China, m¨¢s de lo mismo

Por en¨¦sima vez un dirigente comunista chino ha anunciado ¡°una nueva era¡±. Esta vez le ha tocado al presidente Xi Jinping durante la celebraci¨®n del XIX Congreso del Partido Comunista Chino, pero al igual que ha sucedido desde que en 1949 el PCCh se hiciera completamente con el poder en China continental, esto no significa en absoluto que vaya a producirse mejora alguna en cuanto al respeto de los derechos humanos. Y hablar de democratizaci¨®n del r¨¦gimen es una pura especulaci¨®n dial¨¦ctica.

El r¨¦gimen chino presume de dos caracter¨ªsticas que, vistas con detenimiento, son completamente falsas. Por un lado estar¨ªa el ¡ªsupuesto¡ª imperio de la ley, que garantizar¨ªa a ciudadanos y empresas un marco jur¨ªdico estable y predecible. En realidad los ciudadanos chinos son v¨ªctimas de las decisiones arbitrarias que toman sobre sus vidas no solo un gobierno y un partido ¨²nico situado en la c¨²spide, sino toda una cadena burocr¨¢tica impregnada de impunidad y engrasada por una extendida corrupci¨®n. En segundo lugar, una econom¨ªa de mercado, exitosa a primera vista pero que se caracteriza por la falta de respeto a las reglas del juego econ¨®mico habituales en econom¨ªas avanzadas y dominada por la competencia desleal, las ayudas p¨²blicas, el espionaje industrial a productos de otros pa¨ªses y unas condiciones laborales dominadas por la explotaci¨®n y la ausencia de sindicatos.

Pero lo m¨¢s grave es la situaci¨®n de los derechos humanos en un pa¨ªs donde la libertad de expresi¨®n no existe, el control del aparato en el poder sobre los nuevos medios tecnol¨®gicos es asfixiante, la seguridad jur¨ªdica equivale a buscar favores de funcionarios y jueces y donde la disidencia, por m¨¢s pac¨ªfica que sea, es perseguida con sa?a, como se ha comprobado recientemente con el caso del Nobel Liu Xiabo.

China se presenta como una dictadura benevolente presidida por la armon¨ªa. Pero la realidad es bien distinta.