La horrenda mordedura de la v¨ªbora de Gab¨®n
Sus largos colmillos pueden perforar la gruesa piel de un elefante
Los colmillos de la v¨ªbora de Gab¨®n (Bitis gabonica) son los m¨¢s largos del reino de las serpientes: miden m¨¢s de cinco cent¨ªmetros, y pueden perforar la gruesa piel de un elefante o la bota de un explorador. Su longitud les permite llegar, atravesando los m¨²sculos, hasta los grandes vasos sangu¨ªneos. La mordedura es devastadora: en cada mordisco, puede llegar a inocular seiscientos miligramos de toxina ?un c¨®ctel letal hemot¨®xico, citot¨®xico y neurot¨®xico?, cantidad suficiente como para matar un elefante africano o a cien personas adultas como usted o yo.
La v¨ªbora de Gab¨®n es el miembro m¨¢s grande del g¨¦nero Bitis y la v¨ªbora m¨¢s pesada que existe: hasta dos metros de longitud y doce kilos de peso. Por suerte, a diferencia de otras parientes del g¨¦nero Bitis, es t¨ªmida y prefiere pasar desapercibida, mimetiz¨¢ndose con las hojas muertas del suelo, antes que atacar. No como su prima la v¨ªbora de ariete o bufadora (Bitis arietans), un mal bicho que resopla antes de lanzar su fulminante ataque y es responsable de m¨¢s muertes que cualquier otra serpiente africana.
El aparato venenoso de los vip¨¦ridos (v¨ªboras, cascabeles y mocasines) es el m¨¢s evolucionado entre los ofidios, con colmillos retr¨¢ctiles que se abren como la hoja de una navaja en el momento de morder y varios repuestos a cada lado de la mand¨ªbula, como las balas en el cargador de una pistola autom¨¢tica. La familia de los vip¨¦ridos comprende unas 50 especies, todas ellas venenosas.
Surucuc¨² el silencioso
Al surucuc¨², serpiente matabuey, shushup¨¦ o cascabel muda (Lachesis muta), formidable habitante de las selvas tropicales de Centroam¨¦rica y Sudam¨¦rica, los colonos holandeses de la Guayana lo llamaron bushmaster (se?or de la jungla), nombre por el que todav¨ªa hoy se lo conoce. Es la v¨ªbora m¨¢s grande que existe (puede medir m¨¢s de tres metros); sus gl¨¢ndulas venenosas son enormes; sus colmillos, casi tan largos como los de la v¨ªbora de Gab¨®n; y aunque su veneno, hemot¨®xico y necrosante, no es particularmente poderoso, lo inocula en dosis tan altas que su mordedura es siempre muy grave y con frecuencia mortal.
El surucuc¨² es tan grande, que el empleado de una plantaci¨®n de caucho en Colombia confundi¨® una de estas v¨ªboras con una inofensiva boa, le at¨® una cuerda al pescuezo y se la llev¨® de paseo como si fuese un perrito. Por suerte para ¨¦l, el surucuc¨² es de temperamento tranquilo (aunque tambi¨¦n se dice que puede ser muy agresivo) y no pas¨® nada. Su nombre gen¨¦rico se refiere a Lachesis, una de las parcas que en la mitolog¨ªa grecorromana cortaba el hilo de la vida. Pese a su imponente y temible aspecto, que le ha valido el apodo de ¡°la muerte muda¡±, la hembra de surucuc¨² es una buena madre: la ¨²nica v¨ªbora que incuba huevos y cuida de su nidada hasta que nacen las cr¨ªas.
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