Se te quiere

Algunas personas experimentan cierto reparo en pronunciar ¡°te quiero¡±. De hecho, en muchas relaciones de pareja uno de los integrantes s¨®lo dice ¡°yo tambi¨¦n¡±.

¡ªTe quiero.

¡ªYo tambi¨¦n.

Y as¨ª siempre.

No todo el mundo suelta con facilidad un ¡°te quiero¡± dirigido a un ser amado, ya se trate de una hija, una novia o un abuelo. Y menos todav¨ªa a un cu?ado; figura que, por cierto, est¨¢ sustituyendo a la suegra en el vocabulario peyorativo familiar.

Tampoco se acostumbra entre las parejas espa?olas a decir ¡°te amo¡±, porque este verbo suena por aqu¨ª demasiado contundente. ¡°Te amo¡± parece implicar mayor responsabilidad que ¡°te quiero¡±. Y a¨²n se usa menos al hablar con un tercero para referirnos a nuestra pareja: ¡°Yo la amo¡±, ¡°yo le amo¡±, ¡°yo amo a Clodomiro¡±, ¡°yo amo a Eustasia¡±.

As¨ª que, entre que a mucha gente le suena raro pronunciar ¡°te amo¡± y que tampoco les brota decir ¡°te quiero¡±, se extiende en las relaciones sociales una alternativa para expresar ese sentimiento:

¡ªSe te quiere.

Y este ¡°se te quiere¡± no refleja un sentir general o indeterminado, sino curiosamente el sentir del sujeto que habla.

Tal oraci¨®n impersonal no ha llegado ahora, pero siempre fue poco usual. Uno de los escasos ejemplos literarios (no hay muchos en el banco de datos de la Academia) lo hallamos en Gald¨®s: ¡°Adi¨®s, adi¨®s¡­ Sabes que se te quiere¡±. Y ah¨ª la timidez o la prudencia del personaje evitaban ¡°sabes que te quiero¡±. La novedad, por tanto, no radica en esa oraci¨®n, sino en el uso por doquier.

Sergio Ramos felicit¨® a Iker Casillas en su 36? cumplea?os dici¨¦ndole con un mensaje: ¡°Se te quiere, mel¨®n¡±. Y una simple b¨²squeda de ¡°se te quiere¡± en Twitter da notables resultados del ¨²ltimo minuto. ¡°Gracias por ser as¨ª. Se te quiere¡±. ¡°C¨®mo se te quiere, Cristina¡±. ¡°Dulces sue?os, se te quiere¡±.

Esta expresi¨®n parece ejercer el papel de un suced¨¢neo. ¡°Se te quiere¡± es a ¡°te quiero¡± o ¡°te amo¡± como la achicoria al caf¨¦, la margarina a la mantequilla o las gulas a las angulas.

La forma impersonal tiene eso: que habla uno, pero no en nombre suyo sino de otros. Y por tanto, con ella se diluye el ¡°yo¡± hablante y sintiente. Nadie asume entonces la responsabilidad de ese querer. Quiz¨¢ por pudor, pero quiz¨¢ por falta de compromiso.

As¨ª interpretar¨ªamos por ejemplo una tarjeta navide?a en la que alguien escribiese: ¡°Se le desea feliz Navidad y pr¨®spero a?o nuevo¡±. En ese caso, y en justa correspondencia impersonal, el receptor deber¨ªa responder: ¡°Se le manda a usted a paseo¡±.

Este tipo de verbos implican a veces una ocultaci¨®n. Uno puede preguntarle a alguien que por qu¨¦ ha hecho tal cosa. Y el otro contestar¨¢: ¡°Se me dijo que lo hiciera¡±. ?Qui¨¦n se lo dijo? Ah..., parece claro que el interpelado evita precisarlo.

Lo mismo sucede con ¡°se te quiere¡±. ?Pero qui¨¦n me quiere? Pues eso: quien te quiere es ¡°se¡±.

Pero bienvenida sea esta locuci¨®n si facilita la expresi¨®n de sentimientos de cari?o antes callados, que ahora al menos se insin¨²an. Adem¨¢s, gracias a su proliferaci¨®n se revalorizar¨¢ la alternativa infrecuente del sujeto ¡°yo¡± cuando se habla a los ojos con la rotundidad del idioma espa?ol, con valent¨ªa y sin condiciones: ¡°Yo te quiero¡±, ¡°yo te amo¡±.