Aminata era una de las cientos de menores que cada d¨ªa, al anochecer, encend¨ªan velas y colocaban el espejo sobre cualquier repisa para maquillarse los p¨¢rpados, los labios, las pesta?as... Y sal¨ªan a prostituirse a las calles de Freetown, la capital de Sierra Leona.'Love'En Sierra Leona, uno de los diez pa¨ªses m¨¢s pobres del mundo seg¨²n el ?ndice de Desarrollo Humano, los mismos problemas acucian desde hace lustros a la poblaci¨®n, a veces hastiada y desesperanzada en un lugar que todav¨ªa no ha terminado de sacudirse una de las guerras civiles m¨¢s cruentas de la historia. Desde que acab¨®, en 2002, lugares como Freetown, su capital y mayor ciudad del pa¨ªs africano, han visto como crece en sus calles la prostituci¨®n, la prostituci¨®n de menores, la corrupci¨®n, las violaciones y la violencia, la desigualdad, el alto desempleo, el escaso acceso a electricidad, agua y saneamiento y la criminalidad; asesinatos, robos y asaltos a cualquier hora y en cualquier rinc¨®n.'Love'En la capital sierraleonesa, atravesada por la dejadez y la falta de oportunidades, casi la mitad de su poblaci¨®n, alrededor de un mill¨®n, son mujeres, muchas de ellas ni?as y adolescentes, y en muchas ocasiones hu¨¦rfanas o abandonadas. Normalmente en grupos, viven hacinadas en cuartos de barrios obreros como Cline Town, Wellington, Kissy, Fourah Bay o Foulah Town; all¨ª, sin agua, sin luz, sin una ducha o un retrete, las ratas caen por los techos agujereados de chapa por la noche. Atraparlas y lanzarlas por la ventana es solo una rutina m¨¢s.'Love'En el 'slam' donde vive Aminata junto a m¨¢s de una decena de adolescentes, 'Daddy' es el hombre que pasa cada d¨ªa para controlarlas, como si fuesen ganado. Vigila cu¨¢nto ganan, d¨®nde est¨¢n o si han causado alg¨²n problema que le afecte directamente. Ellas, acostumbradas a su presencia y su vigilancia, creen que las cuida. Nada m¨¢s lejos de la realidad seg¨²n Jorge Crisafulli, el misionero salesiano que las encontr¨®. "Es un chulo que las explota, no es otra cosa", dice al tel¨¦fono desde Don Bosco Fambul, el hogar que las Misiones Salesianas tienen en Freetown, el ¨²nico refugio para estas menores, su ¨²nica v¨ªa de escape.'Love'En Freetown, aseguran las chicas, las redadas son frecuentes. La polic¨ªa arresta a 10, 15 o 20 j¨®venes y las lleva hasta los calabozos de las dependencias policiales. Los agentes aseguran cumplir con la ley, retenerlas durante un m¨ªnimo tiempo y despu¨¦s ponerlas a disposici¨®n de una suerte de servicios sociales que opera en la ciudad. Sin embargo, Aminata y sus compa?eras cuentan que no es eso lo que sucede, su versi¨®n es distinta: "Nos ponen las esposas, nos violan, no pagan ni un le¨®n y luego nos sueltan otra vez".'Love'El hogar que dirige Jorge Crisafulli es un peque?o oasis entre el horror. En Freetown, quien tiene dinero, tiene derecho a un m¨¦dico; quien no lo tiene, muere en la calle, en el slam, en medio de la podredumbre y la basura. Desde julio de 2017, 15 trabajadores sociales salen a la calle para invitar a todas estas menores a que vayan al hogar. "Aqu¨ª les hacemos un chequeo completo sanitario. Lamentablemente el 100% tiene siempre una enfermedad de transmisi¨®n sexual, un porcentaje alto tiene SIDA y hepatitis B", explica Crisafulli. "Hace solo unas semanas, vinieron un grupo de chicas a pedirnos que hici¨¦semos algo por una de ellas, que estaba moribunda en un camastro en el slam. No pudimos hacer nada, la recogimos y la llevamos al hospital, pero ya era tarde". Al d¨ªa siguiente, recuerda el misionero, 15 ni?as se presentaron en la oficina de Don Bosco