
La infancia amenazada
Un informe de Unicef aporta nuevos datos sobre las distintas formas de violencia que sufren ni?os y adolescentes. Algunas historias

La trabajadora social Phon Chanthorn (47) ayuda a su hija, Ung Srey Peou, a prepararse para ir la escuela. Est¨¢n en su casa, en el distrito de Daun Penh, Phnom Penh, Camboya. Todos los d¨ªas Chanthorn lleva a su hija antes de ir al trabajo para reunirse con las familias.
Todos los ni?os tienen derecho a estar protegidos. Sin embargo, en Camboya la situaci¨®n es grave para muchos. Uno de cada dos menores ha sufrido golpes severos, uno de cada cuatro ha experimentado abusos emocionales, y una de cada 20 ni?as y ni?os ha sido agredido sexualmente. Muchos son traficados, forzados a trabajar, separados de sus familias o enviados innecesariamente en instituciones de cuidado residencial.
Charles Fox (Unicef)
Una ni?a escucha mientras su madre habla con la trabajadora social Phon Chantorn (47) en el distrito de Ponhea Leu, provincia de Kandal, en Camboya. La madre est¨¢ luchando por alimentar a su gran familia y le pide consejo a Chanthorn sobre cualquier servicio disponible del que pueda beneficiarse. La familia planea enviar al hijo mayor a trabajar en una f¨¢brica pronto para ayudar con los ingresos del hogar.
La separaci¨®n familiar es uno de los principales desaf¨ªos para proteger a los ni?os. Est¨¢ causado por la pobreza y la falta de conocimiento de los padres sobre las consecuencias negativas de entregar a los ni?os a los servicios sociales. Tres de cada cuatro ni?os que viven en instituciones de este tipo tienen al menos un padre que se sabe que est¨¢ vivo.
Los ni?os de familias desintegradas corren un gran riesgo de convertirse en uno de los muchos miles de menores que viven o trabajan en las calles. All¨ª corren el riesgo de sufrir violencia, abuso sexual, tr¨¢fico y explotaci¨®n laboral. A pesar del gran n¨²mero y la gravedad de los problemas de protecci¨®n que enfrentan los ni?os, el sistema de protecci¨®n de la infancia de Camboya no cuenta con los fondos ni personal suficiente. El presupuesto del Gobierno es limitado y depende en gran medida de la financiaci¨®n de los donantes.
Charles Fox (Unicef)

Danny, de 10 a?os, regresa a casa desde su escuela, en las monta?as de la frontera con Guatemala en Omao, Cortes, Honduras, el jueves 7 de abril de 2016. Danny vive con sus cinco hermanos y su madre. El a?o pasado, el padre de Danny recibi¨® seis disparos frente a ¨¦l y muri¨® en el hospital. Despu¨¦s, Danny estaba demasiado angustiado para ir al colegio, pero ha regresado a sus clases y espera convertirse en agente de polic¨ªa cuando crezca, para ayudar a la gente. La madre de Danny tiene que trabajar 12 horas al d¨ªa, seis d¨ªas a la semana para mantener a su familia.
Con 57 homicidios por cada 100,000 residentes en 2015, Honduras tiene una de las tasas de homicidios m¨¢s altas del mundo. El crimen organizado aument¨® a ra¨ªz de las guerras civiles en la regi¨®n, que dej¨® a muchas personas desempleadas y con f¨¢cil acceso a armas. A partir de agosto de 2016, pandillas fuertemente armadas reclutan a decenas de miles de miembros en Honduras y pa¨ªses vecinos, quienes participan en extorsiones, asesinatos, tr¨¢fico de drogas, robo de autom¨®viles, ventas ilegales de armas, secuestros y guerras territoriales.
Yoseph Amaya (Unicef)
Una ni?a de 14 a?os. en la casa que ahora comparte con su hermana en el distrito de Kailahun, en Sierra Leona. Ella sufri¨® el abuso sexual de un hombre mayor en su pueblo natal, y ahora est¨¢ embarazada. "No me siento bien porque soy solo una ni?a peque?a", dice. Ha tenido que abandonar la escuela, pero espera regresar y estudiar enfermer¨ªa.
