Ruido Blanco
Los cient¨ªficos han inventado un sonido, que imita al silencio, para enga?ar a nuestro agotado cerebro

Vivimos en sociedades vertiginosas donde los ruidos se adue?an de nuestra tranquilidad. En las ciudades las calles exhalan un murmullo constante de motores, frenazos y bocinas. Hay siempre sonidos de obras en la distancia: taladros, martillos neum¨¢ticos abri¨¦ndole las tripas al asfalto o gr¨²as cargando grandes barras de acero mientras emiten pitidos intermitentes. Todo suena. Las fiestas populares y las verbenas ocasionales, alargan su existencia gracias a los esp¨ªritus z¨¢nganos que se apoderan de los parques y las calles y reivindican con botellones su alegr¨ªa de vivir a partir de los jueves por la tarde.
En las zonas c¨¦ntricas, de portales hist¨®ricos con portones de madera, conviven los bares de moda cantarines con las viviendas de los pac¨ªficos ciudadanos madrugadores. Los j¨®venes, que se resisten a una vida ordenada, suelen emitir gritos o charlar en voz muy alta en los amaneceres, mientras dejan su rastro de v¨®mitos y charcos de orina como si fueran las migas de Pulgarcito.
El ruido convive con nosotros de d¨ªa y de noche. Roncamos, roncan a nuestro lado, tambi¨¦n roncan nuestros vecinos a los que escuchamos en cada desvelo. Los finos tabiques de las casas dejan pasar las melod¨ªas de los ¨²ltimos juerguistas y los primeros coches. Las neveras, los electrodom¨¦sticos, tambi¨¦n emiten su siseo, su hilo de voz el¨¦ctrica. Hay tantos ruidos rode¨¢ndonos con su sinton¨ªa desacompasada de voces, que cuando llega la hora del descanso, nuestra cabeza es un nudo denso de ondas sonoras.
Hemos perdido el sentido del silencio. Te dir¨¢n que si lo quieres encontrar deber¨¢s hacerte ermita?o y alejarte del mundanal ruido. En las farmacias te ofrecer¨¢n tapones de cera o espuma, o incluso de silicona a medida para tu orificio auditivo. A?oramos la tranquilidad serena del campo con sus particulares sonidos. Las alegres chicharras en los d¨ªas de verano, los grillos felices en las noches. Los suspiros de las olas del mar, el tintineo de los arroyos o el canto de los p¨¢jaros en los amaneceres. Todo eso se ha perdido, ahora solo escuchamos las conversaciones de los m¨®viles, los hilos musicales de los negocios, o el bullicio desatado del tr¨¢fico.
Al parecer los cient¨ªficos han inventado el ruido blanco para enga?ar a nuestro agotado cerebro. Un sonido que bloquea los otros ruidos. Un sonido brumoso, parecido al de las viejas televisiones al perder la emisi¨®n. Han desarrollado una m¨¢quina de ruido sint¨¦tico que imita el silencio. Un ruido que es la esencia secreta de todos los ruidos que detestamos. Lo curioso es que logra que te duermas.
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