Nombrar a los culpables
La campa?a #metoo va dirigida a difundir la lista de los depredadores sexuales
En 1975 se produjo un momento importante, cuando Lin Farley acu?¨® el t¨¦rmino acoso sexual para describir lo que las mujeres sufr¨ªan a manos de tantos hombres compa?eros de trabajo. En aquel tiempo, yo ten¨ªa siete a?os y no sab¨ªa nada de feminismo, pero correteaba vestida con una camiseta que dec¨ªa ¡°Women¡¯s lib¡±. Para m¨ª, aquello era una obviedad, y el futuro me ofrec¨ªa las mismas posibilidades que a cualquier chico.
Hubo otro momento en 1991, cuando Anita Hill testific¨® en el Senado sobre el acoso sexual que hab¨ªa sufrido a manos del candidato al Tribunal Supremo Clarence Thomas. Yo acababa de terminar la carrera en la UCLA y trabajaba en una agencia de publicidad en la que apenas se hablaba de otra cosa. Despert¨® mi feminismo ver a un comit¨¦ de senadores, todos hombres, que pon¨ªa en duda la credibilidad y los motivos de Hill y acab¨® aprobando la designaci¨®n de Thomas sin pesta?ear. La indignaci¨®n suscitada empuj¨® a m¨¢s mujeres a presentar sus candidaturas a cargos p¨²blicos, hasta el punto de que, tras las elecciones de 1992, el porcentaje de mujeres en el Congreso estadounidense pas¨® del 6% al 10%.
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El tercer momento ha llegado ahora, en 2017; s¨ª, 26 a?os despu¨¦s. Esta vez viene acompa?ado de su propio hashtag, #metoo, con ecos mundiales y la designaci¨®n de ¡°personaje del a?o¡± de la revista Time. La ira y la frustraci¨®n han vuelto a ser el motor. Un hombre que presume de acosar sexualmente a mujeres ¡ªy que recientemente ha apoyado la candidatura al Senado de un individuo que hab¨ªa abusado de menores¡ª ocupa la Casa Blanca tras haber derrotado a la primera mujer candidata de un gran partido pol¨ªtico.
La dimensi¨®n que ha adquirido la campa?a de #metoo nos recuerda lo extendidos que est¨¢n los abusos sexuales, pero lo importante es que las mujeres est¨¢n dando un paso al frente y se?alando con el dedo. Unos hombres famosos y poderosos que han tenido un comportamiento despreciable est¨¢n, por fin, sufriendo las consecuencias. Y eso lo cambia todo. No necesitamos m¨¢s campa?as de concienciaci¨®n, sino contar nuestras historias. Por eso ha estallado #metoo.
El objeto de este movimiento es el poder; no para arrebatarlo a los hombres, sino para buscar el equilibrio
Decir los nombres de los culpables hace que #metoo deje de ser una cr¨ªtica general contra todos los hombres para ser espec¨ªfica y dirigida a los depredadores sexuales. The New York Times publica una lista de hombres conocidos que han ca¨ªdo en desgracia. Por ahora hay ya 42 nombres, de sectores como los medios de comunicaci¨®n, la tecnolog¨ªa y la pol¨ªtica. No se sabe a¨²n qu¨¦ consecuencias legales habr¨¢, pero las culturales, la presi¨®n social que ha obligado a despidos y dimisiones, son asombrosas. Cada vez que unas mujeres nombran a los culpables, surgen otras que ratifican sus denuncias, y la uni¨®n hace la fuerza. Hasta ahora, lo normal era que a las mujeres que se atrev¨ªan a hablar, como las que acusaron al presidente de acoso sexual durante la campa?a electoral, se les dieran excusas como ¡°es lenguaje de vestuario¡± y ¡°los chicos siempre ser¨¢n chicos¡±, para no hablar del viejo recurso de decir que ellas eran unas putas.
El objeto de este movimiento es el poder, no para arrebat¨¢rselo a los hombres y dejarlos a merced de las mujeres, sino para buscar el equilibrio. Tenemos la oportunidad de hacer cambios reales que beneficien a las mujeres y a los hombres que han sufrido acoso o abusos sexuales por parte de alguien poderoso. ?Podemos estar todos de acuerdo en que el comportamiento sexual indebido en el lugar de trabajo est¨¢ mal? Seg¨²n las ¨²ltimas encuestas de EE?UU, s¨ª; la gran mayor¨ªa de los preguntados (el 87%) cree que ¡°es fundamental una pol¨ªtica de tolerancia cero para que cambien las cosas en nuestra sociedad¡±.
Esta transformaci¨®n cultural, adem¨¢s, puede crear una reacci¨®n en cadena que derribe algunas de las barreras sociales m¨¢s tenaces, como la brecha salarial de g¨¦nero y la falta de mujeres en puestos de poder. Las economistas Joni Hersch, de la Universidad de Vanderbilt, y Elise Gould, del Economic Policy Institute, han estudiado los efectos del acoso sexual en la brecha salarial. Aunque sus conclusiones sobre las causas difieren ligeramente, s¨ª est¨¢n de acuerdo en una cosa: el acoso sexual obliga a las mujeres que no est¨¢n dispuestas a aguantarlo a aceptar puestos de trabajo peor remunerados.
Ya es hora de dejar de tolerar el acoso sexual de todo tipo, en EE?UU y en Espa?a. Ya es hora de nombrar a los culpables. Ya es hora de acabar con esto
Alana Moceri es analista de Relaciones Internacionales, escritora y profesora en la Universidad Europea.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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