Sierra Leona sigue ocupando los ¨²ltimos puestos del ?ndice de Desarrollo Humano. Los centros de salud siguen careciendo de los recursos suficientes, y la atenci¨®n m¨¦dica sigue siendo demasiado costosa e inaccesible para muchas personas. Entre las ni?as existen altas tasas de matrimonio precoz y embarazo adolescente, abuso y explotaci¨®n sexual en las escuelas. UNICEF est¨¢ colaborando con el Gobierno para mejorar las condiciones de los ni?os de Sierra Leona, respaldando programas que capacitan a docentes y administradores escolares y que fortalecen los sistemas de salud ??en las comunidades.
Olivier Asselyn (Unicef)

Javier, de 10 a?os, asiste a la escuela Carlos Alberto Rivera Hern¨¢ndez, apoyada por UNICEF, en San Pedro Sula, Cortes, Honduras, el viernes 8 de abril de 2016. El padre de Javier y cinco de sus t¨ªos fueron asesinados por pandillas y su madre lo abandon¨®. Ahora vive con su abuela en el vecindario. Javier no ha sido amenazado o atacado por pandillas, pero tiene amigos que han experimentado violencia y tienen demasiado miedo para ir a la escuela. Una ni?a de 15 a?os fue asesinada y torturada durante dos d¨ªas en un barrio conocido como "Casa Loca". Los miembros de pandillas tienden a enviar "banderas" para monitorear la actividad y reclutar estudiantes por la tarde. "Hay mucha violencia aqu¨ª. Quiero ser m¨¦dico para poder ayudar a las personas heridas", dice.
En lugar de ser entornos de aprendizaje seguros, las escuelas se han convertido en territorios de reclutamiento para las pandillas. Muchos ni?os y adolescentes que quieren estudiar deben recorrer trayectos peligrosos desde sus hogares. Una vez en el centro, corren el riesgo de ser reclutados, amenazados, maltratados, atacados e incluso asesinados. El ciclo de violencia aumenta las tasas de deserci¨®n escolar, ya que los ni?os temen continuar su educaci¨®n.
Yoseph Amaya (Unicef)
Jes¨²s, de 15 a?os, vive en el suburbio chamelec¨¦s de San Pedro Sula. Aunque nunca ha estado en una, vive en territorio de pandillas y la ¨²nica escuela en su ¨¢rea se encuentra en una zona donde hay bandas rivales sumidas en constantes peleas. A la edad de 12 a?os, fue atacado por miembros de una pandilla en la escuela y fue duramente golpeado. Continuaron las amenazas de violencia y de muerte, lo que le oblig¨® a abandonar los estudios. A los 14 a?os, su mejor amigo muri¨® asesinado. Ahora asiste al centro de alcance de FUNADEH, ubicado en el l¨ªmite entre los dos territorios de estas bandas, donde puede aprender el curr¨ªculo de la escuela a trav¨¦s de internet. "Me sent¨ªa inseguro salir de mi casa. No pude ir a la escuela debido a la violencia. Me amenazaban todos los d¨ªas y mi madre tem¨ªa por mi vida cuando sal¨ªa de la casa. Aqu¨ª tengo menos miedo y estoy aprendiendo", dice. "Los miembros de las bandas est¨¢n en las escuelas reclutando ni?os a partir de los siete a?os. La violencia est¨¢ en todas partes. No hay nadie en quien confiar. El problema es muy grande y no tengo esperanza", cuenta su madre.
Para abordar estos problemas, UNICEF est¨¢ trabajando con las comunidades para crear escuelas seguras. Apoya a socios como el Centro de Alcance COMVIDA, que ofrece a los ni?os y j¨®venes en riesgo apoyo y orientaci¨®n contra la violencia, y les brinda oportunidades de realizar un aprendizaje informal.
Yoseph Amaya (Unicef)
Rosie (nombre ficticio), de 16 a?os, en Dominica, en el este del Caribe, el 8 de julio de 2017. Ten¨ªa 15 a?os cuando sufri¨® abusos sexuales. "El hombre ten¨ªa una relaci¨®n con mi madre y, por lo tanto, se convirti¨® en parte de nuestras vidas y en una especie de figura paterna para mi hermana y para m¨ª. Cuando nos conocimos, yo era un beb¨¦, pero a medida que crec¨ªa, pude conocerlo un poco mejor, me dio su n¨²mero y comenzamos a enviar mensajes de texto. Pens¨¦ que estaba siendo demasiado protector con los novios y cosas as¨ª. Luego, despu¨¦s de eso, lo vi en extra?as ocasiones, como durante los per¨ªodos escolares. Me dejaba en la escuela, lo cual era genial, eso significa que no ten¨ªa que caminar a la escuela. Me preguntaba si ten¨ªa novio y me tocaba en el veh¨ªculo, pero me dijo que no era malo. Es como ser padre e hija, fue bueno, como tener una relaci¨®n normal. Y no se lo cont¨¦ a mi madre, porque ella nunca lo entender¨ªa. Eso continu¨® hasta que terminamos teniendo relaciones sexuales en el veh¨ªculo. ?l segu¨ªa diciendo: "no le digas a mam¨¢, ella nunca entender¨¢ nuestra relaci¨®n".
