16 fotosLa maldici¨®n del segundo: 17 genios que tuvieron la mala suerte de coincidir con otro incluso mejorDal¨ª-Picasso, Ronaldo-Messi, Montgomery Clift-Marlon Brando... Protagonizaron encarnizadas rivalidades y solo gan¨® unoICON18 nov 2017 - 07:53CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlacePareja de hecho desde que Ren¨¦ Goscinny y Albert Uderzo los crearon en 1959, atrapados en la eterna juventud de un c¨®mic por el que no pasa el tiempo, los dos galos mostachudos se tienen una lealtad tan irreductible como la aldea en la que viven, que resiste ahora y siempre al invasor romano. Ast¨¦rix viene a ser un h¨¦roe sin grandes atributos, un lienzo en blanco en el que los lectores pueden proyectar sin interferencias su propia personalidad. Apenas tiene cualidades llamativas que le singularicen de verdad m¨¢s all¨¢ de una arrogancia y una vanidad muy francesas. Ob¨¦lix, en cambio, es glot¨®n, pendenciero, afectuoso, pueril, suspicaz, leal, enamoradizo, caprichoso, terco... Un ser humano complejo, poli¨¦drico y entra?able al que, sin embargo, el resto de irreductibles de la aldea, empezando por el druida Panor¨¢mix, tiende a tratar con condescendencia, como a una especie de tonto ¨²til, un simple ap¨¦ndice de Ast¨¦rix. Su estatus de paria integrado es tan evidente que se le excluye incluso de ese ritual de reafirmaci¨®n colectiva que es la toma de la poci¨®n m¨¢gica ¡°porque se cay¨® en la marmita de peque?o¡±. Dadas las circunstancias, no es extra?o que el resentimiento de Ob¨¦lix, el hombre eclipsado y ninguneado, aflore con contundencia en historias como 'La ciza?a' o 'Ast¨¦rix el legionario'.La inquina que se tuvieron en su d¨ªa es agua pasada. Estuvieron d¨¦cadas despreci¨¢ndose e insult¨¢ndose, pero lo hac¨ªan por inercia y por deporte. La verdad, la triste verdad para los que alguna vez se tomaron en serio aquella encarnizada batalla de las bandas entre Oasis (la banda de Gallagher)y Blur (el grupo de Albarn) de verano del 95, es que Noel y Damon no solo hace mucho tiempo que no se odian, sino que ya incluso se permiten el lujo de colaborar en 'We got the power', uno de los temas del ¨²ltimo ¨¢lbum de Gorillaz. Seg¨²n Alan McGee, descubridor de Oasis, mientras que para Blur todo aquello no fue m¨¢s que un juego que se les fue de las manos, los hermanos Gallagher lo vivieron como una guerra sin cuartel entre el orgullo de clase obrera del norte industrial y la insufrible arrogancia del Londres pijo y exquisito. Al final, Damon gan¨® una batalla (el single de su banda, ¡®Country house¡¯, consigui¨® el n¨²mero 1 por encima del de Oasis, ¡®Roll with it¡¯ en esa lista de ventas de la semana del 14 de agosto que fue manzana de la discordia), pero perdi¨® la guerra a medio y largo plazo, al consolidarse Oasis como el grupo de mayor ¨¦xito popular de la generaci¨®n 'britpop' y acabar siendo Noel ampliamente reconocido como el mejor compositor de la hornada. Albarn tir¨® la toalla y asumi¨® con naturalidad su papel de segund¨®n en una entrevista muy posterior, ya en 2010. Noel le correspondi¨® un a?o despu¨¦s diciendo que desearle a Damon y al bajista de su banda, Alex James, que cogiesen el SIDA hab¨ªa sido un detalle de p¨¦simo gusto: ¡°Como m¨¢ximo, deb¨ª desearles un fuerte catarro. Nuestra rivalidad no era para tanto¡±.Es uno de los momentos m¨¢s divertidos y crueles del estupendo documental 'Don¡¯t look back', cr¨®nica audiovisual de la gira brit¨¢nica de Bob Dylan de 1965 filmada con mano maestra por D. A. Pennebaker. El cantautor escoc¨¦s Donovan Phillips Leitch acude con su guitarra al hotel de Londres en que se hospedan Dylan y su sequito, les toca una de sus canciones ('To sing for you') y recibe el menosprecio arrogante de su ¨ªdolo, que le arrebata el instrumento