?Ha muerto Dios?
Los dioses del Mercado, del Patriarcado y del Fundamentalismo son las nuevas metamorfosis de la creencia en el Ser Superior. Este cambio explica las tres violencias ejercidas en su nombre: la estructural, la machista y la religiosa
Nietzsche no fue el primero en utilizar la expresi¨®n ¡°Dios ha muerto¡±. Su origen se encuentra en un texto de Lutero: ¡°Cristo ha muerto?/ Cristo es Dios?/ Por eso Dios ha muerto¡±. En ¨¦l se inspira Hegel en la Fenomenolog¨ªa del esp¨ªritu, donde afirma que Dios mismo ha muerto como manifestaci¨®n del sentimiento doloroso de la conciencia infeliz. En Lecciones sobre filosof¨ªa de la religi¨®n se refiere a una canci¨®n religiosa luterana del siglo XVII en un contexto similar: ¡°Dios mismo yace muerto?/ ?l ha muerto en la cruz¡±.
Otros art¨ªculos del autor
Es probable que Nietzsche, hijo y nieto de pastores protestantes, la conociera e incluso la hubiera cantado en el Gottesdienst. Pero ha sido su propia formulaci¨®n la que ha adquirido relevancia filos¨®fica y ha ejercido mayor influencia en el clima sociorreligioso moderno.
Dos son los textos m¨¢s significativos en los que Nietzsche hace el anuncio de la muerte de Dios. En As¨ª hablaba Zaratustra, cuando el reformador de la antigua religi¨®n irania baja de la monta?a, se encuentra con un anciano eremita que se hab¨ªa retirado del mundanal ruido para dedicarse exclusivamente a amar y alabar a Dios, actitud que contrasta con la de Zaratustra, que dice amar solo a los hombres. Tras alejarse de ¨¦l, comenta para sus adentros: ¡°?Ser¨¢ posible! Este viejo santo en su bosque no ha o¨ªdo todav¨ªa nada de que Dios ha muerto¡±. Al llegar a la primera ciudad, encontr¨® una muchedumbre de personas reunida en el mercado, a quienes habl¨® de esta guisa: ¡°En otro tiempo el delito contra Dios era el m¨¢ximo delito, pero Dios ha muerto y con ?l han muerto tambi¨¦n sus delincuentes. Ahora lo m¨¢s horrible es delinquir contra la tierra¡±.
En La gaya ciencia Nietzsche relata la muerte de Dios a trav¨¦s de una par¨¢bola cargada de patetismo. Un hombre loco va corriendo a la plaza del mercado en pleno d¨ªa con una linterna gritando sin cesar: ¡°?Busco a Dios! ?Busco a Dios!¡±. El hombre se convierte en el hazmerre¨ªr de la gente all¨ª reunida, que no se toma en serio la b¨²squeda angustiosa del loco y se mofa de ¨¦l haci¨¦ndole preguntas en tono burl¨®n: ¡°?Es que se ha perdido? [¡]?Es que se ha extraviado como un ni?o? [¡]?O se est¨¢ escondiendo? ?Es que nos tiene miedo? ?Se ha embarcado? ?Emigrado?¡±. A lo que el loco responde: ¡°?Lo hemos matado nosotros y yo! ?Todos nosotros somos sus asesinos!¡±.
El loco, fuera de s¨ª, entr¨® en varias iglesias donde enton¨® su requiem aeternam deo. Cada vez que le expulsaban y le ped¨ªan explicaci¨®n de su conducta, respond¨ªa: ¡°?Qu¨¦ son estas iglesias sino las tumbas y los monumentos f¨²nebres de Dios?¡±. Nietzsche califica el anuncio de la muerte de Dios como ¡°el m¨¢s grande de los acontecimientos recientes¡±, pero el loco reconoce que llega ¡°demasiado pronto¡±.
La del Mercado es hoy una fe ¡°monote¨ªsta¡±, con una divinidad celosa que no admite rival
?Se ha hecho realidad el anuncio de Nietzsche? Yo creo que solo en parte. Ciertamente, se est¨¢ produciendo un avance de la increencia religiosa en nuestras sociedades secularizadas y se cierne por doquier la ausencia de Dios. Pero, al mismo tiempo, asistimos a otro fen¨®meno: el de las diferentes metamorfosis de Dios. A modo de ejemplo voy a referirme a tres: el Dios del Mercado, el Dios del Patriarcado y el Dios del Fundamentalismo.
