La econom¨ªa del ascenso por descenso
Los grandes n¨²meros est¨¢n bien, pero lo importante son los -cada vez m¨¢s peque?os- bolsillos
La noche es al periodismo lo que el dolor para el deportista. Si no lo has pasado mal, podr¨¢s presumir mucho en las redes sociales pero realmente nunca habr¨¢s practicado ese deporte. Es una especie de guardia permanente con altos y bajos de actividad donde, dependiendo de lo que suceda, las horas duran pocos segundos o se alargan eternas. Para algunos es una trinchera con el barro hasta las orejas. Un infierno. Para otros, un mirador silencioso. Un oasis. Francamente, es mucho m¨¢s lo primero que lo segundo. Por eso quienes han pasado a?os en la noche comparten ¡ªadem¨¢s de problemas para dormir o acidez estomacal o hipertensi¨®n o todo ello a la vez¡ª una especie de solidaridad del veterano y la experiencia de que hasta en la charla m¨¢s banal se pueden aprender cosas.
Hace mucho, una de esas noches, una compa?era explic¨® su teor¨ªa del ascenso por descenso: en una estructura social del tipo que sea una persona trata de subir, mejorar su posici¨®n, progresar. Pero le parece que no lo consigue. Sin embargo, pasado alg¨²n tiempo, descubre, para su sorpresa, que est¨¢ mucho m¨¢s alto en la escalera de lo que pensaba pero no porque haya subido sino porque casi todo a su alrededor se ha hundido. En t¨¦rminos monta?eros ser¨ªa como si el campamento base se hubiera convertido de pronto para muchos escaladores en un punto cercano a la cumbre.
Eso es exactamente lo que est¨¢ sucediendo en nuestro pa¨ªs. La crisis est¨¢ remontando en t¨¦rminos generales pero en los particulares ¡ªque es al final lo que afecta a la vida de cada uno¡ª no es as¨ª. En una sociedad donde el nivel econ¨®mico ¡ªque para la mayor¨ªa de los ciudadanos viene determinado por sus ingresos gracias al salario¡ª marca la integraci¨®n en el sistema social, estar sin trabajo supone tener un pie y medio fuera del sistema. Y hay algo que no es menos peligroso: tener un trabajo, o una cadena de trabajos, y no llegar a fin de mes.
El que conseguir ser mileurista se haya convertido en una meta m¨¢s que aceptable de ingresos para muchos trabajadores es un clar¨ªsimo ejemplo de ascenso por descenso. Pablo Iglesias (el algoritmo de Google aqu¨ª se dispara) calific¨® de ricas a las familias donde entraban 50.000 euros al a?o. Sin duda una exageraci¨®n de pol¨ªtico subido al atril, pero miremos m¨¢s de cerca. Se trata de dos sueldos de 25.000 euros al a?o que despu¨¦s de impuestos se quedan cada uno en 1.400 al mes. Y hay que reconocer que para millones de espa?oles una pareja poco m¨¢s que mileurista es una privilegiada: ambos tienen trabajo y superan los mil euros. Tal vez esta no sea exactamente la recuperaci¨®n econ¨®mica correcta.
Redistribuir la riqueza no deber¨ªa ser cosa ni de izquierdas ni de derechas, sino de sentido com¨²n. Las sociedades tercermundistas destacan por su desigualdad. Las avanzadas, por la creaci¨®n y distribuci¨®n de riqueza y la posibilidad de movilidad social de sus ciudadanos. La microeconom¨ªa no es un detalle molesto de la macro. Suele ser su motor. El ascenso por descenso es un peligro para todos.
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