Santo jueves

Acabar, o al menos empezar, ese libro que paseas cada d¨ªa de casa al tajo y del tajo a casa con la idea de matar leyendo los ratos muertos que luego acabas desperdiciando cotilleando en el m¨®vil. Poner en orden tus cosas, ya que tus pensamientos, tus anhelos y tu vida son un caos de causas perdidas. Recuperar el contacto con los tuyos, reducido a diario al m¨ªnimo imprescindible para chequear que est¨¢is todos cl¨ªnicamente vivos y medianamente coleando. Sentir el sol, o la lluvia, o la simple caricia del aire en la cara un rato m¨¢s largo que el estrictamente necesario para ir del coche al curro o al s¨²per o al cine o a echar gasolina entre prisa y prisa. Dormir a lorza suelta sin m¨¢s despertador que la luz del d¨ªa col¨¢ndose por las persianas o el roce de otro cuerpo latiendo bajo las s¨¢banas. Domar la ansiedad aunque sea al acolchado l¨¢tigo de la autoindulgencia o del mal de muchos, consuelo de tantos. Emborrachar los sentidos con alg¨²n gozo, cualquiera, aunque solo sea pobre metadona sustitutiva de tus aut¨¦nticas carencias. Conquistar una tregua de paz o de zozobra, de plenitud o de vac¨ªo, de miel o de hiel, seg¨²n te hayan venido dadas las cartas en esta ronda en concreto.

Hoy es Jueves Santo otro a?o, y, quien m¨¢s, quien menos con la suficiente cantidad de lustros en los huesos, lleva un v¨ªa crucis de traiciones, negaciones, crucifixiones y resurrecciones en vida a la chepa por muy ateo que sea. Personalmente, me conformo con que se cumpla al menos uno de esa lista de deseos en esta semana de aniversario de la pasi¨®n y muerte de Cristo, y lo mismo pido para quienes tengan la gentileza de leer estas l¨ªneas. No es mucho, ni poco, pero a veces lo puede ser todo. Cuando despertemos del sue?o ser¨¢ lunes todo el sant¨ªsimo d¨ªa y ojal¨¢ me equivoque, pero all¨ª seguir¨¢n todos los dinosaurios.