Los detalles de c¨®mo se espi¨® a Julio Iglesias y su familia
Siete objetivos localizados en Miami y 16 horas diarias de seguimiento para probar la paternidad del cantante que reclama Javier S¨¢nchez
El detective Luis Lara espi¨® a Julio Iglesias, a Enrique Iglesias y a otros cinco miembros de su familia para conseguir muestras de su ADN. Siete objetivos con los que intentar demostrar que Javier S¨¢nchez, un hombre de 40 a?os que vive en Valencia, es hijo del cantante. La prueba gen¨¦tica finalmente conseguida, una historia digna de pel¨ªcula de la que Lara cuenta los detalles a EL PA?S, y presentada al juzgado por el abogado Fernando Osuna, refleja que lo es con una fiabilidad del 99,9%.
La Agencia de Investigaciones IPS, con sede en Dos Hermanas, Sevilla, buce¨® desde Espa?a en la intimidad de los siete miembros de la familia Iglesias durante 18 d¨ªas. A finales de marzo de 2017, el detective Lara y otro miembro de su despacho viajaron a Miami, en Estados Unidos, donde vive la mayor¨ªa del clan. A los tres d¨ªas de estar all¨ª se decantaron por seguir a Julio Jos¨¦, el segundo hijo del cantante, por ser el que menos protecci¨®n presentaba sin tener que salir de la ciudad.
El resto de espiados fueron la hija de Julio Iglesias Chabeli as¨ª como tres hermanos del cantante: Carlos Luis y Jaime Nathaniel y Ruth ¡ªestos dos ¨²ltimos fruto de la uni¨®n de su padre, apodado Papuchi, con Ronna Keitt cuando ¨¦l ya hab¨ªa pasado de los 80 a?os y que residen en Jacksonville, Florida¡ª.
Los detectives llegaron a entrar en Indian Creek, la exclusiva isla de los famosos donde tienen viviendas Julio Iglesias y Enrique Iglesias. Pero desistieron de desarrollar all¨ª el seguimiento debido al alt¨ªsimo nivel de control que tiene la urbanizaci¨®n. Respecto a Julio Iglesias, ni siquiera pudieron comprobar si se encontraba en Miami. "Su seguridad es comparable a la del presidente de un pa¨ªs", dice Lara.
Una vez elegido el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la familia, sometieron al modelo y cantante Julio Jos¨¦ Iglesias a un espionaje de 16 horas al d¨ªa. Lo acecharon a la puerta de su casa, y lo siguieron en sus salidas al gimnasio, al aeropuerto y a ver un partido de Rafa Nadal, que disputaba el Masters 1000 de Miami.
Antes de partir a Estados Unidos, los investigadores recibieron la ayuda de Javier S¨¢nchez para localizar las viviendas de los miembros de la familia Iglesias. El presunto hijo secreto les asegur¨® que hab¨ªa estado en casa de Julio Jos¨¦ en Miami y que este le llamaba "hermano", afirma Lara. Finalmente, a las 14.00 del 24 de marzo de 2017, los detectives cogieron una botella de agua vac¨ªa ¡ª"un bid¨®n deportivo de medio litro"¡ª de la que Julio Jos¨¦ hab¨ªa bebido despu¨¦s de hacer surf y hab¨ªa tirado en el aparcamiento de la playa.
Coartada
La botella es lo que los detectives llaman la "prueba directa", que qued¨® documentada en v¨ªdeos y fotograf¨ªas. Recogieron, adem¨¢s, una quincena de "pruebas complementarias", consistentes tambi¨¦n en desperdicios. Seg¨²n Lara, ninguno proced¨ªa del cubo de la basura de Julio Jos¨¦. La legislaci¨®n norteamericana no permite escarbar en el contenedor de una persona sin autorizaci¨®n judicial.
El detective fue jefe de grupo de la Polic¨ªa Judicial antes de abrir la agencia y ha obtenido el ADN de un centenar de padres biol¨®gicos, entre ellos el Cordob¨¦s, pero afirma que la operaci¨®n de Miami fue la "m¨¢s ardua" que ha realizado. Julio Jos¨¦ no vive en un lugar tan vigilado como Indian Creek, pero al poco tiempo de estar estacionados frente a su casa la polic¨ªa se acerc¨® al coche a identificarlos. Los detectives hab¨ªan fabricado una coartada: contaron a los agentes que estaban interesados en comprar la casa de enfrente de la de Julio Jos¨¦, que estaba en venta. Para darle credibilidad a la historia, previamente hab¨ªan contactado con el propietario.
Regresar a Espa?a con las pruebas de ADN fue otro problema. Lara descart¨® facturar las muestras con el equipaje y pas¨® los controles con ellas, selladas y empaquetadas en un chaquet¨®n. De la botella solo transportaron la boca, no fuera a ser que el personal de seguridad del aeropuerto desconfiara del recipiente y lo tirase a la papelera.
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