entre risas ahogadas y cuchicheos para tocarle una estrofa de 'It¡¯s all over know baby blue' y dejarle as¨ª muy clara la diferencia entre un genio en su pedestal y un simple advenedizo con pretensiones. A Donovan, que ya hab¨ªa sido bautizado por entonces por la prensa como "el Dylan brit¨¢nico", le persiguen esas im¨¢genes. Poco importa que el de Glasgow sea un artista de s¨®lida trayectoria, autor de himnos generacionales como 'Catch the wind' o 'Universal soldiers' y obras maestras de la psicodelia hippie como 'Hurdy gurdy man' o 'Atlantis', a¨²n hay quien le recuerda que hace m¨¢s de 50 a?os quiso salir en la foto, tuvo la osad¨ªa de arrimarse a la versi¨®n m¨¢s desquiciada y vitri¨®lica de Bob Dylan y fue castigado con dureza.La rivalidad de Joan Crawford (Texas, 1904) y Bette Davis (Massachussets, 1908) ya era conocida. Pero al director Robert Aldrich se le ocurri¨® convertirla en un apasionante espect¨¢culo en '?Qu¨¦ fue de Baby Jane?' (1962), una pel¨ªcula rodada cuando la carrera de ambas se encontraba en un bache. El rodaje fue todo lo tenso que se esperaba y su rivalidad no solo aliment¨® la taquilla (la pel¨ªcula fue un ¨¦xito), sino que super¨® la popularidad de la pel¨ªcula (Ryan Murphy la convirti¨® en una serie en 2017 con la estupenda 'Feud'). ?Pero qui¨¦n gan¨® aqu¨ª entre estos dos talentos incombustibles? Hay que apuntar que Bette Davis no solo consigui¨® una nominaci¨®n al Oscar (Crawford no), sino que su carrera posterior fue mucho m¨¢s duradera y rica que la de Crawford, que trabaj¨® durante ocho a?os m¨¢s en subproductos de terror que no hac¨ªan honor a su carrera y su talento. Bette Davis trabaj¨® casi hasta su muerte, en 1989, en cine y televisi¨®n y recibi¨® reconocimientos como la Legi¨®n de Honor de Francia, el premio a toda su carrera del American Film Institute y, justo antes de morir, un homenaje en el Festival de Cine de San Sebasti¨¢n.GettyLa suya fue una de las rivalidades m¨¢s intensas y extenuantes de la historia del deporte. Dos hombres condenados a enfrentarse en un total de 144 partidas de ajedrez con el t¨ªtulo mundial en juego entre 1984 y 1990, viviendo el uno a expensas del otro, conscientes del formidable reto intelectual y deportivo que supon¨ªa tratar de derrotarse mutuamente. Hoy se respetan y se aprecian (¡°gran parte de lo que s¨¦ sobre el ajedrez y la vida lo aprend¨ª enfrent¨¢ndome a K¨¢rpov¡±, ha llegado a reconocer Kasp¨¢rov en una entrevista reciente), pero a mediados de los 80, cuando Kasp¨¢rov quiso presentarse como el hombre ¡®nuevo¡¯ de la perestroika en lucha contra el rancio aparato de los comunistas sovi¨¦ticos que para ¨¦l representaba K¨¢rpov, llegaron a detestarse. A la larga, Kasp¨¢rov derrot¨® y eclips¨® a K¨¢rpov. Pero lo cierto es que los dos eran ajedrecistas exquisitos, de un nivel muy similar y con muy pocos precedentes en la historia del juego ciencia.Cristiano Ronaldo podr¨ªa escribir una tesis doctoral sobre lo que supone sufrir un eclipse de talento. Leo Messi viene siendo su piedra en el zapato desde que el portugu¨¦s ten¨ªa 20 a?os. Por entonces, Cristiano iba camino de ser reconocido como la principal estrella de la constelaci¨®n f¨²tbol. La suya era una formidable historia de superaci¨®n personal a trav¨¦s del deporte con episodios como su dif¨ªcil infancia en Madeira o el problema de coraz¨®n que casi le aparta del f¨²tbol a los 15 a?os. Hab¨ªa sobrevivido a todo ello para convertirse en un formidable atleta y el jugador franquicia de la selecci¨®n de Portugal y del Manchester United. El futuro era suyo. Pero entonces irrumpi¨® Messi, dos a?os menor. Un talento m¨¢s cuajado, m¨¢s puro. "Un genio", en opini¨®n de Fabio Capello. "Un poeta del bal¨®n y el futbolista m¨¢s completo de la historia", seg¨²n