Imb¨¦ciles
El raciocinio y la palabra son emblemas orgullosos de lo humano, a los que no podemos renunciar sin anularnos
Al hablar de imbecilidad, tenemos siempre que hacerlo en primera persona del plural. ?Imb¨¦ciles? Me too... Los animales aciertan por instinto, el superhombre (cuando llegue) nunca fallar¨¢ en su esplendor: cojeando entre ambos extremos, el simple humano hace diana o falla el tiro sin saber nunca su puntuaci¨®n definitiva. Eso es lo malo: el mismo que da muestras de talento incurre al momento en una estupidez desoladora. Y ello trae malas consecuencias: reparen, sin ir m¨¢s lejos, en la historia de la humanidad. Tal es el aviso de Maurizio Ferraris en La imbecilidad es cosa seria (Alianza), donde define esta enfermedad end¨¦mica en nuestra especie ¡ªun mal derivado del desempe?o racional, igual que la silicosis acompa?a la miner¨ªa¡ª como ¡°ceguera, indiferencia u hostilidad a los valores cognitivos, m¨¢s extendida entre quienes tienen ambiciones intelectuales¡±. Que se adapta a la ¨¦poca: De Maistre demostr¨® que el venerado Francis Bacon, inventor del m¨¦todo experimental y mentor de ilustrados como Kant, no ahorr¨® en bobadas, igual que ahora los neurocient¨ªficos cuando hablan del libre albedr¨ªo o el divorcio. Sobre las mujeres los varones ilustres han disparatado a gusto, neg¨¢ndoles el alma o el n¨²mero de sus dientes (Arist¨®teles) hasta que ellas se han desquitado asegurando que el coito es una violaci¨®n (Andrea Dworkin) o que la elecci¨®n de De Guindos es un ultraje al g¨¦nero femenino (Margarita Robles). Y as¨ª todo.
El raciocinio y la palabra son emblemas orgullosos de lo humano, a los que no podemos renunciar sin anularnos. Pero quien piensa desbarra a menudo y quien tiene boca, se equivoca (de Twitter prefiero no hablarles). No veo remedio, salvo el recurso preventivo a la prudencia humilde. Aunque puede que toda esta palinodia sea s¨®lo tambi¨¦n otra imbecilidad. Ustedes dir¨¢n...
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