Atr¨¢s
La mirada censora es perversa, porque evoca dentro del propio individuo que mira una pieza art¨ªstica sus enfermizas obsesiones, delata su cochina mente
Uno de los errores cl¨¢sicos de las sociedades es considerar que el progreso siempre es hacia adelante. Pero hay progresos hacia atr¨¢s, regresos mientras se avanza en el futuro. Una de las m¨¢s hondas aficiones del ser humano es la de prohibir. Nos gusta prohibir m¨¢s que gozar, porque prohibir nos parece m¨¢s democr¨¢tico, m¨¢s al alcance de todos. Salvo por instantes hist¨®ricos muy concretos, el proceso natural es el de ir prohibi¨¦ndolo todo por propia desconfianza del ser humano en s¨ª mismo y sus cong¨¦neres. La automatizaci¨®n nace de la base de la incapacidad humana para regirse a s¨ª misma, por eso la cisterna de v¨¢ter automatizada descarga de responsabilidad a quien no tira de la cadena despu¨¦s de hacer sus necesidades en los ba?os p¨²blicos. Si el instinto prohibicionista se al¨ªa con la tecnolog¨ªa vamos teniendo polic¨ªa personalizada y anticipatoria, pero si adem¨¢s abraza el puritanismo, ah¨ª ya tenemos un festival censor.
Si puritano es aquel que padece al pensar que otro en alg¨²n lugar anda en ese momento pas¨¢ndolo bien, nada m¨¢s urgente que su labor prohibitiva. En la misma semana en que los ultras religiosos brasile?os han estallado en guerra contra los artistas brasile?os, culpables de haber hecho universal la cultura de aquel pa¨ªs da?ado en casi todos los dem¨¢s frentes, una espectadora del Metropolitan de Nueva York ped¨ªa la retirada del magistral lienzo de Balthus El sue?o de Teresa por cosificar la sexualidad adolescente. La petici¨®n, firmada ya por algunos miles de personas, ha topado con la resistencia del museo. Habr¨¢ que calificar la resistencia de heroica si son capaces de frenar la oleada censora hasta el final, cosa muy dudosa, pues las redes sociales conceden el don del linchamiento cuando ya cre¨ªamos, ingenuos, que no cabalgaban los jueces de la horca.
La cultura significa establecer un marco de comprensi¨®n para las obras art¨ªsticas. Atiende a las condiciones sociales de toda expresi¨®n, evitando que se cometa el mayor crimen sobre ellas, la prohibici¨®n, cuando atiende a lecturas cerriles, incapaces de discriminar el tiempo, el sentido, la calidad, el legado. De seguir por este camino ordenar¨¢n borrar las pinturas rupestres porque fomentan la caza y el maltrato animal. La mirada censora es perversa, porque evoca dentro del propio individuo que mira una pieza art¨ªstica sus enfermizas obsesiones, delata su cochina mente. El censor busca aliados en la correcci¨®n, en la buena educaci¨®n, en el moralismo y en el proteccionismo tratando de confundirlos a la hora de distinguir entre ficci¨®n y realidad. Torpes ser¨ªan los bienintencionados si se dejan fagocitar por esos repugnantes compa?eros de baile.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.