14 fotosCentroafricanos que buscan un futuro en Camer¨²nLos miles de refugiados de RCA ven como los fondos de ayuda se agotan mientras ellos no han podido encontrar una forma de ganarse la vidaCarlos Laorden ZubimendiBertoua (Camer¨²n) - 29 dic 2017 - 14:23CETWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceLevis Mbe, presidente de los refugiados centroafricanos en Betar¨¦-Oya (Camer¨²n), toma notas durante una reuni¨®n con miembros de Acnur y de otras organizaciones que les asisten. La falta de fondos hace que los campos de refugiados no alcancen para acoger a los cerca de 152.000 centroafricanos que hay en el Este, la regi¨®n m¨¢s pobre y rural de Camer¨²n. Grupos como el de Betare-Oya ha optado por instalarse junto a las comunidades locales, con las que comparten lengua y etnia en la mayor¨ªa de ocasiones. Pero si los servicios ya eran pobres para los cameruneses, ahora se ven desbordados ante el aumento de la poblaci¨®n.Eva Garrido (Eacnur)En un cerro junto a varias minas de oro en Betare-Oya se han instalado cientos de refugiados centroafricanos. La falta de ganado y de tierra (la mayor¨ªa eran pastores o agricultores) hace que muchos se expongan a la explotaci¨®n en los yacimientos, esperando obtener dinero suficiente para salir adelante. Pese a que Acnur ha acordado con el Gobierno y las autoridades tradicionales camerunesas que se ceda tierra a los refugiados, muchos siguen pagando por el alquiler del terreno donde luego levantan chozas como las de la imagen.Eva Garrido (Eacnur)"Los j¨®venes refugiados necesitamos formaci¨®n profesional. Aprender oficios", reclama Francis Giniti, representante de los centroafricanos de Betare-Oya (Camer¨²n). "Muchos se quedan sin hacer nada, pues no conocen ning¨²n oficio, y eso es un peligro", advierte. Eva Garrido (Eacnur)Sylvin Boda se?ala con el dedo rodeado de varios vecinos y algunos de sus 12 hijos. Boda prefiere vivir cerca de las minas y hacer trabajos informales para quienes las explotan, a pesar de que tiene que pagar por alquilar el terreno donde ha levantado su choza. "La ayuda alimentaria no alcanza, tenemos muchas necesidades", lamenta este refugiado centroafricano. Eva Garrido (Eacnur)Acnur paga las tasas de los ni?os refugiados y ayuda a abrir o ampliar las escuelas, pero los fondos son a todas luces insuficientes. Adem¨¢s, muchos de los menores que llegan a Camer¨²n no hab¨ªan ido nunca a la escuela en Rep¨²blica Centroafricana. Otros muchos se ven obligados a colaborar en casa o incluso a trabajar en las minas de oro para ayudar a su familia a salir adelante. Eva Garrido (Eacnur)Vista de un asentamiento de refugiados centroafricanos en Betare-Oya (Camer¨²n). Al fondo se ven una mina de oro en la que muchos aspiran a encontrar una alternativa de vida. Cerca del 30% de los 150.000 refugiados centroafricanos en Camer¨²n est¨¢n en los campos gestionados por Acnur, pero el otro 70% vive integrado con las comunidades locales. Eva Garrido (Eacnur)Gran parte de los refugiados centroafricanos que han llegado al Este de Camer¨²n eran pastores. Los que no han podido traer su ganado encuentran dificultades para ganarse la vida. Los que s¨ª lo han hecho, rozan con las comunidades locales cuando sus animales pastan en la tierra de otros. Aun as¨ª, la armon¨ªa es la nota predominante entre aut¨®ctonos y for¨¢neos. "Nos han acogido muy bien: vivimos