La revoluci¨®n de las buenas personas
Hay una parte de Espa?a que se opone al 1 de octubre no por patriota ni por la unidad de la naci¨®n, sino para impedir, hoy y en cualquier momento, que unas personas decidan unilateralmente privar de derechos a otras porque se crean mejores
Hace cuatro a?os tuve que hacerle a Oriol Junqueras una entrevista simp¨¢tica, g¨¦nero veraniego que no domino porque no soy simp¨¢tico. Aprovech¨¦ el viaje a Barcelona y cerr¨¦ otra cita para una serie que sal¨ªa en agosto con la directora de cine para adultos Erika Lust. Este tipo de entrevistas exige preguntas no especialmente ligadas a las profesiones del entrevistado o con la profesi¨®n en una especie de segundo plano. Prepar¨¦ preguntas para los dos, todas lamentables, y de camino a la sede de Esquerra me comunicaron que el tiempo con Junqueras se reduc¨ªa a quince minutos. As¨ª que llegu¨¦ tan nervioso que saqu¨¦ los papeles y empec¨¦ a hacer las preguntas que eran para la directora de cine porno, del tipo ¡°?Para dirigir, tres mejor que dos?¡±. Junqueras, avisado de que era una entrevista veraniega, respondi¨® pensando que se las hac¨ªa en clave pol¨ªtica. Cuando me di cuenta de mi error le pregunt¨¦ a bocajarro, para salvar unos muebles que nunca estuvieron en peligro, si ¨¦l ve¨ªa porno. Junqueras mir¨® la hora, luego a su jefe de prensa y finalmente me mir¨® a m¨ª. ¡°?Cu¨¢l es el origen de su apellido?¡±, pregunt¨® con curiosidad de historiador. Respond¨ª lo menos sexual que pude que franc¨¦s. Seguimos la entrevista, ya sin confusiones, y al terminar habl¨® largo y tendido de etimolog¨ªa.
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Pienso en aquel encuentro a menudo: primero porque no he vuelto a ver cine para adultos sin repasar antes las ra¨ªces etimol¨®gicas de mi nombre, y segundo porque cuando escucho a Junqueras siempre me parece que sus respuestas valen para cualquier clase de pregunta. Hace dos a?os quise saber la raz¨®n y ped¨ª pasar con ¨¦l la Diada. Entonces lo comprend¨ª: era un hombre sentimental. Hab¨ªa dicho en alguna ocasi¨®n que se recordaba a s¨ª mismo con nueve a?os como independentista y contrario a la Constituci¨®n espa?ola; a la edad en que algunos a¨²n recuerdan la traum¨¢tica separaci¨®n del chupete, Junqueras ya estaba planeando separarse de Espa?a. Sentimental y predestinado. De ah¨ª que el hombre m¨¢s ilustrado del proceso soberanista suela llorar cuando habla de un intangible.
La ¨²ltima vez ocurri¨® el 22 de septiembre, el d¨ªa despu¨¦s de las detenciones de la Guardia Civil: Junqueras deambul¨® de una televisi¨®n a otra con la voz entrecortada diciendo que ¡°antes que dem¨®crata soy buena persona¡±. Que actuaba en funci¨®n de su conciencia y convencido de que lo hac¨ªa por el bien de los ciudadanos. Ten¨ªa raz¨®n en todo. Pero en su discurso hab¨ªa dos problemas irresolubles. El primero es que hay m¨¢s buenas personas en Catalu?a. El segundo es que las malas personas tienen los mismos derechos que las buenas y algo mejor para distinguirlas: los mismos deberes. Lo que Junqueras intentaba que asumi¨¦ramos era que el concepto que ten¨ªa de s¨ª mismo estaba por encima del gobierno del pueblo. Pero en ninguna democracia del mundo alguien toma decisiones pol¨ªticas fuera de la ley alegando que, por encima de dem¨®crata, es buena persona y est¨¢ haciendo el bien. Aunque lo sea y crea estar haci¨¦ndolo. Las elecciones son el instrumento que tienen las personas buenas y malas para gobernar a los ciudadanos, que eligen lo que creen mejor para ellos. De ah¨ª que existan las leyes: para que las buenas y malas personas tengan un c¨®digo com¨²n. Por eso, finalmente, conviene ser dem¨®crata: para que el c¨®digo sea cumplido, reformado y destruido, si se quiere, cuando la mayor¨ªa de las buenas y malas personas quieran.
