155: cuenta atr¨¢s
Puigdemont tiene tiempo esta semana para evitar la respuesta del Estado
Comienza una semana decisiva. Hoy acaba el plazo otorgado por el Gobierno para que el presidente de Catalu?a, Carles Puigdemont, empiece a recular en su carrera hacia la desconexi¨®n o, por el contrario, siga adelante y d¨¦ por declarada la independencia. En tal caso, la aplicaci¨®n del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n ¡ªya evocado por Mariano Rajoy¡ª estar¨¢ m¨¢s cerca. El independentismo alentado por el Govern y los anticapitalistas de la CUP tendr¨¢ a¨²n, sin embargo, otros cuatro d¨ªas para sortear una medida que, inevitablemente, reducir¨ªa temporalmente la capacidad de autogobierno que la Constituci¨®n Espa?ola y el Estatut de Autonom¨ªa han brindado hasta ahora a Catalu?a.
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De seguir adelante, Puigdemont habr¨¢ cometido un error hist¨®rico del que Catalu?a y el resto de Espa?a saldr¨¢n mal parados. Su desaf¨ªo, sobre una base social que no alcanza el 50% seg¨²n las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas, conduce esta crisis a un callej¨®n sin salida en el que el art¨ªculo 155 asoma como la ¨²nica manera de defender al Estado de derecho sin necesidad de recurrir a herramientas mucho m¨¢s traum¨¢ticas, como el estado de alarma, excepci¨®n o sitio (art¨ªculo 116).
El mandato constitucional del 155 es abierto. Deja, pues, al arbitrio del Ejecutivo la delicada tarea de intervenir cuidadosa y proporcionadamente. En sus manos est¨¢ desde la disoluci¨®n del Parlament hasta la inhabilitaci¨®n de dirigentes secesionistas pasando por la toma de control del orden p¨²blico. La participaci¨®n de las autoridades de las comunidades aut¨®nomas en el proceso, y del Senado, donde est¨¢n representados los partidos independentistas, visualizar¨¢ que el independentista no es solo un enfrentamiento contra el poder central, sino contra el Estado en su conjunto, y que cabe la negociaci¨®n y el obvio recurso a los tribunales contra las medidas adoptadas.
El ultim¨¢tum del Gobierno central es todav¨ªa una oportunidad que Puigdemont har¨ªa bien en aceptar. Semanas despu¨¦s de la aprobaci¨®n fraudulenta de las leyes de ruptura los d¨ªas 6 y 8 de septiembre en el Parlament y del simulacro de refer¨¦ndum del 1-O, el limbo en el que ha quedado Catalu?a, con una independencia suspendida aplicable en cualquier momento, ha generado una situaci¨®n catastr¨®fica en t¨¦rminos pol¨ªticos y econ¨®micos.
El Estado no puede permitir la existencia de una legalidad alternativa en uno de sus territorios, por lo que no tiene otro remedio que utilizar los instrumentos democr¨¢ticos que la Constituci¨®n le otorga para restablecer la normalidad. Hay que decir que el art¨ªculo 155 es similar a disposiciones de otras Constituciones europeas y que su objeto no es clausurar o cercenar la autonom¨ªa de ninguna regi¨®n (en este caso Catalu?a) sino defenderla precisamente frente a la arbitrariedad y el desprecio a la ley que Puigdemont, su Gobierno y sus apoyos parlamentarios protagonizan desde hace a?os.
El president de la Generalitat debe asumir por ello que cuando reclama di¨¢logo es esencial que cumpla previamente la condici¨®n de deshacer el camino andado: no puede haber otro di¨¢logo que no sea en el seno de la legalidad, y ha de llevarse a cabo en el Congreso de los Diputados, con participaci¨®n de todos los partidos all¨ª representados. El di¨¢logo democr¨¢tico no puede ser entre la Plaza de Sant Jaume y la Moncloa. Ni el presidente del Gobierno est¨¢ capacitado para negociar la soberan¨ªa nacional. Seguramente, el inicio de la soluci¨®n pol¨ªtica tendr¨¢ que venir antes o despu¨¦s (ojal¨¢ que antes) a trav¨¦s de una convocatoria electoral, en Catalu?a primero y en toda Espa?a m¨¢s tarde, que permita expresarse a todos los ciudadanos y de la que salga una renovaci¨®n en profundidad de una clase pol¨ªtica, cada d¨ªa que pasa m¨¢s desprestigiada ante la mayor¨ªa de los ciudadanos.
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