riesgos.
En el punto m¨¢s alto de esa escala del terror est¨¢n la desaparici¨®n y la muerte, aunque ¡°antes de llegar al asesinato, suele producirse el acoso sobre el periodista y sus familiares, las agresiones f¨ªsicas, la estigmatizaci¨®n, las extorsiones¡±, asegura D¨ªaz Nosty.
Antes del asesinato se acosa al reportero o a su familiares; se les estigmatiza y extorsiona
¡°Todo ello conduce a la quiebra de la independencia profesional, a la renuncia de la actividad period¨ªstica, al exilio, cuando no a la claudicaci¨®n y a la entrega a las condiciones que establece el enemigo¡±, puntualiza en su libro.
Escribir sobre la delincuencia organizada, el narcotr¨¢fico, el lavado de dinero o la corrupci¨®n pol¨ªtica puede constituir una sentencia de muerte por estos lares. La falta de respuesta estatal a las acciones contra los profesionales de la informaci¨®n acrecienta la sensaci¨®n de desprotecci¨®n.
Peor a¨²n, muchos Gobiernos de la regi¨®n han optado por matar al periodismo. Para lograr ese asesinato ¡ªsin dejar demasiadas evidencias¡ª desarrollan una extensa red de amenazas, castigos legales y controles. No faltan, claro est¨¢, las prebendas.
Comprar la lealtad de una pluma period¨ªstica es una de las aspiraciones de cualquier poder y grupo pol¨ªtico. Narrarse a trav¨¦s de las artes de un informador leal y contar con las sumisas planas de un medio de prensa pueblan las fantas¨ªas de los departamentos de propaganda partidista.
Junto al buf¨®n de la corte, el adulador de turno y los voceros que repiten consignas, a los populismos les reconforta tener su propia prensa. Un subproducto manso, de titulares moldeados para no incomodar y reporteros que se conforman con asistir a sosas ruedas de prensa donde lo m¨¢s importante se esconde y la intrascendencia llena teletipos.
La gran mayor¨ªa de los Gobiernos de Am¨¦rica Latina sue?a con amaestrar a los medios, manejarlos como ventr¨ªlocuos y hacer que salten por el aro de sus deseos. Para ellos, un periodista es solo un amplificador, a trav¨¦s del cual manejan a la audiencia e imponen su ideario.
Yoani S¨¢nchez es periodista cubana y directora del diario digital 14ymedio.
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