Catalanes contra catalanas
Cuando alguien esquiva por sistema el gen¨¦rico masculino, suele encontrarse inconvenientes
La duplicaci¨®n de g¨¦neros no hace falta en espa?ol. Ni en franc¨¦s (ahora est¨¢n de pol¨¦mica en el pa¨ªs vecino a causa de un ¡°manual escolar inclusivo¡± criticado por su Academia). Este uso no tiene un car¨¢cter denotativo (no a?ade significado) sino connotativo (implica un mensaje adicional). Quienes acuden a esa f¨®rmula (¡°ciudadanos y ciudadanas¡±, ¡°espa?oles y espa?olas¡±¡) desean mostrar de buena fe su voluntad igualitaria entre sexos. Y quienes sentimos abusivas esas duplicaciones las podemos comprender, sin embargo, como medio para cumplir un fin que compartimos.
Pero cuando alguien contraviene por sistema la gram¨¢tica y esquiva el gen¨¦rico masculino, suele encontrarse inconvenientes. El armaz¨®n del lenguaje est¨¢ tan conseguido que cualquier vulneraci¨®n puede convertirse en significativa de una idea imprevista. Y no hay que olvidar que la gram¨¢tica no dice c¨®mo se debe hablar, sino c¨®mo se habla; y que los gram¨¢ticos no crean las reglas, sino que las deducen.
Normalmente, los ejemplos que amenizan y explican un discurso o un art¨ªculo acuden al gen¨¦rico masculino. Si alguien est¨¢ disertando sobre problemas del sistema educativo, pongamos por caso, puede decir: ¡°Un estudiante que aprueba no es necesariamente un buen estudiante¡±. La oraci¨®n se entender¨ªa neutral desde el punto de vista de la divisi¨®n de sexos, porque seg¨²n la gram¨¢tica englobar¨ªa a los estudiantes y a las estudiantes. Pero suceder¨ªa algo muy distinto si el autor del discurso tornase esa frase en femenino. As¨ª, la opci¨®n ¡°una estudiante que aprueba no es necesariamente una buena estudiante¡± levantar¨ªa sospechas de sexismo. Y podr¨ªan reclamarse explicaciones al autor por haberse referido s¨®lo a las estudiantes, como si eso no fuera v¨¢lido tambi¨¦n para los chicos.
Una muestra m¨¢s de que la gram¨¢tica, como obra colectiva que es, no se deja dominar tan f¨¢cilmente por la voluntad de cada individuo la tenemos en una frase que Pedro S¨¢nchez repiti¨® el pasado domingo y que hab¨ªa pronunciado tambi¨¦n en algunas ocasiones anteriores.
(Por cierto, el sintagma ¡°la voluntad de cada individuo¡± que acabo de utilizar me sirve tambi¨¦n de ejemplo, pues si hubiera escrito con toda correcci¨®n ¡°la voluntad de cada individua¡±, para no elegir siempre ejemplos en masculino, ser¨ªa igualmente sospechoso por aparente discriminaci¨®n: ?a qu¨¦ vendr¨ªa referirse aqu¨ª a la voluntad exclusiva de las mujeres de dominar la gram¨¢tica?).
El dirigente socialista ha alertado varias veces ante una posible ¡°fractura interna entre catalanes y catalanas¡±. Obviamente, el lenguaje inclusivo que tanto cansa y que tanto comprendemos hu¨ªa en ese caso de la expresi¨®n ¡°una fractura entre catalanes¡±, y por tanto evitaba el masculino gen¨¦rico. Pero cualquier hablante con cierta competencia en el idioma castellano se da cuenta de que hablar de una fractura entre catalanes y catalanas equivale a referir una divisi¨®n entre hombres y mujeres de Catalu?a; porque, lejos de aunar en una misma colectividad a los dos sexos conforme pretend¨ªa el hablante, lo que se hace con ello es separarlos.
Como entiendo, insisto, la buena voluntad de las duplicaciones, no ser¨¦ yo quien censure tan cansina costumbre, pero esa manera de contradecir los usos gramaticales obliga a quienes usan y abusan de esa f¨®rmula a estar atentos ante sus contraindicaciones insospechadas.
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