Para hacer qu¨¦
Ante la convocatoria electoral del 21-D hay que fijarse en los matices que introduzca cada grupo
Las elecciones tienen consecuencias. Robert Kennedy dec¨ªa que no solo serv¨ªan para recordar a los ciudadanos sus derechos, sino tambi¨¦n para enfrentarles a su responsabilidad. Sea verdad o no, las mejores consecuencias suelen derivarse de que, incluso aunque todo el mundo se presente con los mismos objetivos que en comicios anteriores, los resultados casi nunca dejan de producir nuevos equilibrios, a veces incluso nuevas relaciones de fuerza, adem¨¢s de dar vida a interlocutores, secundarios o principales, capaces de tomar parte en nuevos di¨¢logos. Es decir, las elecciones quiz¨¢s no resuelvan los problemas, pero ayudan a que aparezcan nuevas maneras de enfocarlos y eso ya suele ser un arranque prometedor y razonable.
En el caso de las elecciones catalanas del 21 de diciembre, las consecuencias ser¨¢n, adem¨¢s, inmediatas desde un punto de vista pol¨ªtico, puesto que el apartado E9 de las medidas de excepci¨®n solicitadas por el Gobierno ¡ªen virtud del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n, y autorizadas por el Senado¡ª dice textualmente: ¡°Se mantendr¨¢n vigentes y ser¨¢n de aplicaci¨®n hasta la toma de posesi¨®n del nuevo Gobierno de la Generalitat, resultante de la celebraci¨®n de las correspondientes elecciones al Parlamento de Catalu?a¡±.
La atenci¨®n se centra ahora en la formaci¨®n de candidaturas, pero en lo que habr¨ªa que fijarse es en los matices que introduzca cada uno de los grupos. Estas elecciones arrancan de un escenario en el que dos mundos se miran con una gran desconfianza. Solo pol¨ªticos aquejados de locura pueden pedir que el 22-D se plantee un escenario id¨¦ntico al que exist¨ªa antes de la convocatoria. La pregunta inevitable que se tienen que formular los votantes es: ?me piden la papeleta para hacer qu¨¦? Y la segunda consideraci¨®n: ?se enmarca eso dentro de lo posible en un plazo de tiempo como el que ofrece la pr¨®xima legislatura parlamentaria?
?Hacer qu¨¦? es una pregunta que deber¨ªa encabezar cualquier programa electoral, pero en este caso parece ser a¨²n m¨¢s determinante. Los partidos o candidaturas que aspiran a gobernar, ERC, PDeCAT, PSC, CSQP (la CUP no se lo plantea), saben que es la sociedad catalana la que no puede soportar cuatro a?os m¨¢s de enfrentamiento interno y sin esperanza, sin un programa pol¨ªtico que aborde problemas cotidianos, en muchas ocasiones mucho m¨¢s complejos y vitales de lo que ellos quieren admitir. ?Qu¨¦ proponen para distender ese enfrentamiento y para dibujar un horizonte pol¨ªtico a corto plazo? No se trata de que nadie renuncie a sus objetivos, sino de presentar una propuesta comprensible en t¨¦rminos pol¨ªticos. No se trata de volver a ninguna situaci¨®n anterior, sino de mejorarla. Resulta descorazonador el poco prestigio pol¨ªtico que tiene la palabra ¡°mejor¨ªa¡± frente a la mucho m¨¢s inquietante de ¡°soluci¨®n total¡±.
?Hacer qu¨¦? no es solamente una pregunta dirigida a los partidos catalanes. En este caso, deber¨ªa lanzarse tambi¨¦n al Gobierno central. Tanta locura ser¨ªa que los pol¨ªticos catalanes creyeran que pueden volver a un escenario id¨¦ntico al que exist¨ªa antes de las elecciones del 21-D, como que el Gobierno de Mariano Rajoy crea que basta de nuevo su silencio para reconducir el problema. En absoluto. Rajoy est¨¢ obligado a hablar, y a tomar iniciativas pol¨ªticas. El Estado de las autonom¨ªas, con todos sus defectos, ha permitido que los territorios y pueblos con personalidad hist¨®rica recuperaran su autogobierno, pero ahora se plantean nuevas aspiraciones y realidades. Al mismo tiempo, territorios de Espa?a que estaban casi olvidados han recuperado tambi¨¦n vitalidad y energ¨ªa gracias a ese nuevo reparto de poder. El Estado necesita completar su dise?o territorial y el sistema de financiaci¨®n sobre el que base ese nuevo dise?o, y el Gobierno central no puede pretender estar ausente o paralizar ese debate.
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