Fistro

?Todo el dinero de mi hucha por ver la cara de Chiquito al verse en las p¨¢ginas de Cultura! Picasso, Unamuno, los mangantes de la SGAE, el Liceo, el Louvre, Pink Floyd¡­ y Chiquito. Hasta el Rey se despidi¨® del fistro. Decididamente, vivimos tiempos de heterodoxia. Menudo cabreo llevar¨¢n los guardianes de la pureza.

La cultura popular existe, y no est¨¢ en bazofias hiperdise?adas como Gran Hermano y S¨¢lvame, sino en pobres diablos derrotados por la vida ¡ªun cantaor de tercera fila, pongamos por caso¡ª pero capaces de inventarse mundos, mundos de lenguajes y andares, andares de lagarterana con el culo prieto, un salero personal e intransferible. Son los c¨®micos no ya de la legua, sino de la lengua, esos en los que ya no importa tanto lo que se dice sino c¨®mo se dice: la prueba del algod¨®n de que un humorista ha triunfado.

Y frente a estos siervos de la gleba que pelean cada chiste en el hipercompetitivo cuadril¨¢tero de los payasos suelen sacar a pasear sus plumas de pavo real los paladines del humor inteligente, escrito as¨ª, con cursivas, porque no se sabe bien qu¨¦ es. Quiz¨¢ es el humor que gusta a quienes creen serlo. Inteligentes. Qui¨¦n les han convencido de tal cosa, ah, ese es otro cantar. Nunca reir¨¢n chistes vulgares ¡ªdel vulgo¡ª porque priorizan la media sonrisa impostada a la carcajada que estalla, tan de mal gusto y bendita sea.

Sol¨ªamos ir a ver Aqu¨ª llega Condemor al pase de las cuatro de una tarde de verano intentando que no se nos viese. Qu¨¦ iba a ser de nosotros si alguien nos reconoc¨ªa. O plagiando y deformando miserablemente a Julio Cort¨¢zar: no fuese que a alg¨²n pobre diablo se le ocurriera entrar y se metiera en el cine, a esa hora y con la sala tomada.