?Viva el Black Friday de aqu¨ª!
La fiebre del consumo lleg¨® a Espa?a hace unos cinco a?os y se ha adaptado de una manera particular
En medio del l¨ªo, con la tienda abarrotada, una se?ora enarbola unas zapatillas de deporte, se las muestra al dependiente con cierta ansia y pregunta con m¨¢s ansia todav¨ªa: ¡°Oiga, por favor, estas, ?tienen Black Friday?¡±. El dependiente las examina de cerca y responde: ¡°No, estas no. Hay otras que s¨ª. Pero estas no. Lo siento¡±. La se?ora arruga la boca y compone un gesto de fastidio dedicado al vendedor, como si ¨¦l personalmente tuviera la culpa: ¡°Hombre, pues vaya gracia. Hab¨ªa venido expresamente para comprarlas¡±.
Esto ocurr¨ªa ayer, viernes, en el centro de Madrid. El martes pasado, en una tienda de regalos del barrio de Quintana, tambi¨¦n en Madrid, un se?or le preguntaba al due?o al ver que este colocaba carteles con ofertas repartidos por todas las paredes: ¡°Perdone, aqu¨ª donde usted, ?hay Black Friday tambi¨¦n el s¨¢bado?¡±. ¡°S¨ª, claro¡±, respondi¨® el otro con uno de los carteles en la mano, ¡°y el domingo tambi¨¦n¡±.
El Black Friday (cuyo nombre alude a que los comercios estadounidenses ten¨ªan muchas posibilidades de pasar en un solo d¨ªa de n¨²meros rojos a negros gracias al aluvi¨®n de compradores y ventas) est¨¢ s¨®lidamente instaurado en EE?UU desde hace d¨¦cadas. Pero tiene sus l¨ªmites y sus reglas no escritas. Empieza el viernes despu¨¦s del jueves del D¨ªa de Acci¨®n de Gracias, a las cero horas, y termina, invariablemente, 24 horas despu¨¦s.
Se circunscribe, en general, a los grandes almacenes y a los comercios de electrodom¨¦sticos y, el lunes siguiente, el denominado cibermonday, a la compra de tecnolog¨ªa por Internet. Es cierto que esos locales se desbordan, que hay quien hace cola desde la madrugada. Pero solo ese d¨ªa, solo durante 24 horas dram¨¢ticas en las que o se encuentra el chollo perseguido o habr¨¢ que esperar al viernes del a?o que viene.
En Espa?a, la fiebre del Black Friday lleg¨® hace unos cinco a?os y, como toda costumbre incorporada sin mucha referencia (aqu¨ª nadie sabe cu¨¢ndo cae el D¨ªa de Acci¨®n de Gracias), se ha adaptado de una manera muy laxa, esto es, cada uno como quiere, lo que tampoco est¨¢ mal: una mezcla de rebajas explosivas con nombre ex¨®tico que sirve de conjuro para comprar y vender lo que sea. Hay ofertas de viajes de fin de semana, de suscripciones de peri¨®dicos, de venta de coches, de chaquetones¡ El chino de la tienda de ropa de debajo de mi casa se ha sumado al carro y hace un 10% de descuento en todo. Informa de ello en unas cartulinas que ha colocado en la puerta de entrada que precisan, adem¨¢s, que el Black Friday suyo ¡ªfaltar¨ªa m¨¢s¡ª empieza el martes y termina el domingo.
Hay estadounidenses que se asombran del torbellino difuso del Black Friday hispano. Qu¨¦ esperaban: vivimos en un mundo global que exporta modas que luego hay que encajar en el d¨ªa a d¨ªa aut¨®ctono de cada calle y de cada barrio. No s¨¦ si eso est¨¢ bien o mal. Supongo que bien. Y si a alguno le molesta, que haga como un amigo m¨ªo, que no compra nada que no pueda beber.
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