Traici¨®n
No hay econom¨ªa que pueda jugar con la seguridad de quien te ha elegido para salvaguardarla
Amar, votar y trabajar tienen algo en com¨²n que va m¨¢s all¨¢ de ser verbos de la primera conjugaci¨®n.
En todos esos actos? ¡ªunos m¨¢s placenteros y frecuentes que otros, es cierto¡ª la confianza es el cemento que los consolida. Y si ese es el sentimiento que les da sentido, la traici¨®n abre paso a las sombras. Quien pone fe en una pareja, trabajo o siglas pol¨ªticas espera que su entrega obtenga complicidad, continuidad y seguridad, seg¨²n el caso.
De amores y trabajo juzguen ustedes, que cada uno tenemos experiencias propias. Pero en cuanto al sufragio existen l¨ªneas rojas sea cual sea el color de quien reciba el encargo de trazarlas.
Si un gobierno env¨ªa a un grupo de 44 miembros de su Armada a vigilar las aguas del Atl¨¢ntico en un submarino no es admisible que los riesgos provengan de que el buque deber¨ªa formar parte del atrezo de una pel¨ªcula de los ochenta.
Los argentinos opinan que el ARA San Juan estaba "para atar con alambre". Y a m¨ª esta m¨²sica me suena a la misma chapuza que el Gobierno espa?ol cometi¨® con los militares a quienes oblig¨® a volar en el Yak-42. Otro transporte para el museo, que se estrell¨® en 2003 y que caus¨® la muerte de 62 soldados cuando regresaban de cumplir misi¨®n en Afganist¨¢n.
En uno y otro caso la vileza es patente. No hay econom¨ªa que pueda jugar con la seguridad de quien te ha elegido para salvaguardarla. Y no hay temor a las consecuencias que justifique ejercer de trilero con los muertos y el dolor de sus familias. Eso se llama traici¨®n y solo queda desear que las familias de los marinos argentinos no tengan que esperar 13 a?os para obtener el triste consuelo de una condena por negligencia.
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