Al cabo de un tiempo, Rosie reuni¨® valor para contarlo a su madre, que decidi¨® ir con ella a una comisar¨ªa a poner una denuncia. Hubo un juicio y ¨¦l lo neg¨® todo. El asunto a¨²n est¨¢ pendiente de sentencia y Rosie sigue siendo tratada psicol¨®gicamente.
Christine Nesbitt (Unicef)![<p>La mayor parte del desarrollo completo del cerebro despu¨¦s del nacimiento depende de la experiencia, que se basa en est¨ªmulos positivos repetitivos y consistentes y tiene lugar en un contexto de seguridad emocional y social.</p> <p>Vera Edna (en el centro), de siete a?os, se sienta con su padre Edward (derecha) y su madre Annette en Kasese, en el oeste de Uganda, el s¨¢bado 25 de marzo de 2017. Seg¨²n el censo de Uganda de 2015, cuyos resultados se publicaron en abril de 2016, la demograf¨ªa del pa¨ªs est¨¢ cambiando r¨¢pidamente: el 56% de la poblaci¨®n tiene menos de 18 a?os, lo que convierte a Uganda en uno de los pa¨ªses m¨¢s j¨®venes del mundo. "Cuando miro a mis hijos, los tomo como mi tesoro. Me aseguro de que su entorno en el hogar y la escuela sea seguro", dice Edward.</p> <p>Edward tuvo una infancia problem¨¢tica. "Mi padre no se preocupaba y para mi madre la disciplina era su objetivo principal, era una mujer de negocios. Dej¨¦ la escuela un a?o [cuando ten¨ªa nueve a?os], pero mi t¨ªo me acogi¨® y me pag¨® los estudios. Hoy mi prioridad es asegurarme de que mis hijos lleguen seguros a casa. Hacemos los deberes juntos. Nadie me pidi¨® que produjera estos ni?os, ellos fueron mi elecci¨®n".</p>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/EUJPLEZAWZIVPPEPHCG4X6H334.jpg?auth=e7d829b230876e7d070d46066fa872204889aba874f7a4c5f2ca9ddef337e0aa&width=414)
La mayor parte del desarrollo completo del cerebro despu¨¦s del nacimiento depende de la experiencia, que se basa en est¨ªmulos positivos repetitivos y consistentes y tiene lugar en un contexto de seguridad emocional y social.
Vera Edna (en el centro), de siete a?os, se sienta con su padre Edward (derecha) y su madre Annette en Kasese, en el oeste de Uganda, el s¨¢bado 25 de marzo de 2017. Seg¨²n el censo de Uganda de 2015, cuyos resultados se publicaron en abril de 2016, la demograf¨ªa del pa¨ªs est¨¢ cambiando r¨¢pidamente: el 56% de la poblaci¨®n tiene menos de 18 a?os, lo que convierte a Uganda en uno de los pa¨ªses m¨¢s j¨®venes del mundo. "Cuando miro a mis hijos, los tomo como mi tesoro. Me aseguro de que su entorno en el hogar y la escuela sea seguro", dice Edward.
Edward tuvo una infancia problem¨¢tica. "Mi padre no se preocupaba y para mi madre la disciplina era su objetivo principal, era una mujer de negocios. Dej¨¦ la escuela un a?o [cuando ten¨ªa nueve a?os], pero mi t¨ªo me acogi¨® y me pag¨® los estudios. Hoy mi prioridad es asegurarme de que mis hijos lleguen seguros a casa. Hacemos los deberes juntos. Nadie me pidi¨® que produjera estos ni?os, ellos fueron mi elecci¨®n".
Jiro Ose (Unicef)