Gotel¨¦ evocador

Estoy mirando fijamente el gotel¨¦ de mi habitaci¨®n. Despu¨¦s de dos meses de rodaje, se me antoja raro tener el d¨ªa libre; ahora que ha terminado¡­ a?oro tantas cosas.

Echo de menos los silencios que compart¨ªa con el chico pelirrojo que me llevaba y me tra¨ªa en coche (me tendr¨¢ que perdonar pero no recuerdo su nombre ¡ªel de ninguno del equipo, en realidad¡ª y tampoco su cara, pues solo se ve¨ªa el cogote desde el asiento de atr¨¢s). ?Qu¨¦ bien encajaba mis demoras! Echo de menos a la chica del flequillo rosa que me recib¨ªa con frases taxativas del tipo: ¡°A maquillaje¡±, ¡°A vestuario¡± y a la que sol¨ªa desobedecer, pues siempre prefer¨ªa un poco de ch¨¢chara vacua ¡ªcon el primero que pillara¡ª a cambio de un cigarrillo. Y qu¨¦ decir de ese momento en el que la peluquera, despu¨¦s de acicalarme, me echaba polvos en la coronilla con una especie de pimentero. Echo de menos la aclaraci¨®n previa, que siempre era la misma: ¡°Es que con los focos se te ve el cart¨®n¡±; y tambi¨¦n que en ese instante, y como por arte de magia, cesaran s¨²bitamente las conversaciones en la sala, para que se pudiera o¨ªr perfectamente el ruido de la palma de la mano al golpear la base del pimentero: tap, tap, tap. ?C¨®mo lo echo de menos!

Y a esa maquilladora que, mientras me embadurnaba la cara con un engrudo marr¨®n, canturreaba invariablemente el estribillo: ¡°A m¨ª me gustan mayores, de esos que te mandan flores¡­¡±. Todos esos recuerdos acuden a mi mente en este instante de soledad. Y, por supuesto, echo de menos al director de la pel¨ªcula. C¨®mo sab¨ªa canalizar mi talento con indicaciones como: ¡°No grites¡±, ¡°Escucha a tus compa?eros¡±, ¡°Intenta no pensar en nada cuando digas tus frases¡±.

#ElCineEsMiVida