Y para el final, la gran estrella maldita del cine, el actor al que se le achaca (err¨®neamente) la frase que podr¨ªa definir este recorrido: "Vive r¨¢pido, muere joven y deja un bonito cad¨¢ver". Solo tres pel¨ªculas le bastaron al estadounidense James Dean (1931-1955) para convertirlo en uno de los iconos m¨¢s perdurables del cine, uno que fascina por su personalidad, por su vida privada (mucho se ha debatido sobre su sexualidad) y por su aspecto. Desde su muerte en un accidente de coche el 30 de septiembre de 1955, cuando ten¨ªa 24 a?os, cada a?o se saluda a un nuevo int¨¦rprete como "el nuevo James Dean". Para desgracia del m¨¢rketing, nunca ha habido otro.