La UE debe guardar un a?o de silencio
En lugar de llenarse de palabras con un proyecto pol¨ªtico que pretende ser sistem¨¢tico y racional, lo que deber¨ªa intentarse es conservar, defender y mejorar este enorme, desastrado y vulgar hogar europeo que ya hemos construido
Por qu¨¦ hablan tanto?¡±, pregunt¨® un observador indio al ver a un grupo de l¨ªderes de la UE de visita en Delhi. Efectivamente, ?por qu¨¦? En pol¨ªtica, las palabras siempre superan a los hechos, pero en ning¨²n sitio tanto como en la Uni¨®n Europea. Mis estanter¨ªas se quejan bajo el peso de 40 a?os de discursos, panfletos, manifiestos y libros dedicados a exponer grandiosos y complejos planes para nuestro viejo continente. Yo tambi¨¦n me quejo; muchos de mis hermanos europeos ya han perdido incluso el deseo de quejarse.
Por eso quiero hacer una humilde propuesta: en la cumbre de esta semana en Bruselas, nuestros dirigentes deber¨ªan proclamar un A?o Europeo del Silencio. Y despu¨¦s, para las Navidades de 2018, que nos presenten un solo informe, redactado en t¨¦rminos claros, que cuente qu¨¦ han hecho en este a?o. Por si no se hab¨ªan dado cuenta, la UE lleva proclamando A?os Europeos de tal o cual cosa desde 1983; por ejemplo, el a?o que viene ser¨¢ el A?o Europeo del Patrimonio Cultural.
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El problema no es solo que los l¨ªderes europeos se recreen en palabras altisonantes y vac¨ªas y prometan m¨¢s de lo que pueden cumplir. Por ejemplo, la llamada estrategia de Lisboa, presentada en el 2000, se propon¨ªa convertir Europa en ¡°la econom¨ªa del conocimiento m¨¢s competitiva y din¨¢mica del mundo¡± antes de 2010. Los ciudadanos europeos ven el inmenso abismo que separa la ret¨®rica de la realidad y es comprensible que est¨¦n insatisfechos.
Pero, por encima de todo, es que lo que tienen en com¨²n estos discursos, panfletos e informes es un deseo de futuro, casi ut¨®pico, de que la Uni¨®n Europea sea una entidad l¨®gica, coherente, limpia y ordenada, como los jardines de Versalles. De ah¨ª todo ese constante hablar de arquitectura y geometr¨ªa en relaci¨®n con Europa. En su manifiesto personal en forma de libro, con el revelador t¨ªtulo de R¨¦volution, el presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron, prev¨¦ una gran ronda de consultas democr¨¢ticas en todos los Estados miembros de la Uni¨®n Europea a lo largo del pr¨®ximo a?o, que culminen en un "Plan para Europa". Ah, s¨ª, claro, justo lo que Europa necesita: otro plan.
Ahora, el l¨ªder del SPD alem¨¢n, Martin Schulz, ha ido un paso m¨¢s all¨¢ y ha declarado que necesitamos contar con unos Estados Unidos de Europa de aqu¨ª a 2015, ¡°como muy tarde¡±. Los Estados miembros que no se adhieran a su tratado constitucional tendr¨¢n que irse de la Uni¨®n Europea, as¨ª de sencillo. ?Alguien se cree que eso vaya a pasar?
Los ciudadanos ven el abismo que separa la ret¨®rica de la realidad y, claro, est¨¢n insatisfechos
Tienen raz¨®n los pol¨ªticos y los periodistas al diagnosticar una crisis profunda y continuada de la polis del proyecto europeo e indicar la necesidad urgente de resolverla. Pero, al examinar con detalle las reformas propuestas, vemos que son inevitablemente complejas, porque consisten en soluciones concretas e individuales a los problemas de la eurozona, la zona Schengen, el d¨¦ficit democr¨¢tico, la pol¨ªtica contributiva, las prestaciones sociales, etc¨¦tera. Y una vez que todas esas propuestas distintas, y a veces contradictorias, hayan pasado por la f¨¢brica de salchichas de los ¨®rganos de la UE, los resultados ser¨¢n todav¨ªa m¨¢s complejos, fragmentados y pragm¨¢ticos.
