Victoria¡¯s Christmas
Pap¨¢ Noel y la lencer¨ªa se cuelan en el m¨®vil en la avalancha de v¨ªdeos navide?os
Ha venido a parar a mi m¨®vil en medio de la acostumbrada avalancha de ocurrencias de estas santas fechas un v¨ªdeo navide?o de Victoria's Secret. Me ha parecido m¨¢s interesante que, no s¨¦, el del pesebre con las figuritas animadas o el de la Canci¨®n para la Navidad de Jos¨¦ Luis Perales. Las im¨¢genes muestran un desfile de las famosas ¨¢ngeles de la c¨¦lebre marca de lencer¨ªa que ha debido realizase, colijo, por Navidad, pues van todas las modelos ataviadas ¡ªes un decir¡ª de Pap¨¢ Noel, en la medida en que el simp¨¢tico vejete polar y obsequioso pudiera enfundarse en tan breves prendas (lo que causar¨ªa la natural estupefacci¨®n a sus renos).
No soy un seguidor de los desfiles de la firma, lo m¨ªo es m¨¢s la Victoria Cross que Victoria's Secret, por as¨ª decirlo. Pero ?vaya con el v¨ªdeo! Me ha tra¨ªdo recuerdos de la noche que pas¨¦ en vela en Tokio en una habitaci¨®n de hotel con jet lag, enfrascado en la contemplaci¨®n de un anuncio luminoso que se proyectaba a tama?o gigante en la fachada al otro lado de mi ventana. Se repet¨ªa una y otra vez, precisamente, un desfile de las mismas modelos aladas, entre una barah¨²nda de canciones en japon¨¦s y m¨²sica tecno. No me pod¨ªa mover ni para correr la cortina. Era como estar atrapado entre Blade Runner y La revancha de los novatos.
En el v¨ªdeo del tel¨¦fono, las modelos desfilan con garbo y poco m¨¢s al ritmo de Jingle Bells y All I Want for Christmas Is You, entre ositos de peluche gigantes, grandes bolas de ¨¢rbol de Navidad y enormes bastones de caramelo, levantando nubes de polvo de purpurina. No sabr¨ªa decir. A veces ser hombre tambi¨¦n es terriblemente dif¨ªcil.
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