En nombre de la insolidaridad se han querido quedar con todo el sufrimiento y no dejar nada para los dem¨¢s
Detr¨¢s de los conflictos m¨¢s largos suelen estar las buenas personas; el mal se detecta r¨¢pido. El proceso soberanista es en esencia un asunto de personas convencidas de su bondad y su aportaci¨®n, parad¨®jicamente, al bien com¨²n. Las Diadas son fiestas familiares, pac¨ªficas y ejemplares; las universidades e institutos se han convertido en el coraz¨®n de la revuelta: noches en vela cantando Un beso y una flor; en los colegios p¨²blicos se han organizado actividades extraescolares de 72 horas: escuelas llenas de ni?os jugando y durmiendo juntos un fin de semana. Hasta la represi¨®n se ha presentado a sofocar esta fiesta de fin de curso con un barco gigante pintado con dibujos de Looney Tunes. ?C¨®mo no querer esto, c¨®mo no sumarse a la revoluci¨®n de tantas buenas personas? Cuando alguien se emociona no se pregunta si es legal o ilegal. ?Va a prohibir el Estado la felicidad? ?No es l¨®gico preguntarse, cuando uno es feliz, si lo que est¨¢ mal es la ley? ?Proh¨ªbe la ley votar, la democracia, la libertad, la sonrisa?
Puede responderse que hay ni?os de nueve a?os que todav¨ªa no han aprendido a estar en contra de la Constituci¨®n y preguntan en casa por qu¨¦ no pueden pasar el fin de semana con sus amigos en el cole, y no se les puede decir que las fiestas no son para que jueguen ellos, sino sus padres. Puede responderse que detr¨¢s de tres millones de personas en ¨¦xtasis hay otras tres mirando espantadas a trav¨¦s de las cortinas c¨®mo se les echa de su pa¨ªs sin moverse de casa. Por eso hay una parte de Espa?a que se opone a esto no por espa?olismo, ni por patriota ni por la unidad de una naci¨®n que a m¨ª personalmente no me importa nada; sino para impedir, hoy y en cualquier momento, que unas personas decidan unilateralmente privar de derechos a otras porque se crean mejores y han sido m¨¢s conscientes de su propio sufrimiento que el resto, dentro y fuera de Catalu?a. Porque en alg¨²n momento puede parecer que s¨®lo ellas han sufrido a Franco, s¨®lo ellas han pagado la corrupci¨®n sistem¨¢tica del PP, s¨®lo a ellas se les han hecho recortes de derechos y servicios sociales, s¨®lo a ellas les produce repugnancia la adolescencia fascista cantando en Cibeles el Cara al Sol, s¨®lo ellas han sido castigadas por esa entidad opresora que es Madrid, tan opresora que los propios madrile?os se independizaron de su ciudad poniendo de alcaldesa a Manuela Carmena. En nombre de la insolidaridad se han querido quedar con todo el sufrimiento y no dejar nada para los dem¨¢s. S¨®lo as¨ª se explica que la feliz burgues¨ªa catalana se presente no como c¨®mplice y promotora de la derecha corrupta, sino como v¨ªctima de una agresi¨®n ins¨®lita que ha despertado de repente su identidad nacional.
C¨®mo no va a perder entonces el Gobierno la batalla de la opini¨®n p¨²blica internacional. Si a la revoluci¨®n candy-candy le opone una justicia frecuentemente averiada, aquella polic¨ªa pol¨ªtica de Interior organizada en despachos con micr¨®fonos, la fiscal¨ªa afinando, los desfiles antes de salir para Catalu?a como quien sale a Gibraltar a cumplir un viejo sue?o imperial o la exigencia de cumplir la ley en un partido cuya mejor habilidad ha sido siempre incumplirla. C¨®mo no va a perder la batalla de la opini¨®n p¨²blica internacional si su secretaria de Estado para la comunicaci¨®n, la m¨¢xima autoridad del Gobierno en relaci¨®n con los medios, tiene como foto de perfil de WhatsApp la captura de pantalla de la web del refer¨¦ndum intervenida por la Guardia Civil. Para despu¨¦s intentar convencernos de que el ¡°a por el ellos¡± es cosa de cuatro descontrolados.
El nacionalismo ha pasado de un problema que era el 3% a un problema mayor que es el 50%, la tasa de poblaci¨®n que hay que sacrificar para cumplir un gran sue?o
Con semejante panorama no extra?a que en la rueda de prensa del viernes, otra vez Junqueras y Romeva, con Turull en lugar de Mas, se dieran los datos de participaci¨®n del domingo. Cada uno se ha puesto a vivir su propia ilusi¨®n. Pero nada ha cambiado desde aquella entrevista fallida de 2013 que Junqueras enderez¨®: el soberanismo se ha desconectado de las preguntas, por tanto de las responsabilidades, y si se le pregunta c¨®mo se cambia una rueda del coche te responder¨¢ que con la independencia. Ha construido un mundo lleno de soluciones que no tolera ning¨²n problema salvo los externos. Una naci¨®n que admite haber sido fortalecida gracias a las f¨¢bricas de independentistas de Madrid, desde Aznar hasta Rajoy. Cuyo esp¨ªritu se ha elevado gracias al pa¨ªs del que huyen y no gracias al que se dirigen. Con muchas respuestas que dar, pero casi ninguna pregunta ya que hacer.
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