?Ha llegado la infantilizaci¨®n de la arquitectura?
Algunos iconos han encontrado una v¨ªa para lidiar con la mala conciencia: la broma
Un edificio no es una broma. Hasta los m¨¢s grotescos inmuebles requieren un esfuerzo de planificaci¨®n, dise?o, inversi¨®n y construcci¨®n. As¨ª, ser¨ªa dif¨ªcil encontrar a un arquitecto que discrepe de la primera afirmaci¨®n. Sin embargo, en el mundo cada vez afloran m¨¢s edificios con forma de n¨²mero, cesta de la compra, copo de nieve, monta?a o juguete que parecen indicar lo contrario. ?A qu¨¦ obedece esa proliferaci¨®n de iconos reconocibles?
Los inmuebles chistosos ¡ªcomo la r¨¦plica gigante que la empresa Longaberger, el mayor productor de cestas de supermercado, decidi¨® convertir en sede en Grazeysburg (Ohio)¡ª no han existido siempre, pero las bromas en arquitectura s¨ª. Como el del chiste es un territorio arbitrario, las extravagancias se suelen barajar con las sorpresas porque ambas impresionan tanto como cansan. Por eso, los surtidores que empapaban a los visitantes en los jardines de Villa d¡¯Este, en Tivoli, podr¨ªan compartir categor¨ªa con algunos frescos de escenas sexuales enf¨¢ticas que decoraban viviendas de Pompeya conservadas por la erupci¨®n del Vesuvio.
M¨¢s cerca de nuestros d¨ªas, la cultura pop fue territorio abonado para la diversi¨®n. Por entonces proliferaron garajes con fachadas en forma de coche y edificios con forma de instrumento musical. El estudio neoyorquino SITE se adelant¨® a la ¡°deconstrucci¨®n¡± con el edificio para los grandes almacenes Best que inauguraron, parcialmente destrozado, en Houston (Texas) a mediados de los a?os setenta.
Si no consideramos bromas ¡ªel de las pesadillas es otro ranking¡ª algunas de las arquitecturas con ambici¨®n de Record Guinness, cuyo objetivo es superar num¨¦ricamente un logro anterior: de altura, de extensi¨®n o de coste; entre los arquitectos actuales m¨¢s populares y m¨¢s proclives a la broma puede que el trono sea para el dan¨¦s Bjarke Ingels, que este a?o ha culminado la sede de Lego en Billund (Dinamarca) como si de un juego de Lego se tratara.
A pesar de que Ingels y su estudio BIG son autores de algunos edificios que carecen de una imagen n¨ªtida ¡ªlas diversas sedes que han dise?ado para Google con Thomas Heatherwick son dif¨ªcilmente identificables ya que nada en su arquitectura ha trabajado el componente ic¨®nico¡ª, muchos de sus inmuebles s¨ª apelan al reconocimiento instant¨¢neo. Ese reconocimiento instant¨¢neo es un arma eficaz para alcanzar la popularidad en un tiempo en el que el asombro se ha vuelto dif¨ªcil de alcanzar. Es justamente esa dificultad para asombrar en la era de la informaci¨®n desinformadora y en un tiempo en el que las novedades parecen nacer obsoletas, lo que podr¨ªa estar detr¨¢s del creciente n¨²mero de arquitecturas chistosas y l¨²dicas que se construyen por el planeta.
As¨ª, la pir¨¢mide de viviendas que BIG levant¨® en Manhattan (Via West 57, m¨¢s que un edificio, un barrio entero) populariz¨® el inmueble en un plazo de tiempo muy breve. Algo parecido sucedi¨® hace una d¨¦cada con la evocaci¨®n de un copo de nieve que se da en la planta del Psiqui¨¢trico de Helsing?r, tambi¨¦n firmado por BIG. En esa l¨ªnea, se podr¨ªa decir que su Lego House culmina una trayectoria. El ¨²ltimo edificio de este estudio dan¨¦s habla de convertir en juego de ni?os la sede de la empresa en Billund. La idea, explican desde el propio estudio, es ¡°que Billund se convierta en La ciudad de los ni?os. El primer paso ya est¨¢ dado. La Lego House ocupa el terreno donde hasta hace poco se encontraba el ayuntamiento¡±.
Esos edificios de decodificaci¨®n inmediata suelen llamarse tambi¨¦n ¡°Edificios-Experiencia¡± y, como tales, describen a una sociedad que quiere sentir emociones sin el riesgo de vivirlas. Por eso, cuando se habla de arquitectura como de un juego es necesario detenerse a pensar si la arquitectura puede ser una broma y si la construcci¨®n puede ser cosa de ni?os. No hace falta recordar que confundir lo alegre con lo chistoso puede resultar muy peligroso.
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