La crisis de Europa comienza en casa
Las divisiones dentro de los pa¨ªses de la UE son m¨¢s agudas que entre pa¨ªses. En cada Estado la mitad de los votantes puede inclinar la balanza contra el cosmopolitismo
Las profundas divisiones dentro de Europa amenazan cada vez m¨¢s los valores en los cuales se basa el proyecto europeo de ¡°uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha¡±. Durante la crisis de refugiados de 2015, muchos analistas observaron una divisi¨®n entre la Willkommenskultur (cultura de bienvenida) de la canciller alemana Angela Merkel y la visi¨®n de pureza ¨¦tnica del primer ministro h¨²ngaro Viktor Orb¨¢n: una Europa occidental de puentes frente a una Europa oriental de muros.
Pero existe otra amenaza a la unidad europea que proviene de pa¨ªses individuales. En Alemania se han roto las negociaciones para formar una coalici¨®n entre centro izquierda y centro derecha. En Holanda, tras las elecciones de marzo el primer ministro Mark Rutte tard¨® 208 d¨ªas en formar un nuevo gobierno. En la clase pol¨ªtica gobernante del Reino Unido impera la confusi¨®n sobre el Brexit. Y en Polonia, nacionalistas blancos y neonazis organizaron recientemente una marcha masiva por las calles de Varsovia.
?Qu¨¦ divisiones resultan mayores, aquellas entre los Estados miembros o las que ocurren dentro de ellos? La respuesta a esta pregunta tiene una gran importancia. Si el mayor problema de Europa radica en que est¨¢ dividida por las fronteras nacionales, entonces los pa¨ªses de tendencia liberal como Francia y Alemania podr¨ªan intentar cambiar el equilibrio de poder dentro de aquellas naciones cada vez m¨¢s antiliberales.
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Cada pa¨ªs de la UE acept¨® un conjunto de est¨¢ndares democr¨¢tico-liberales (parte de los llamados Criterios de Copenhague) cuando se uni¨® al club. Sin embargo, con el paso del tiempo los gobiernos de Hungr¨ªa y Polonia han decidido que ya no quieren respetar las reglas. Una soluci¨®n podr¨ªa ser la creaci¨®n de un club m¨¢s peque?o con mejores beneficios. Los pa¨ªses que deseen unirse a este privilegiado c¨ªrculo interno deber¨ªan aceptar un nuevo conjunto de reglas o, mejor dicho, el original. En tanto, los pa¨ªses que lo incumplieran quedar¨ªan fuera: finalmente habr¨ªa un coste por infringir los est¨¢ndares de la UE.
No obstante, esta soluci¨®n solo funcionar¨ªa si el mayor problema fuera la divisi¨®n entre los Estados miembros. En cuanto a sus divisiones internas, pi¨¦nsese en Alemania. Despu¨¦s de las elecciones federales de septiembre, Merkel se embarc¨® en un experimento fascinante al tratar de aglutinar a su partido de centro derecha Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana (CDU), su partido hermano m¨¢s localista Uni¨®n Social Cristiana (CSU), el proempresarial Partido Democr¨¢tico Libre (FDP) y los Verdes de izquierda.
Cada pa¨ªs acept¨® unos est¨¢ndares democr¨¢tico-liberales cuando se uni¨® al club. Pero Hungr¨ªa y Polonia han decidido no respetar las reglas
Merkel es una negociadora talentosa y resulta mucho m¨¢s id¨®nea para escribir sobre ¡°el arte de la negociaci¨®n¡± que otros que no nos molestaremos en mencionar. Pero a¨²n est¨¢ por verse si ser¨¢ capaz de sanar las divisiones dentro su propio pa¨ªs.
Si bien los Verdes quieren defender la Willkommenskultur, la posici¨®n de la CSU sobre la inmigraci¨®n se acerca m¨¢s a la del Grupo de Visegrado (Rep¨²blica Checa, Hungr¨ªa, Polonia y Eslovaquia). De hecho, la CSU recibi¨® a Orb¨¢n en una de las conferencias de su partido durante el punto ¨¢lgido de la crisis de los refugiados de 2015.
Por otra parte, mientras los Verdes son federalistas europeos que apoyan una mayor solidaridad econ¨®mica con Grecia e Italia, el FDP canaliza la disciplina fiscal de los finlandeses, los holandeses y los suabos. Se oponen firmemente a una mayor integraci¨®n econ¨®mica europea.