Fambul, aterradas por haber visto morir a su amiga.'Love'El "body to body" al que las chicas hacen alusi¨®n es la pr¨¢ctica habitual cuando se prostituyen: relaciones sexuales sin protecci¨®n. "Es lo que piden ellos siempre", cuentan varias de ellas. Pueden llegar a practicar sexo por 20 c¨¦ntimos de euro. "Sin cond¨®n, puede llegar a los 15.000 leones (alrededor de 1,5 euros)", explica el misionero, que intenta siempre que sean conscientes de lo que puede suceder si no se protegen.'Love'La educaci¨®n en todos los aspectos es, seg¨²n el misionero, crucial. No todas son conscientes de las enfermedades que pueden contraer, algunas son tan peque?as que ni siquiera tienen la menstruaci¨®n; la mayor¨ªa no sabe leer ni escribir bien, chapurrean el ingl¨¦s y tienen conocimientos precarios de lo m¨¢s b¨¢sico. "Sin educaci¨®n tambi¨¦n es f¨¢cil enga?arlas. Les ofrecen por ah¨ª, en la calle, una inyecci¨®n para no quedar embarazadas y ellas ya creen que est¨¢n protegidas contra todo".'Love'En Don Bosco Fambul las posibilidades se abren. All¨ª pueden aprender a leer y a escribir, a tener una profesi¨®n que consiga que abandonen las calles. Augusta, en la imagen a la izquierda, ha formado su empresa de catering tras pasar por Don Bosco Fambul. "Le ped¨ª que fuera a hablar con las muchachas, a ella la escuchan mucho m¨¢s que a m¨ª. Les sirve de ejemplo y de gu¨ªa, adem¨¢s le pagamos un peque?o salario por ense?arla que complementa lo que gana con el catering".'Love'El autob¨²s de las Misiones Salesianas en Freetown sale a recorrer las calles de la capital los viernes a las 16.00. Ese d¨ªa no tienen que preocuparse por qu¨¦ comer, el autob¨²s las va recogiendo al cruzar la ciudad y antes de llegar a las afueras tienen montado una especie de "techito", dice Crisafulli. "Ah¨ª nos encontramos cada viernes con 70, 80 o 90 ni?as... La idea del autob¨²s fue incre¨ªblemente afortunada, salir a buscarlas, no esperar a que vengan y ense?arlas y ayudarlas, convencerlas de que pueden tener otra vida que no sea la prostituci¨®n". En el autob¨²s llevan todo lo necesario para hacerles la prueba del sida, y orientarlas si sale positiva; desde ah¨ª se promueven talleres de educaci¨®n sexual, higiene, violencia de g¨¦nero... "Una vez que son conscientes, es m¨¢s f¨¢cil sacarlas de ah¨ª, ayudarlas".'Love'Con Aminata, cuenta el misionero, la tarea fue "tenaz". "Se nos escapaba continuamente de las manos. Ven¨ªa un d¨ªa a la casa y al siguiente se marchaba. No soportaba que nadie la estuviese mirando y dici¨¦ndole que era hora de comer, de dormir...". Pero al final lo conseguimos.'Love'Aminata volvi¨® a casa de su abuela. Seg¨²n el misionero, es vital encontrar un lugar en el que puedan volver a empezar: "Las familias que conocen lo que han estado haciendo, la mayor¨ªa, las rechazan. Las abuelas no, las abuelas por lo general siempre est¨¢n dispuestas a recogerlas". All¨ª, Aminata ha conseguido volver a empezar con un par de negocios, una peluquer¨ªa y un peque?o mercado.'Love'Cuenta Crisafulli que, cuando se dio cuenta de que no solo ganaba m¨¢s con estos peque?os negocios, sino que adem¨¢s era respetada y admirada en su comunidad, Aminata cambi¨® por completo.'Love'"Si Aminata lo ha conseguido, de verdad creo que el resto puede conseguirlo. Yo, si es necesario, dar¨¦ mi vida en el intento de que esta no sea la ¨²nica vida que conozcan", sentencia el misionero, que estos d¨ªas est¨¢ en Espa?a para presentar Love, el documental de Ra¨²l de la Fuente que a partir de este 4 de abril, dar¨¢ a conocer la historia de Aminata y del resto de las chicas de Don Bosco Fambul al mundo.'Love'