Johan Cruyff. "El Picasso del f¨²tbol", seg¨²n C¨¦sar Luis Menotti. A Cristiano se le reconocen el esfuerzo, la constancia, su relaci¨®n privilegiada con el gol y el voraz instinto competitivo que le mantienen, ya en la treintena, varios pelda?os por encima de los Mbapp¨¦, Dybala o Griezmann. De Messi, el ol¨ªmpico extraterrestre cuya grandeza no se mide ya en goles, t¨ªtulos ni Balones de Oro, suele decirse en cambio que su reino no es de este mundo, que es Maradona todos los d¨ªas y Pel¨¦ cuando le apetece. ¡°Mi hijo siempre elige jugar contigo en la PlayStation¡±, le reconoci¨® el portugu¨¦s al argentino hace un par de a?os, en un encuentro casual en Z¨²rich. Pocas veces una declaraci¨®n de impotencia son¨® tan cordial y tan elegante.Nacido en la comarca francesa del Limousin en 1936, Raymond Poulidor ha pasado a la historia como el eterno segund¨®n de la historia del ciclismo. ¡°Me hice rico y famoso acumulando desgracias y derrotas¡±, recordaba ¨¦l con humor resignado en una entrevista del a?o 2004. Escalador prodigioso, con mucho fuelle y una inaudita capacidad de sufrimiento, Poulidor particip¨® en 14 Tours entre 1962 y 1976 y fue podio en ocho ocasiones, pero no pudo ganar nunca la gran ronda francesa porque en su camino se cruzaron un par de rivales fuera de serie, primero Jacques Anquetil y despu¨¦s Eddy Mercx. El persistente eclipse deportivo al que le someti¨® Anquetil hasta bien entrados los 60 es hoy leyenda del deporte: Poulidor sufri¨® tanto la superioridad de su rival en la contrarreloj como una serie casi inveros¨ªmil de desfallecimientos, ca¨ªdas y ataques frustrados . ¡°Al final, los Tours se los llevaba Anquetil, pero la gente me segu¨ªa prefiriendo a m¨ª¡±, dijo en su d¨ªa Poulidor, uno de los perdedores cr¨®nicos m¨¢s populares de la historia.La del brit¨¢nico Robert Falcon Scott fue una derrota por partida doble. Lleg¨® al Polo Sur cinco semanas despu¨¦s que su rival en la carrera ant¨¢rtica, el noruego Roald Amundsen, y tanto ¨¦l como sus hombres murieron en el camino de vuelta, atrapados por una fuerte ventisca en la barrera de hielo de Ross, en los ¨²ltimos d¨ªas del verano austral de 1912. Sus ¨²ltimas palabras fueron: ¡°Por el amor de Dios, cuida de nuestra gente¡±. Aunque en su momento fue considerado por sus compatriotas como una especie de h¨¦roe rom¨¢ntico, un visionario que se hab¨ªa inmolado en el altar del progreso y de la grandeza del Imperio Brit¨¢nico, Scott es visto hoy en d¨ªa como un l¨ªder ca¨®tico, un p¨¦simo planificador que cometi¨® errores de bulto en su expedici¨®n polar. Nada que ver con la g¨¦lida eficacia de Amundsen ni con el sentido com¨²n y la capacidad de liderazgo de otro de sus rivales, el anglo-irland¨¦s Robert Shackleton, que no alcanz¨® el Polo Sur pero sobrevivi¨® a m¨¢s de dos a?os de accidentada odisea por el continente helado sin perder un solo hombre.Ya en 'Mozart y Salieri', ¨®pera de Nikol¨¢i Rimski-K¨®rsakov estrenada en 1898, se afirmaba sin tapujos que Antonio Salieri hab¨ªa envenado a su colega Wolfgang Amadeus Mozart corro¨ªdo por la envidia que le causaba su inmenso talento. El dramaturgo ingl¨¦s Peter Shaffer profundiz¨® en la historia de la (supuesta) rivalidad malsana entre estos dos m¨²sicos de la era barroca con su obra 'Amadeus' (1979), adaptada al cine cinco a?os despu¨¦s por Milos Forman. Seg¨²n la apasionante pero no del todo fiable versi¨®n de Shaffer, a Salieri, compositor de ¨¦xito pero de un talento menor, le mortificaba que un perfecto ga?