en perfecta cohesi¨®n", dice un representante de los centroafricanos en Ndokayo (Camer¨²n). "Vivimos juntos y en armon¨ªa", confirma Yakoro, el jefe del pueblo. "Pero la poblaci¨®n sigue creciendo porque los refugiados contin¨²an llegando, y ncesitamos ayuda para poder seguir conviviendo", a?ade. En la imagen, un refugiado centroafricano en Ndokayo.Eva Garrido (Eacnur)En muchas aldeas, como esta de Ndokayo (Camer¨²n) las autoridades y comunidades locales ha cedido terreno a los reci¨¦n llegados para que levanten sus casas sin pagar por el alquiler.Eva Garrido (Eacnur)La mayor¨ªa de las mujeres llegadas al Este de Camer¨²n desde Rep¨²blica Centroafricana son viudas con ni?os. "La ¨²nica opci¨®n para muchas j¨®venes es la prostituci¨®n", denuncia Francis Giniti, representante de los j¨®venes centroafricanos en Betare-Oya. "Muchas eran intelectuales, pero al llegar aqu¨ª lo perdieron todo. Pedimos ayuda para que puedan encontrar otro camino", ruega.Eva Garrido (Eacnur)"Faltan fondos por todas partes", lamenta Baseme Kulimushi, jefe de la oficina de Acnur en Baturi (Camer¨²n). La organizaci¨®n destina el 70% de ese dinero a gestionar los campos y asistir a los refugiados que viven en ellos, y el 30% a aquellos que viven con las comunidades. Y todo pese a que "lo ideal", seg¨²n Kulimushi, es que se integren junto a la poblaci¨®n local. Pero una vez que la organizaci¨®n levanta un campo, est¨¢ obligada a cumplir con los est¨¢ndares m¨ªnimos de atenci¨®n, aunque aqu¨ª, con el poco dinero que llega, hasta eso es dif¨ªcil. En la imagen, unos ni?os en el campo de Mbile, que acoge a m¨¢s de 12.500 refugiados. Eva Garrido (Eacnur)En los campos comienzan ¨C"por fin", suspira Baseme Kulimushi, de Acnur¨C a desarrollar actividades para que los refugiados puedan ganarse la vida y no depender exclusivamente de la ayuda. Apirua Patuma, una abuela centroafricana que lleg¨® con sus cinco nietos, ya cultivaba algunas cosas de forma informal en los alrededores del recinto, pero ahora ha recibido oficialmente del jefe local (seg¨²n la tradici¨®n camerunesa) un pedazo de terreno en el que ha plantado semillas de yuca, jud¨ªas, tomates y mandiocas que le han proporcionado los gestores del campo. Hay unas 200 personas recibiendo formaci¨®n agr¨ªcola y 20 que ya han obtenido tierras.Eva Garrido (Eacnur)En campos como Mbile se han conseguido poner en marcha talleres de costura, elaboraci¨®n de jabones o mec¨¢nica, y se apoyan actividades como la agricultura y la ganader¨ªa. Pero estas iniciativas solo llegan a unos pocos cientos de beneficiarios. En la imagen, un taller de costura en Mbile.Eva Garrido (Eacnur)Alidu Abubakar, refugiado centroafricano de 23 a?os, sigue las instrucciones de su maestro, tambi¨¦n refugiado. "No ten¨ªa otra cosa que hacer aqu¨ª, as¨ª que ahora me siento bien. Esto me ayudar¨¢ a sobrevivir", dice el joven.Eva Garrido (Eacnur)Yusufa, de 57 a?os, era pastor. Y aqu¨ª ha recibido una pareja de oveja y carnero y otra de cabra y cabrito, adem¨¢s de un gallo y varias gallinas. "Si consigo que el reba?o crezca, ser¨¢ un seguro para mis ocho hijos y mi mujer", aventura. Su reto, y el de la cincuentena de refugiados que tambi¨¦n se han beneficiado de este proyecto, es encontrar forraje para los animales y controlar que estos no molesten a otros ni estropeen los cultivos que rodean el recinto.Eva Garrido (Eacnur)