Ladridos
La madre de Ozawa no entend¨ªa lo que era un abucheo, carec¨ªa de espacio en el alma para aprehender una pr¨¢ctica tan mezquina y analfabeta
En 2010 el director de orquesta Seiji Ozawa sufri¨® un c¨¢ncer de es¨®fago (hoy ya superado) y anduvo dos a?os con tratamientos qu¨ªmicos sin poder dirigir. Durante ese tiempo su amigo, el novelista Haruki Murakami, le visitaba con frecuencia y hablaban s¨®lo de m¨²sica. Era lo que m¨¢s le aliviaba. Ambos estaban presos en las redes de Euterpe, hechicera suprema en cuyos nudos gozamos de su despotismo quienes no queremos pertenecer a otra tirana.
Durante una de las conversaciones surgi¨® la historia de cuando Ozawa fue a Mil¨¢n invitado por Pavarotti para dirigir Tosca en La Scala. Lo consult¨® con Karajan, uno de sus maestros, y este se llev¨® la batuta a la cabeza: ¡°?Es una locura! ?Un suicidio! ?Ni se te ocurra!¡±. Ozawa, sin embargo, consider¨® peor contrariar a Pavarotti. Y all¨ª dirigi¨® Tosca en 1980.
Su mujer acababa de tener un cr¨ªo y no pudo acompa?arle, pero consciente de la barbarie de los occidentales, su madre acudi¨® para cocinarle platos japoneses. El d¨ªa del estreno recibi¨® un colosal abucheo. Le afect¨® porque estaba habituado al p¨²blico de Boston, de Nueva York, de Viena, que es un p¨²blico educado. Se sinti¨® insultado por aquellos xen¨®fobos, m¨¢s parecidos a los del f¨²tbol que a los de la ¨®pera, que no toleraban a un asi¨¢tico en ¡°su¡± repertorio verdiano. El abucheo desapareci¨® a los pocos d¨ªas y al final la orquesta del teatro le dedic¨® una ovaci¨®n.
Lo m¨¢s bonito es que su madre, presente el d¨ªa del estreno, incapaz de concebir semejante groser¨ªa, crey¨® que eran gritos de entusiasmo y estaba muy contenta. Cuenta Ozawa que no pudieron hacerle entender lo que era un abucheo. La mujer carec¨ªa de espacio en el alma para aprehender una pr¨¢ctica tan mezquina y analfabeta.
Lo mismo nos sucede a nosotros con nuestros xen¨®fobos.
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