Los que sue?an
Hay que borrar toda huella de Obama, se dice mientras su peluquero le arregla el pelo
No lo puede evitar, los dreamers le recuerdan a Obama. A su predecesor, al presidente que ¨¦l mismo acus¨® de no ser estadounidense. Qu¨¦ envidia le tiene todav¨ªa. A ese mulato que se gan¨® la simpat¨ªa y el respeto de casi todos cuando estaba al mando. No soportaba entonces que supiera cantar, que tuviera talento, don para la oratoria, y adem¨¢s fuera hijo de un africano. Por eso todav¨ªa lo detesta, porque desde siempre le tuvo mucha envidia, y mucha rabia. Se ha pasado casi una d¨¦cada aborreciendo su estilo y su alegr¨ªa, sus elegantes dientes blancos, su sonrisa de l¨ªder con duende. Por eso ahora va detr¨¢s de los que sue?an, porque le recuerdan a su antecesor en el mando.
Hay que borrar toda huella de Obama, se dice mientras su peluquero le arregla el pelo. Si estuvi¨¦ramos en el antiguo Egipto y fuera el fara¨®n, mandar¨ªa profanar la pir¨¢mide con sus restos. Si estuvi¨¦ramos en la antigua Roma destruir¨ªa todas sus estatuas. Qu¨¦ duro es ser el nuevo presidente desde hace ocho meses y despertarse con la imagen de Obama todav¨ªa fresca en la memoria de los votantes. Por eso no puede resistirse y quiere hacer da?o. Quiere reescribir la historia de su presente y borrar las huellas de ilusi¨®n que se forjaron antes que ¨¦l.
Los so?adores son las v¨ªctimas perfectas. Esos ni?os que vinieron sin papeles. Esos ni?os que crecieron sintiendo que esta tierra era su tierra. Que aprendieron el idioma y las costumbres, que se integraron e hicieron de este pa¨ªs de emigrantes, que precisamente necesita muchos emigrantes para funcionar y ser grande, una nueva amalgama esperanzada. Los ochocientos mil ni?os que ahora son j¨®venes estudiosos y que enriquecen a las universidades, a las comunidades, a los vecindarios, a las ciudades y a los pueblos, se han convertido en su nueva obsesi¨®n de hombre enrabietado. Sus impulsos personales, su rivalidad y sus complejos, van a arruinar la vida de personas inocentes.
Eran ni?os, ni?os que no pudieron decidir. Ni?os protegidos por la Convenci¨®n de los Derechos del Ni?o que no pueden ser ahora castigados o discriminados por causa de la condici¨®n o las actividades de sus padres. Como ni?os se forjaron en una nueva patria y construyeron una nueva identidad, son los so?adores que hacen de Estados Unidos un mejor pa¨ªs, y nos lo demuestran todos los d¨ªas.
Tenga cuidado, se?or presidente, que por tierras estadounidenses hay algunos que somos descendientes de la estirpe de Don Quijote y estamos bien dispuestos a defender a los desvalidos y a los que sue?an.
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