Origami
Nadie hab¨ªa previsto esta explosi¨®n tecnol¨®gica. Un ?'papirobot'? es un ejemplo de elegancia creativa
El valle, el plisado, la oreja de conejo, el reverso por fuera, el reverso por dentro, el rizo, el 'squash', el sumidero y el p¨¦talo. Son los nueve pliegues b¨¢sicos del origami, ese arte que antiguamente (la semana pasada) se llamaba papiroflexia. Esos nueve dobleces primordiales se pueden combinar para generar cualquier estructura compleja, como si fueran los fonemas de una gram¨¢tica de las formas capaz de engendrar un cosmos a partir de una simple hoja de papel. Aunque la palabra es japonesa, el origami se origin¨® seguramente en China, pues all¨ª se invent¨® el papel hace 2.200 a?os, pero la papiroflexia verdaderamente interesante tiene una historia muy corta, y basada en Jap¨®n en su mayor¨ªa. Yo nunca pas¨¦ del avi¨®n de papel -algunos hasta volaban-, pero mis compa?eros de clase sab¨ªan hacer la pajarita, y algunos hasta la grulla. Se creer¨ªan muy listos.
Y lo eran, porque el origami se est¨¢ convirtiendo en nuestros d¨ªas en una tecnolog¨ªa de vanguardia. Hay muchas maneras de hacer robots, pero el viejo arte japon¨¦s tiene tantas ventajas que dan ganas de tirar la toalla en casi todas las dem¨¢s. Un robot tradicional (los de la semana pasada) es una suma de cosas tan dispares como un motor el¨¦ctrico, una red neuronal, una bater¨ªa de litio, dos piernas de acero y tres ojos de perovskita. En cierto sentido profundo, es una obra del doctor Franz de Copenhague.
Comparado con eso, un robot de origami (?'papirobot'?) es un ejemplo de elegancia creativa. Tanto su estructura como su funci¨®n brotan de principios matem¨¢ticos como los nueve dobleces b¨¢sicos. Su composici¨®n de materiales en una simple hoja de papel 2-D se convierte autom¨¢ticamente en una forma 3-D compleja que encarna las relaciones necesarias entre sus partes, y por tanto constituye un todo emergente, al estilo de los sistemas biol¨®gicos como el lector (si alguno queda). Las matem¨¢ticas indican con fuerza que el origami es un m¨¦todo universal para construir cualquier geometr¨ªa. Y las reglas del plegado implican que un robot de origami puede reconfigurarse en un universo de nuevas formas que ejecutan nuevas tareas. Pueden imprimirse en cuesti¨®n de horas, y mudar de forma en segundos respondiendo a la temperatura, la humedad o la luz. Pueden medir solo unas micras (mil¨¦simas de mil¨ªmetro) o tanto como unos metros.
Nadie hab¨ªa previsto esta explosi¨®n tecnol¨®gica del origami. Ni los chinos, ni los alemanes ni los japoneses hab¨ªan pensado en ¨¦l como m¨¢s que un divertimento o un adorno, acaso una distracci¨®n para los ni?os. Pero as¨ª son las cosas.
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