Madagascar

Uno habla con alg¨²n amigo de otro pa¨ªs y te das cuenta de lo que realmente preocupa a la gente: en Londres, por ejemplo, no se habla del Brexit, sino del nuevo matrimonio en la familia real. Lo bueno de la casa real inglesa es que est¨¢ m¨¢s all¨¢ de la posverdad, cualquier cosa que se inventen ya se la han inventado antes y no ser¨¢ mejor que algo que ha ocurrido verdaderamente. Te lo crees todo. Esta vez no tanto la novedad en s¨ª, el compromiso del pr¨ªncipe Enrique con una chica llamada Meghan Markle, sino las reacciones. Obviamente ya ha salido una hermanastra que habla mal de ella y las discusiones han descendido a un nivel de meticulosidad inimaginable. Han vuelto a emerger rumores de que Enrique no es el hijo del pr¨ªncipe Carlos y Diana, sino de un romance de ella, y es el argumento favorito para desescandalizarse de los que se escandalizan con el enlace: no hay motivo de preocupaci¨®n aunque Enrique se case con una actriz mulata divorciada tres a?os mayor que ¨¦l, porque Enrique en realidad no tiene sangre real. Y ya hay art¨ªculos sobre los primeros fallos protocolarios de su prometida. ?Por qu¨¦ interesan tanto estas cosas? Curioseas en las noticias de este tema y tienen cientos de comentarios con gente que opina a favor y en contra. Quiz¨¢ porque al ser historias de pr¨ªncipes y coronas no parecen reales, aut¨¦nticas quiero decir. Son como un cuento. Est¨¢n para entretenerse.

En cambio, otra conocida acaba de volver de Madagascar y cuenta una cosa que esta vez s¨ª que no me pod¨ªa creer: en Madagascar hay peste bub¨®nica. Busquen en Internet: es verdad. Evidentemente en Madagascar no se habla de otra cosa, pero solo all¨ª.