¨¢n de inteligencia discutible y costumbres vulgares como Mozart tuviese el don celestial de hacer m¨²sica sublime. Por eso se dedic¨® a sabotear la carrera de su rival en la corte vienesa y acab¨® asesin¨¢ndolo. Sin embargo, la evidencia hist¨®rica apunta m¨¢s bien a que Salieri no solo no tuvo nada que ver con la muerte de Mozart, sino que fue su amigo, mentor y colaborador pese a alg¨²n desencuentro puntual sin demasiada importancia.El nombre de Pierre Curie (Par¨ªs, 1859) es una instituci¨®n en el campo de la investigaci¨®n. Pero el de su esposa Marie (Varsovia, 1867) lo supera. Los hechos: juntos ganaron el premio Nobel de F¨ªsica en 1903 por sus investigaciones sobre la radioactividad, pero ella volvi¨® a ganar un Nobel de Qu¨ªmica, esta vez sola, en 1911. No solo es la ¨²nica mujer que ha ganado dos premios Nobel: es tambi¨¦n la ¨²nica persona que lo ha hecho en dos categor¨ªas diferentes.En octubre de 1974, George Foreman, un brutal fajador de 25 a?os con dinamita en los pu?os, parec¨ªa invencible. Sin embargo, perdi¨® en Kinsasa, capital de Zaire, la llamada Rumble in the Jungle (La pelea de la selva), un legendario combate que le enfrent¨® a un rival siete a?os mayor y, en teor¨ªa, en pleno declive. Porque el Muhammad Ali de oto?o del 74 ya no era ese poeta del cuadril¨¢tera que, seg¨²n feliz expresi¨®n de su agente y principal propagandista, Greg ¡®Bundini¡¯ Brown, revoloteaba como una mariposa y aguijoneaba como un avispa. La edad y los a?os en que se mantuvo alejado del boxeo por razones ajenas a su voluntad le hab¨ªan pasado factura. En Kinsasa, el veterano campe¨®n se dej¨® arrinconar por su rival casi desde el principio. En lo que parec¨ªa una claudicaci¨®n prematura, se recost¨® sobre las cuerdas y permiti¨® que los pu?os de acero de Foreman le castigasen el torso mientras se cubr¨ªa la cara. Un recital de estoicismo y resistencia pasiva, bautizado por su entrenador, Angelo Dundee, como ¡®rope-a-dope¡¯ (el dopaje de las cuerdas), que le sirvi¨® para acabar noqueando en el octavo asalto a un exhausto y desconcertado Foreman. En parte debido a ese combate, hoy recordamos a Ali como uno de los grandes atletas del siglo XX, el gran genio visionario que transform¨® el boxeo, y a Foreman como un muy digno rival que no fue capaz de hacerle besar la lona ni en su fase de decadencia.En los primeros 90, Marco Pantani, nacido en Cesena en 1970, form¨® parte, junto a Gianni Bugno o Claudio Chiapucci, del club de magn¨ªficos ciclistas italianos eclipsados por Miguel Indur¨¢in. Sin embargo, a diferencia de Poulidor, que sobrevivi¨® a la dictadura de Anquetil para ser sometido a?os despu¨¦s a la de Eddy Mercx, Pantani s¨ª aprovech¨® su oportunidad de asaltar los cielos en cuanto se retir¨® el extraterrestre de Villava. Ya en 1997 anduvo cerca en la general del Tour de Francia del alem¨¢n Jan Ulrich, al que derrotar¨ªa el a?o siguiente. Y lo hizo a lo grande, con un majestuoso ataque al pie del Galibier que le permiti¨® llegar a la meta de Les Deux Alpes con nueve minutos de ventaja que a la postre ser¨ªan decisivos. Pese a lo deprimente que acabar¨ªa siendo la recta final de su vida, a Pantani, sancionado por dopaje un a?o despu¨¦s de su gran ¨¦xito y fallecido en extra?as circunstancias en un hotel de R¨ªmini en 2004, con solo 34 a?os, hay que reconocerle que supo resistirse con u?as y dientes al papel de segundo en discordia al que parec¨ªa condenado cuando empez¨® a descollar en el pelot¨®n internacional.Elsa Schiaparelli (Roma, 1890) fue una de las grandes fuerzas creativas del dise?o en su d¨ªa. Cercana a artistas como Dali, Duchamp, Cocteau y Man Ray, sus creaciones fueron en su d¨ªa m¨¢s valientes e innovadoras que las de Coco Chanel (Maine y Loira, 1883), que sin embargo tuvo m¨¢s talento con los negocios y vio como su firma crec¨ªa y triunfaba tras la Segunda Guerra Mundial. Mientras, Schiaparelli, en bancarrota, cerr¨® su firma en 1954. Hoy las creaciones de Schiaparelli est¨¢n en museos, pero la firma Chanel sigue