Puig-the-end
La prosaica detenci¨®n del expresident extrema la frustraci¨®n e impotencia del soberanismo
No va a resultar sencillo al aparato de propaganda independentista enmascarar la chapuza en propia meta del arresto de Puigdemont en una gasolinera alemana. Es un final prosaico, vulgar, para un h¨¦roe de pacotilla, pero tambi¨¦n es el escarmiento a la impunidad con que hab¨ªa decidido pavonearse en la pasarela europea, como si fuera un estudiante en el interrail y como si no se percatara de que la internacionalizaci¨®n del proc¨¦s equival¨ªa a la internacionalizaci¨®n del rid¨ªculo.
Se cre¨ªa inmune el expresident en su fortaleza de Waterloo (qu¨¦ pensar¨¢ su casero). Y no se orientaba de que la regresi¨®n democr¨¢tica que Torrent atribu¨ªa el 25M al estado espa?ol es la misma regresi¨®n que curiosamente comparten los pa¨ªses europeos. Y no porque hayan emprendido un enloquecido viraje al ancien r¨¦gime, sino porque el nacionalismo y el secesionismo catalanes, secuestrados por el anacronismo trotskista de la CUP, representan la mayor amenaza al proyecto comunitario. El soberanismo es un viaje a la oscuridad que se ha quedado sin luces en una gasolinera de Alemania.
El vandalismo nocturno de Barcelona y la nostalgia borroka son las expresiones de la impotencia y de la subversi¨®n. Tanto identifican la una como la otra la frustraci¨®n del independentismo en los muros del Estado de derecho. Ni Espa?a es Rajoy, por mucho que se identifique el binomio mal¨¦fico. Ni Europa es la megaburocracia que aplasta las identidades.
El soberanismo se ha desangrado en la ferocidad endog¨¢mica de las familias que lo componen y se ha malogrado en su ampulosa megaloman¨ªa, aunque haya pretendido inculcarse en la grey indepe un estado permanente de psicosis victimista, alentado casi siempre, como este domingo, desde la propaganda de los medios p¨²blicos ¨Cel esc¨¢ndalo de TV3¡ª y desde el dogmatismo de los almu¨¦danos radiof¨®nicos, empe?ados casi siempre en confundir las agresiones a la Constituci¨®n con la libertad del pensamiento.
Los lazos amarillos han terminado siendo las horcas de sus art¨ªfices a semejanza de los cazadores cazados. Y no es que los jueces se hayan puesto a hacer pol¨ªtica. Hacer pol¨ªtica hubiera sido eludir el cumplimiento de las leyes, prevaricar a expensas de una presunta convivencia cuyo punto de colisi¨®n siempre lo han proporcionado los indepes en el saqueo institucional, la profanaci¨®n del Parlament y la crispaci¨®n de la sociedad a cambio de la tierra prometida.
Y el profeta Puigdemont ha terminado en un trullo germano, constre?ido a capitular de una fuga esperp¨¦ntica a la que se adhiri¨® Marta Rovira desde una cobard¨ªa que ella misma ha querido edulcorar exponi¨¦ndose como m¨¢ter dolorosa y pretendiendo que sus compatriotas se quemen a lo bonzo en las calles para jalonar de antorchas el camino de la libertad.
Se les va a hacer largo el camino del G¨®lgota. Y no les ser¨¢ sencillo a?adir a Alemania a la gran teor¨ªa de la conspiraci¨®n liberticida. El independentismo ha condenado la independencia. Por la prisa. Por la intimidaci¨®n. Por la frivolidad. Y por la autosugesti¨®n. Tanto han construido una realidad paralela que a Puigdemont va a estremecerle pasar una noche en el calabozo escuchando como un metr¨®nomo patibulario los pasos de un polic¨ªa alem¨¢n.
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