Los ni?os, v¨ªctimas del antagonismo identitario

Conflictos graves y sostenidos entre cat¨®licos y protestantes en Irlanda de Norte. Confrontaci¨®n entre las comunidades jud¨ªa y ¨¢rabe en Israel. Comunidades enfrentadas en el apartheid. Oposici¨®n entre quienes est¨¢n a favor y se oponen al proceso de paz en Colombia. A veces con odiosas guerras y detestable violencia f¨ªsica de por medio, en ocasiones s¨®lo con la violencia del antagonismo, rechazo y menosprecio al que tiene otro origen, creencias diferentes o piensa de otra manera. La investigaci¨®n psicol¨®gica ha documentado ampliamente las consecuencias que sobre ni?os, ni?as y adolescentes tienen estas situaciones de antagonismo identitario cuando se enquista, se radicaliza y se traduce en enfrentamiento de unos contra otros.

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La situaci¨®n en Catalu?a est¨¢ dando lugar no s¨®lo a una confrontaci¨®n entre algunos sectores de la sociedad catalana y algunos sectores del resto de la sociedad espa?ola. La confrontaci¨®n se ha producido tambi¨¦n, y muy gravemente, en el interior de la sociedad catalana. Los medios de comunicaci¨®n han dejado alg¨²n reflejo de en qu¨¦ medida esa confrontaci¨®n se ha trasladado en ocasiones al interior de las aulas, contribuyendo activamente a generar divisi¨®n, desconcierto y dolor entre quienes por su edad y mayor vulnerabilidad pueden considerarse v¨ªctimas del antagonismo identitario que opone a unos contra otros.

Una vez que el otro es identificado como enemigo, como inferior, como culpable o como despreciable, la violencia entre iguales empieza a encontrar justificaci¨®n

Los datos de la investigaci¨®n psicol¨®gica acumulada son bastante coincidentes en lo que respecta a la influencia del conflicto pol¨ªtico e identitario en la infancia y la adolescencia. Los tres ¨¢mbitos fundamentales de influencia psicol¨®gica afectan a la identidad, a las relaciones con compa?eros y compa?eras, y a la salud mental.

Definimos nuestra identidad por inclusi¨®n en el grupo del que nos sentimos parte y por contraposici¨®n con el grupo al que sentimos no pertenecer. Cuanto m¨¢s inclusiva y menos excluyente la identidad resulta m¨¢s confortable, m¨¢s abierta al respeto mutuo, a la tolerancia y a la convivencia armoniosa, m¨¢s inclinada a la solidaridad y la cooperaci¨®n. Por el contrario, las identidades definidas por la exclusi¨®n, el rechazo y el menosprecio al otro (por el color de su piel, por su lugar de origen, por la profesi¨®n de sus padres, por la lengua que habla, por sus creencias) abren el camino de la hostilidad y la confrontaci¨®n.

Una vez que el otro es identificado como enemigo, como inferior, como culpable o como despreciable, la violencia entre iguales empieza a encontrar justificaci¨®n. T¨ªpicamente, violencia del grupo mayoritario sobre el minoritario. Da casi igual que sea violencia f¨ªsica o solo verbal, porque el menosprecio o el aislamiento pueden dolerle al ni?o o ni?a que lo recibe tanto o m¨¢s que una patada. Es con frecuencia una violencia ejercida en grupo (por el grupo que pertenece a la mayor¨ªa) sobre v¨ªctimas del grupo minoritario preferentemente aisladas e individuales. Y si el ejercicio de la violencia en grupo diluye el sentimiento de responsabilidad personal en quienes agreden (fue Fuenteovejuna, se?or), la v¨ªctima se siente agredida no s¨®lo por el grupo, sino por cada uno de sus integrantes, multiplic¨¢ndose as¨ª su dolor.

Las consecuencias negativas sobre la salud mental de todos los implicados resultan evidentes. En quienes se?alan, vituperan o agreden porque construyen su penoso bienestar sobre el menosprecio al otro basado no en sus m¨¦ritos o capacidades, sino en su pertenencia al grupo despreciable. Pero la peor parte se la llevan los se?alados, vituperados o agredidos. Profundos sentimientos de desconcierto, de aislamiento, de miedo e inseguridad. Si las agresiones han sido m¨¢s graves o quien las recibe tiene mayor fragilidad y vulnerabilidad, trastorno de estr¨¦s postraum¨¢tico que costar¨¢ mucho reparar.

Los conflictos identitarios que implican un gran antagonismo y producen fractura social tienen evidentes implicaciones jur¨ªdicas, pol¨ªticas y sociales. Pero generan adem¨¢s unas v¨ªctimas tan poco visibles como indefensas. Quienes desde uno u otro frente (el cat¨®lico o el protestante, el jud¨ªo o el ¨¢rabe, el catalanista o el espa?olista) en la pol¨ªtica, la vida familiar o la educaci¨®n alimentan la confrontaci¨®n y la fractura social deben ser conscientes del reguero de sufrimiento que ocasionan entre quienes s¨®lo son v¨ªctimas de los desvar¨ªos identitarios adultos. Ning¨²n ni?o, ninguna ni?a, ning¨²n adolescente merecen una herencia tan envenenada.

Jes¨²s Palacios es catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Evolutiva y de la Educaci¨®n de la Universidad de Sevilla.