triunfando en los negocios y sobre las pasarelas.GettyEl dan¨¦s Niels Bohr no fue capaz de noquear a Albert Einstein en el gran combate intelectual del siglo XX. Y eso que Bohr golpeaba con la contundencia y el rigor de la mec¨¢nica cu¨¢ntica. Einstein se resisti¨® durante d¨¦cadas (hasta mediados de los a?os 30) a algunas de las conclusiones de esta por entonces nov¨ªsima y prometedora disciplina cient¨ªfica. Y lo hizo aplicando la intuici¨®n y el pensamiento lateral, dos armas no muy distintas del ¡®rope-a-dope¡¯ de Muhammad Ali. El f¨ªsico alem¨¢n lleg¨® a estar contra las cuerdas, como le ocurri¨® en la c¨¦lebre conferencia de Solvay de 1927, pero el sensato y ecu¨¢nime Bohr acab¨® reconociendo que la terca esgrima intelectual a la que le somet¨ªa Einstein era un poderoso est¨ªmulo. Le hac¨ªa pensar m¨¢s y mejor y, en ¨²ltima instancia, plantearse nuevos problemas y llegar a mejores conclusiones. La perspectiva actual m¨¢s com¨²n es que Bohr estaba en lo cierto en gran parte de las cuestiones que fueron objeto de debate entre ellos. Pero eso no impide que la de Bohr siga siendo una figura relativamente oscura (pese a lo mucho que ha hecho la serie ¡®The Big Bang Theory¡¯ para popularizarla) y que, en cambio, consideremos a Einstein una personalidad clave del siglo XX y uno de los mayores genios de la historia de la ciencia.Pocos fracasos resultan tan controvertidos como el de Wener Heisenberg. Durante muchos a?os, se dio por cierto que el f¨ªsico alem¨¢n, padre del principio de incertidumbre y premio Nobel en 1932, hab¨ªa fracasado de forma deliberada en su intento de desarrollar una bomba at¨®mica para Adolf Hitler. Incluso se lleg¨® a afirmar que su c¨¦lebre encuentro con Niels Bohr en Copenhague en septiembre de 1941 fue en realidad un intento de filtrar a los aliados detalles del plan nuclear alem¨¢n para que hiciesen lo posible por impedirlo. Hoy se sabe, en cambio, que Heisenberg y su equipo aparcaron sus reservas morales y trabajaron con denuedo para producir la bomba, objetivo del que solo les separaron una serie de errores de c¨¢lculo. En paralelo, el Proyecto Manhattan, dirigido por Robert Oppenheimer en estrecha colaboraci¨®n con premios Nobel como el italiano Enrico Fermi, hizo espectaculares progresos en su laboratorio de Los ?lamos, Nuevo M¨¦xico, entre 1943 y 1945. El resultado lo padecer¨ªan pronto las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.En su libro de memorias, 'Las canciones que mi madre me ense?¨®', Marlon Brando describe a Monty Clift como ¡°un amigo que tuvo una muerte prematura y tr¨¢gica¡±. Brando recuerda lo mucho que ten¨ªan en com¨²n. Ambos eran de Omaha, de edad muy similar y alumnos del Actor¡¯s Studio. Compartieron agente, amigos e incluso novias. Hasta bien entrados los a?os 50, compitieron con frecuencia por los mismos papeles. Elizbeth Taylor, amiga de ambos, aseguraba que Monty sent¨ªa una secreta envidia por Marlon, un seductor cuyo magnetismo animal resultaba evidente para cualquier que lo conociese. En 1958, dos a?os despu¨¦s de que Clift sufriese un accidente de coche que le dej¨® importantes secuelas y agudiz¨® su dependencia del alcohol y los calmantes, ambos actores trabajaron juntos en el cl¨¢sico del cine b¨¦lico 'El baile de los malditos', de Edward Dmytryk. Por entonces, Brando estaba en la cresta de la ola y Clift, en plena decadencia, inmerso, seg¨²n la descripci¨®n de su antiguo profesor Robert Lewis, ¡°en el suicidio m¨¢s largo de la historia de Hollywood¡±. Tras una tensa conversaci¨®n nocturna en la que Brando trataba de advertirle de los riesgos de su estilo de vida autodestructivo, Clift acab¨® haci¨¦ndole a su amigo y compa?ero de reparto una confesi¨®n dolorosa: ¡°T¨² tienes todo lo que yo siempre quise¡±.