Melania, la primera dama que nunca quiso serlo
Poco a poco, la mujer del presidente se hace con su puesto en la Casa Blanca
Melania Trump nunca quiso que su marido fuera presidente. Emigr¨® a Estados Unidos para ser modelo y acab¨® emparejada con un magnate de su universo, Donald Trump. Durante a?os su vida fue c¨®moda y ostentosa, en un apartamento millonario en la Quinta Avenida de Nueva York y con apenas responsabilidades. Pero los estadounidenses ten¨ªan otros planes para ella y el 8 de noviembre de 2016 se vio involuntariamente escogida para ocupar uno de los puestos de trabajo de mayor nivel: la Primera Dama de Estados Unidos.
La reticencia por entrar en el plano pol¨ªtico ya qued¨® evidenciada durante la campa?a electoral. Solo realiz¨® dos discursos y en ninguno trat¨® de mostrar la cara m¨¢s amable y personal de su marido para pedir el voto por Trump. Fue Ivanka, la hija del presidente, quien asumi¨®, seg¨²n comentaristas pol¨ªticos, un papel m¨¢s t¨ªpico de la mujer del presidente, acompa?ando a su padre a la mayor¨ªa de eventos y compareciendo ante las c¨¢maras para defender ferozmente sus ideas y propuestas.
Una vez elegido Trump, Melania sigui¨® en la sombra hasta que se mud¨® a Washington en junio, cinco meses despu¨¦s de la toma de posesi¨®n. Desde entonces, la eslovena es cada vez m¨¢s una Primera Dama tradicional. Aunque su oficina todav¨ªa tiene la mitad de empleados que los que contrat¨® Michelle Obama, la mujer del republicano ya ha establecido una cartera de asuntos como han hecho sus predecesoras. Obama promocion¨® las dietas saludables y la educaci¨®n de las ni?as mientras que Hillary Clinton centr¨® sus esfuerzos en defender un sistema sanitario que ofreciera una cobertura universal. Las ¡®causas¡¯ de Melania, seg¨²n ha indicado, ser¨¢n el ciberacoso a menores y la lucha contra los opi¨¢ceos, una epidemia que de promedio provoca la muerte de 90 personas al d¨ªa.
¡°Creo que el tema del ciberacoso ser¨¢ para ella m¨¢s dif¨ªcil de abordar por el uso de Twitter de su marido. El de los opi¨¢ceos ser¨¢ el asunto en que se enfoque m¨¢s porque es algo alejado de la pol¨ªtica, una causa unificadora, que es lo que necesita ya que Trump es uno de los presidentes m¨¢s divisivos¡±, afirma la periodista Kate Andersen Brower, autora del libro Primeras Mujeres, un an¨¢lisis de los papeles de las ¨²ltimas diez primeras damas. Sin embargo, el trabajo avanza con lentitud en el Ala Este de la Casa Blanca.
En parte se debe a que Melania, cuya primera lengua no es el ingl¨¦s, vive en una ciudad hostil a la pareja que ocupa el 1600 de la Avenida de Pensilvania. En Washington el 93% de votantes se decant¨® por la dem¨®crata Clinton. ¡°Brilla m¨¢s cuando est¨¢ fuera de Washington, conecta mejor con la gente, mientras que cuando est¨¢ en la capital se siente bajo ataque. No sale tanto como Michelle. No va de compras ni a cenar en restaurantes. No est¨¢ feliz¡±, valora Brower.
Pero poco a poco, Melania, que ha resistido duras cr¨ªticas de la prensa, comienza a ocupar el espacio propio de su puesto. La Primera Dama ha realizado varios viajes con el presidente, a Europa y Asia, as¨ª como por s¨ª sola a Canad¨¢. En EE UU ha visitado hospitales, organizado eventos en la Casa Blanca y celebrado Halloween en el jard¨ªn de la residencia oficial con los hijos de empleados. Gestos simb¨®licos que combina con miradas serias, rostros inm¨®viles y retiradas de mano a Trump en actos oficiales.