El Dios del Mercado. El Mercado se ha convertido en una religi¨®n ¡°monote¨ªsta¡±, que ha dado lugar al Dios-Mercado. Ya lo advirti¨® Walter Benjamin con gran lucidez en un art¨ªculo titulado El capitalismo como religi¨®n, donde afirma que el cristianismo, en tiempos de la Reforma, se convirti¨® en capitalismo y ¡°este es un fen¨®meno esencialmente religioso¡±.
Tocar el capitalismo o simplemente mencionarlo es como tocar o cuestionar los valores m¨¢s sagrados. Lo que dice Benjamin del capitalismo es aplicable hoy al neoliberalismo, que se configura como un sistema r¨ªgido de creencias y funciona como religi¨®n del Dios-Mercado, que suplanta al Dios de las religiones monote¨ªstas. Es un Dios celoso que no admite rival, proclama que fuera del Mercado no hay salvaci¨®n y se apropia de los atributos del Dios de la teodicea: omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia y providencia. El Dios-Mercado exige el sacrificio de seres humanos y de la naturaleza y ordena matar a cuantos se resistan a darle culto.
El anuncio de Nietzsche de que ¡°Dios ha muerto¡± se ha cumplido solo en parte
El Dios del Patriarcado. Los atributos aplicados a Dios son en su mayor¨ªa varoniles, est¨¢n vinculados a la masculinidad hegem¨®nica y se relacionan con el poder. La masculinidad de Dios lleva derechamente a la divinizaci¨®n del var¨®n. As¨ª, el patriarcado religioso legitima el patriarcado pol¨ªtico y social. La te¨®loga feminista alemana Dorothee S?lle critica las fantas¨ªas falocr¨¢ticas proyectadas por los varones sobre Dios, cuestiona la adoraci¨®n al poder convertido en Dios y se pregunta: ¡°?Por qu¨¦ los seres humanos adoran a un Dios cuya cualidad m¨¢s importante es el poder, cuyo inter¨¦s es la sumisi¨®n, cuyo miedo es la igualdad de derechos? ?Un Ser a quien se dirige la palabra llam¨¢ndole ¡®Se?or¡¯, m¨¢s a¨²n, para quien el poder no es suficiente, y los te¨®logos tienen que asignarle la omnipotencia! ?Por qu¨¦ vamos a adorar y amar a un ser que no sobrepasa el nivel moral de la cultura actual determinada, sino que adem¨¢s la estabiliza?¡±. En nombre del Dios del patriarcado se practica la violencia de g¨¦nero, que el a?o pasado caus¨® m¨¢s de 60.000 feminicidios.
El Dios de los Fundamentalismos. Los fundamentalismos religiosos desembocan con frecuencia en terrorismo, fen¨®meno que recorre la historia de la humanidad en la modalidad de guerras de religiones que se justifican apelando a un mandato divino. Tiene raz¨®n el fil¨®sofo jud¨ªo Martin Buber cuando afirma que Dios es ¡°la palabra m¨¢s vilipendiada de todas las palabras humanas. Ninguna ha sido tan mutilada, tan mancillada. Las generaciones humanas han desgarrado esta palabra. Han matado y se han dejado matar por ella. Esta palabra lleva sus huellas dactilares y su sangre. Los hombres dibujan un monigote y escriben debajo la palabra ¡®Dios¡¯. Se asesinan unos a otros y dicen: ¡®Lo hacemos en nombre de Dios¡±. Matar en nombre de Dios es convertir a Dios en un asesino, en certera observaci¨®n de Jos¨¦ Saramago, quien lo demuestra en la novela Ca¨ªn a trav¨¦s de un recorrido por los textos de la Biblia hebrea.
Dios bajo el asedio del Mercado, bajo el poder del Patriarcado y bajo el fuego cruzado de los Fundamentalismos. El resultado es la violencia estructural del sistema, la violencia machista y la violencia religiosa, las tres ejercidas en nombre de Dios.
Juan Jos¨¦ Tamayo es director de la C¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid. Su ¨²ltima obra es Teolog¨ªas del Sur. El giro descolonizador (Trotta, 2017).
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