Desnacionalicen, por favor
Es de esperar que voces de la izquierda que no se dejen atrapar por el narc¨®tico y simplificador discurso de las naciones participen en la conversaci¨®n que debe surgir el 2 de octubre para solucionar la crisis en Catalu?a
¡°Nunca en mi vida he amado a ning¨²n pueblo ni colectivo¡ El ¨²nico amor que conozco y en el que creo es el amor a las personas¡±. Hannah Arendt, Eichmann en Jerusal¨¦n.
En Euskadi, lugar del que procedo, son muchas las personas que, ante la pregunta de qu¨¦ somos, responder¨ªan convencidas que somos una naci¨®n.
Siempre he tenido por quienes responden as¨ª un enorme respeto. Son capaces de ver lo que yo no veo, sienten un tipo de amor por una pertenencia nacional que yo no conozco. Una pertenencia de bases rom¨¢nticas que se establece sobre una consciencia de pueblo y que produce emociones y dota de certezas. Es un tipo de amor para el que, como digo, nunca he estado nada dotado.
La existencia de una visi¨®n republicana o liberal de la pertenencia ofrece alguna alternativa interesante en este campo. Por ejemplo, la descripci¨®n de nuestra dimensi¨®n colectiva sin el peso de los grandes dogmas particularistas de los nacionalismos, la concepci¨®n de una sociedad abierta, su conformaci¨®n de forma secular y racional sobre el principio de ciudadan¨ªa.
El ¨¢mbito de pensamiento de la izquierda siempre ha concebido la realidad colectiva de esta manera laica, respetuosa con el ¨¢mbito ¨ªntimo de cada persona, de su derecho a definirse y sentirse como cada uno quiera sobre la pauta liberal de que el Estado ni entra ni cuestiona ni pregunta sobre todo aquello que compete en exclusiva a cada uno de nosotros. De la misma manera, la izquierda pol¨ªtica es tambi¨¦n una rebeld¨ªa contra quienes se han erigido en los ¨²nicos int¨¦rpretes de los sentimientos de pertenencia colectivos, en los que se presentan como los ¨²nicos due?os de la definici¨®n de lo que somos.
Desgraciadamente, esa rebeld¨ªa ante quienes se erigen en los ¨²nicos int¨¦rpretes de la narrativa colectiva sobre qui¨¦nes y qu¨¦ somos se echa ¨²ltimamente en falta en los principales representantes pol¨ªticos de la izquierda espa?ola.
Es verdad que una comprensi¨®n abierta del concepto de pluralidad suele ser una idea aconsejable en estos tiempos complejos en los que el ser humano lleva desarroll¨¢ndose en las ¨²ltimas d¨¦cadas en Europa. Es un enfoque que ayuda mucho en la comprensi¨®n y la aceptaci¨®n de que existe quien defiende la pervivencia de particularismos de distinto tipo y la existencia de m¨²ltiples naciones definiendo el espacio p¨²blico.
Espa?a no tiene definici¨®n un¨ªvoca y alguien deber¨ªa defenderlo
Pero la defensa del derecho de estos a hacerlo no deber¨ªa conllevar que lo establezcan como propio quienes interpretan en claves de izquierda la realidad en la que vivimos. Es el marco mental de otros, la ventana con la que otros miran el mundo, no con la que deber¨ªa mirar la izquierda.
Si todas las fuerzas pol¨ªticas de izquierda definen la realidad de nuestro espacio p¨²blico como una suma de naciones, ?qui¨¦n defender¨¢ lo que somos? Una sociedad abierta de ciudadanos y ciudadanas libres e iguales en obligaciones y derechos de ciudadan¨ªa.
Las reivindicaciones de patria, de soberan¨ªas plenas, cerradas, la definici¨®n del mundo a trav¨¦s de un nosotros y un ellos, el establecimiento de fronteras de diferenciaci¨®n es la agenda de otros. No deber¨ªa ser la de la izquierda, que no puede caer en la trampa de renacionalizar realidades que ya son innegablemente posnacionales o transnacionales.
Despu¨¦s del domingo, el reto de la izquierda es estabilizar la convivencia en nuestro pa¨ªs
Ser¨¢ necesario a partir del d¨ªa 2 de octubre que en la conversaci¨®n pol¨ªtica que surgir¨¢ en nuestro pa¨ªs para contribuir en la soluci¨®n a la grave crisis abierta en Catalu?a haya voces en la izquierda que no se dejen atrapar por el narc¨®tico y simplificador discurso de las naciones. Porque Espa?a no tiene definici¨®n un¨ªvoca y alguien deber¨ªa defenderlo. No s¨¦ qu¨¦ era hace cinco siglos o hace dos, pero la Espa?a de hoy y la de ma?ana ni tiene definici¨®n un¨ªvoca ni es tampoco la descripci¨®n de m¨²ltiples naciones.
De entrada, es innegablemente una sociedad plural y est¨¢ compuesta por ciudadanos y ciudadanas. La prioridad de la izquierda no deber¨ªa, por tanto, orbitar alrededor de los derechos de las naciones, no deber¨ªa aceptar el establecimiento de supremac¨ªas identitarias, de jerarqu¨ªas sentimentales sobre lo que somos en unos territorios o en otros. Este es el argumento de los nacionalismos, no puede ser el de una izquierda moderna.
Convendr¨ªa que su discurso y su reivindicaci¨®n se centrara en que todos esos ciudadanos y ciudadanas plurales vivan siendo iguales en el campo de las obligaciones y de los derechos. Y que lo hagan en una sociedad cohesionada sin la enorme disparidad de renta per c¨¢pita por territorios existente en la actualidad en nuestro pa¨ªs.
Es de esperar que esa l¨ªnea argumental, republicana, liberal y socialdem¨®crata sea defendida por voces de la izquierda pol¨ªtica espa?ola ante el reto de estabilizar la convivencia en nuestro pa¨ªs a partir del d¨ªa 2 de octubre. Convivencia que, en sociedades complejas y plurales, no tiene soluci¨®n en t¨¦rminos de respuesta a un problema. Es en s¨ª misma problem¨¢tica porque son m¨²ltiples las formas de entender la vida que conviven en un espacio p¨²blico de 48 millones de habitantes. Porque dentro de nosotros mismos habitan y colisionan muchos y muy dispares intereses. Porque conviven distintas lenguas y sentimientos, creencias religiosas y opiniones pol¨ªticas. Porque hay puntos de vista a veces similares y a veces antag¨®nicos. Porque esa pluralidad cada vez mayor es la que nos explica y la que nos define, la que hace inveros¨ªmil, incompleta e imposible la reducci¨®n a una simplificada definici¨®n rom¨¢ntica, de car¨¢cter nacional, lineal y certera, de todo lo que esta sociedad es en su conjunto. El principio de una idea amplia de ciudadan¨ªa ¡ªamplia en derechos y obligaciones¡ª en el marco de una sociedad abierta es lo ¨²nico que puede hacer viable la convivencia c¨ªvica en nuestro pa¨ªs para las pr¨®ximas generaciones de ciudadanos. Y alguien deber¨ªa defenderlo.
La definici¨®n cerrada de naci¨®n, el argumento de patria, sostenida en sentimientos descritos como superiores y con pretensi¨®n de jerarqu¨ªa sobre otros es lo que describen los ojos de algunos. Desnacionalicen, por favor. Esa no puede ser la descripci¨®n de una izquierda racional, c¨ªvica y moderna.
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