Es interesante que Schulz diga que ¡°el elemento fundamental¡± de las negociaciones de su partido para entrar en una gran coalici¨®n encabezada por Angela Merkel sea ¡°dar una respuesta positiva¡± a Macron. En realidad, ante la visi¨®n del presidente franc¨¦s de una eurozona federal o, al menos, en proceso de federalizaci¨®n, los democristianos de Merkel est¨¢n dispuestos a ceder solo hasta cierto punto, y mucho menos ante los Estados Unidos de Europa que a Schulz le gustar¨ªa crear por la v¨ªa r¨¢pida, y que el posible sucesor de Merkel, Jens Spahn, ha calificado de ¡°fantas¨ªa¡±. Y eso, antes de empezar con las posturas nacionales de otros 25 Estados miembros. De modo que ?para qu¨¦ elaborar otro gran proyecto futurista que nunca ver¨¢ la luz y programar por adelantado una nueva oleada de insatisfacci¨®n?
Quiero hacer hincapi¨¦ en que esto no es retroceder a un puro pragmatismo sin prop¨®sito ni base filos¨®fica. Lo que sugiero es precisamente un giro filos¨®fico: del futurismo al conservadurismo (con c min¨²scula). En lugar de concebir el proyecto pol¨ªtico ¡°Europa¡± como algo que siempre mira hacia adelante, hacia una vaga construcci¨®n sistem¨¢tica y racional, pensemos que se trata de conservar, defender y mejorar este enorme, desastrado y vulgar hogar europeo que ya hemos construido.
En un libro publicado en 1980, el fil¨®sofo conservador ingl¨¦s Roger Scruton mostr¨® un ligero desprecio por cualquier idea de ¡°euroconservadurismo¡±. Dec¨ªa que el conservadurismo consiste en querer preservar y reforzar un orden social existente, no una abstracci¨®n internacional. Sin embargo, casi 40 a?os despu¨¦s, Europa se parece mucho a un orden social tal como lo define Scruton. Tenemos una serie de instituciones comunes que tienen ya una antig¨¹edad mayor que las de muchas naciones-Estado. La mayor¨ªa de los europeos posee unos h¨¢bitos de cooperaci¨®n arraigados. La mayor¨ªa comparte unos valores importantes, que afloran de manera espont¨¢nea e indignada ante la ¨²ltima decisi¨®n de Vladimir Putin o Donald Trump. La mayor¨ªa quiere preservar la Uni¨®n, y especialmente la libertad para trabajar, estudiar, viajar y vivir en cualquier lugar dentro de ella.
Es posible que los v¨ªnculos sociales de Europa no sean tan s¨®lidos como los de una naci¨®n antigua, pero lo son mucho m¨¢s que los una simple organizaci¨®n internacional. Y se han forjado de manera gradual, mediante la negociaci¨®n, el acuerdo y la casualidad. Desde luego, si el gran pensador conservador Edmund Burke volviera a su Dubl¨ªn natal, llegar¨ªa a la conclusi¨®n de que las complejas estructuras y costumbres de la Uni¨®n Europea se parecen m¨¢s a las del Reino Unido actual, mayor y desvencijado, que a las perfectas y coherentes estructuras constitucionales de la Rep¨²blica Federal de Alemania.
Muchos europeos tienen ya una actitud m¨¢s o menos conservadora respecto a esta uni¨®n tan burkiana. Saltan a defenderla contra la marea actual de ataques nacionalistas y populistas. Quieren proteger el hogar familiar, arreglar las ca?er¨ªas de la eurozona y levantar una valla de Schengen m¨¢s s¨®lida, pero no quieren volver a construir toda la casa, como insisten los pesados de los arquitectos. Y seamos sinceros: en estos tiempos oscuros, el mero hecho de mantener lo que se ha construido en Europa desde 1945 ya ser¨ªa un gran triunfo.
De modo que brindemos por un nuevo amanecer del euroconservadurismo. Estoy deseando leer el informe sobre la conservaci¨®n de nuestra casa europea com¨²n el pr¨®ximo mes de diciembre. Mientras tanto, m¨¢s valen obras que palabras.
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, donde dirige el proyecto freespeechdebate.com, e Investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Libertad de palabra: Diez principios para un mundo conectado. Recientemente le otorgaron el Premio Carlomagno.@fromTGA
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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