No ser¨¢ f¨¢cil hacer frente al desaf¨ªo intrasocial del proyecto europeo. Se trata de un problema generacional
Muchos esperaban que Merkel lograra forjar una coalici¨®n ¡°Jamaica¡± (llamada as¨ª por los colores de la bandera de este pa¨ªs). Sin embargo, finalmente el experimento fall¨®. El FDP abandon¨® las conversaciones debido a la frustraci¨®n porque, seg¨²n dijo su l¨ªder Christian Lindner, ¡°los cuatro interlocutores no tienen una visi¨®n com¨²n para la modernizaci¨®n del pa¨ªs o una base com¨²n de confianza¡±.
Alemania todav¨ªa goza de una mayor¨ªa liberal estable en el Bundestag, incluso sin una coalici¨®n Jamaica. No se puede decir lo mismo del resto de la UE, donde casi todos los dem¨¢s Estados miembros ahora son una ¡°sociedad 50-50¡±: mitad cosmopolita, mitad comunitaria. En estos pa¨ªses, el gobierno representa en cualquier momento dado al bando ganador del ¨²ltimo asalto de la guerra cultural en curso.
Por ejemplo, en el Reino Unido el 52% de los votantes opt¨® por abandonar la UE. El pa¨ªs est¨¢ en camino de ser un Estado aislado, provinciano y xen¨®fobo, pero sus l¨ªderes siguen diciendo al pueblo de Gran Breta?a que estar¨¢ mejor as¨ª. Para quienes lo creen, no parece tener importancia el hecho de que el pa¨ªs pierda su voz en las decisiones de la UE que afectan su entorno econ¨®mico.
Por el contrario, con Emmanuel Macron Francia ha pasado a tener un en¨¦rgico nuevo presidente proeuropeo, comprometido con preparar a su pa¨ªs para los pr¨®ximos a?os. Y con todo, Francia no es mucho m¨¢s cosmopolita que Gran Breta?a. En la primera ronda de las elecciones presidenciales de esta primavera, las campa?as nativistas de Marine Le Pen, Jean-Luc M¨¦lenchon y Nicolas Dupont-Aignan obtuvieron en conjunto el 46% de los votos, casi tanto como la campa?a ¡°Leave¡± (Salir de la UE) del Reino Unido.
Indudablemente la UE es tanto una sociedad de Estados como de ciudadanos. Esto significa que las divisiones intranacionales son tan importantes como las disputas diplom¨¢ticas entre pa¨ªses.
Un informe de Brookings Institution procur¨® determinar a principios de este a?o si Europa es un ¡°¨¢rea pol¨ªtica ¨®ptima¡±, concepto tomado de la teor¨ªa del economista Robert Mundell sobre ¡°¨¢reas monetarias ¨®ptimas¡±. El informe concluy¨® que las diferencias culturales e institucionales entre los pa¨ªses de la UE no han cambiado mucho durante las tres ¨²ltimas d¨¦cadas de integraci¨®n europea. Pero tambi¨¦n detect¨® que las divisiones entre pa¨ªses son mucho m¨¢s peque?as que las diferencias dentro de los pa¨ªses. En otras palabras, existe una mayor polarizaci¨®n sobre la cuesti¨®n de la libertad de movimiento entre Londres y las Midlands brit¨¢nicas que entre el Reino Unido y Polonia.
La creaci¨®n de una Europa flexible o de varios niveles podr¨ªa resolver algunos problemas a corto plazo al reunir coaliciones que buscan abordar cuestiones espec¨ªficas. Pero tambi¨¦n podr¨ªa incorporar nuevos peligros. Despu¨¦s de todo, la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos, independientemente del nivel en el que se encuentren, seguir¨¢n siendo sociedades 50-50 que podr¨ªan optar o no por una mayor integraci¨®n con una sola elecci¨®n o refer¨¦ndum. No se puede descartar que en el futuro Le Pen sea elegida presidenta de Francia ni que el antieurope¨ªsta Movimiento Cinco Estrellas llegue al poder en Italia. Por la misma raz¨®n, la m¨¢s moderada Plataforma C¨ªvica podr¨ªa volver al poder en Polonia.
No ser¨¢ f¨¢cil hacer frente al desaf¨ªo intrasocial del proyecto europeo. Se trata de un problema generacional profundo que apunta al coraz¨®n de la identidad nacional, la historia y la geograf¨ªa. Ninguna soluci¨®n institucional r¨¢pida puede resolver un problema como este.
Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen
Mark Leonard es director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Copyright: Project Syndicate, 2017. www.project-syndicate.org
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