Cuando leer y escribir ya no es cosa de humanos
Lo importante es 'mover' los textos, no componerlos ni entenderlos. Esto lo puede hacer cualquier m¨¢quina
Querido lector: dentro de no mucho usted no sabr¨¢ reconocer si este texto ha sido escrito por un ser humano o por una m¨¢quina. En realidad por un tiempo s¨ª que podr¨¢, siempre que sea capaz de detectar fallos gramaticales y ortogr¨¢ficos. La regla ser¨¢ sencilla: si hay fallos ser¨¢ humano. Y eso que hasta hace poco suced¨ªa exactamente al rev¨¦s. Las traducciones autom¨¢ticas nos han permitido detectar sin problemas, y simplemente por la forma, la falsedad de los mails enviados por la viuda nigeriana que pon¨ªa a nuestra disposici¨®n millones de d¨®lares con solo enviarle unos cuantos miles de euros o los escritos por la supermodelo del Este que hab¨ªa visto nuestro perfil ¡°en lo Internet¡± y hab¨ªa quedado cautivada por nuestra personalidad. Pero, de hecho, eso ya pocas veces sucede.
Claro que alcanzada esa perfecci¨®n, la inteligencia artificial tambi¨¦n ser¨¢ capaz de introducir peque?os fallos para hacer dudar al lector. Y cuando este no pueda encontrar la diferencia ya no ser¨¢n necesarios ¡°productores de contenidos¡± humanos. Tal vez ese no sea un problema que afecte al lector. Pero sucede que los lectores humanos tampoco ser¨¢n tan necesarios. No lo ser¨¢n en absoluto. En realidad, ese proceso ya ha comenzado. Las estad¨ªsticas que constantemente suministran los medidores muestran que si usted ha llegado leyendo hasta aqu¨ª forma parte de un minoritario 30% del total de personas que empezaron este texto. Y existe una alt¨ªsima posibilidad de que no llegue a finalizarlo. Al autor humano le importa pero al medidor no, porque usted ya hizo clic y con ese peque?o movimiento de un dedo ha desencadenado una mara?a de mecanismos matem¨¢ticos que determinar¨¢n tanto el futuro del autor como del lector. Para el primero ya est¨¢ significando un importante factor en t¨¦rminos de reputaci¨®n profesional, lo que se traduce en condiciones de trabajo y salario. Para el segundo, en el tipo de contenidos que se le ofrecer¨¢n y, por tanto, en la aproximaci¨®n a la realidad que tendr¨¢. Casi nada.
Como prueba de lo expuesto, debe usted saber que este texto no est¨¢ escrito solo para usted sino tambi¨¦n para los algoritmos y posicionadores. Y, no se ofenda, tal vez m¨¢s para ellos que para usted. Por ello me va a permitir que introduzca ahora una serie de palabras para que los algoritmos detecten el texto y lo coloquen bien. Para usted no tendr¨¢n mucho sentido, pero para ellos s¨ª. Empecemos con palabras buscadas ayer ¡ªcuando se escribe este texto¡ª, poco importa si por humanos o en b¨²squedas autom¨¢ticas: D¨ªa de la Mujer 2018, Rom¨¢n Escolano, Franco Masini, Balkrishna Dashi. A?adamos algunas que siempre funcionan: sexo, porno, Cristiano Ronaldo, Messi, Trump. Fin de la interrupci¨®n. Volvamos con los humanos. Pero no mucho.
El proceso cada vez se acelera m¨¢s. Los textos escritos por m¨¢quinas son le¨ªdos por m¨¢quinas que los posicionan en buscadores y utilizan las redes sociales para moverlos y difundirlos. Mientras usted duerme, un algoritmo habla con su perfil en funci¨®n de sus clics y le env¨ªa un determinado tipo de textos, no para que los lea ¡ªal algoritmo le da igual¡ª sino para que los pinche y los difunda. Los textos que tengan ¨¦xito entrar¨¢n en un c¨ªrculo virtuoso y multiplicar¨¢n el n¨²mero de difusiones. Llegamos al final. El algoritmo ha completado su lectura, aunque no ha entendido nada. La pregunta es: ?queda alg¨²n humano por aqu¨ª?
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