?Seguro?

Pensaste en encerrarte contigo mismo, tus cosas, tus man¨ªas, tres buenas botellas de champ¨¢n, algo de buena manduca y la m¨²sica que suele salvarte¡­ pero aqu¨ª est¨¢s, cenando con la familia, primero la tuya y luego la pol¨ªtica. Pensaste en vivir prometedores d¨ªas sin rumbo, pero en vez de eso ya tienes el WhatsApp inundado de ofertas tan abrumadoras como prescindibles para esas copas de Navidad con inabarcables expectativas de reencuentros. Sin saber bien por qu¨¦ te viste envuelto en un cosmicar fren¨¦tico de letras, firmas, avales y cr¨¦ditos, sentado frente a robots encorbatados que hablaban sin mirarte, y todo para que sobreviniera el milagro de los panes y los peces en versi¨®n moderna, usease la Santa Hipoteca del adosado de las afueras, cuando en realidad lo que t¨² DE VERDAD quer¨ªas era vivir de alquiler un rato en esa casa rara de ese barrio del centro, y luego otro en otra, otro en otra¡­ Est¨¢s parado en el sem¨¢foro y ves reflejado en un escaparate el coche de tus sue?os: ese en el que vas montado, vaya, que cumpliste tus sue?os, y piensas: el seguro, la gasolina, la pintura, la revisi¨®n, la ITV, las autopistas, los parkings, el miedo a quedarme dormido y estrellarme. Dices: a ver, que yo me acuerde, en realidad, ?por qu¨¦ acab¨¦ compr¨¢ndome un coche si a m¨ª me gusta ir en tren, en autob¨²s o en avi¨®n? Ya has comprado los billetes para ese viaje de verano tan imprescindible en tu vida, esa vida hecha de experiencias convertibles en instagram y v¨ªdeos compartidos cuando, qui¨¦n sabe, a lo mejor a lo mejor, le sacabas m¨¢s jugo a la cosa deambulando tu agosto entre el fresquito de las ma?anas que empiezan y el calor sofocante de las noches locas.

Cre¨ªste que¡­

Bueno, nada. Cre¨ªste nada.

Perdonen las molestias. Feliz Navidad.