Usar Europa en vano

La Generalitat apela a la mediaci¨®n europea para resolver en favor de la independencia (con las excusas del derecho a decidir, o de las actuaciones policiales del domingo) el pulso que mantiene con el Estado de derecho espa?ol.

Y pronto lo har¨¢ ante m¨¢s organismos internacionales, buscando ganar fuera ¡ªblandiendo tristes im¨¢genes impactantes¡ª lo que fue incapaz de lograr dentro, por la v¨ªa de convencer pol¨ªticamente.

Es una apelaci¨®n extempor¨¢nea. Porque esa mediaci¨®n no encaja con el Tratado de la Uni¨®n, que en su art¨ªculo 4 obliga a todos a respetar la integridad territorial y la Constituci¨®n de todos los Estados miembros. Y es c¨ªnica porque la alianza que sostiene al Govern oscila entre la indiferencia ante la UE y la hostilidad a ella.

Esquerra Republicana hizo una agresiva campa?a contra el Tratado Constitucional, que deriv¨® en el actual Tratado de Lisboa, porque a su entender (certero) no recog¨ªa el derecho a la secesi¨®n. Converg¨¨ncia (hoy PdeCat) lleg¨® al borde de esa misma posici¨®n, provocando una crisis considerable con sus sectores m¨¢s europe¨ªstas.

Y la antisistema CUP reniega de Europa, a la que tilda de m¨¢xima expresi¨®n del neoliberalismo capitalista y cuya bandera quema alegremente en las calles. Quiz¨¢ ignora que la m¨¢s socorrida cr¨ªtica al club comunitario es exactamente la contraria: cuelga de su impresionante Estado de bienestar, que ha sobrevivido a los embates de los desreguladores; de los ide¨®logos del anarquismo conservador y de la Gran Recesi¨®n, que indujo al extremismo la idea de desmantelar derechos y subsidios del modelo social envidiado en el mundo entero.

El car¨¢cter fraudulento de la pretensi¨®n secesionista se evidencia en que pide a Europa apoyo mediador para una causa cuya finalidad ¨²ltima es la fragmentaci¨®n del Estado. Es decir, exactamente lo contrario de la filosof¨ªa fundacional de la UE, que postula la superaci¨®n de los demonios que los nacionalismos excluyentes siempre han tra¨ªdo a Europa.

Y adem¨¢s se pide esa mediaci¨®n para un di¨¢logo que en realidad es un ultim¨¢tum, pues plantea como requisito irrenunciable la aceptaci¨®n de un falso derecho a votar la secesi¨®n o, directamente, el reconocimiento de la independencia.

Al cinismo de esa petici¨®n se le suma el sesgo oportunista de su formulaci¨®n. Resulta ya evidente que ese plan es una mera operaci¨®n de propaganda. Busca caricaturizar a la democracia espa?ola como un Estado democr¨¢ticamente inviable, con objeto de perge?ar una coartada para una secesi¨®n ¡°remedial¡±, aliviadora de los excesos de una (inexistente) dictadura.

No ser¨¢ as¨ª, como ayer reiter¨® la Comisi¨®n Europea, porque la UE est¨¢ obligada a respetar la integridad territorial de cada Estado miembro y sus Constituciones respectivas. Y en consecuencia porque la soluci¨®n al litigio debe surgir en todo momento desde dentro del ordenamiento espa?ol.

El Gobierno de Mariano Rajoy debe emplearse a fondo en ello, tras haber dilapidado una por una toda oportunidad de contrarrestar la m¨¢quina de propaganda secesionista. Su ausencia en la reciente cumbre de la UE en Tallin, donde deb¨ªa haber explicado las razones que sustentan la raz¨®n del Estado de derecho espa?ol, es el s¨ªmbolo perfecto de todas sus ausencias.