Hait¨ª se olvid¨® de la justicia
El pa¨ªs no ha depurado las responsabilidades de una dictadura que cost¨® 30.000 vidas
Hait¨ª vive de la solidaridad internacional desde que fuera arruinado por las cat¨¢strofes naturales y las causadas por las tiran¨ªas, y la corrupci¨®n y desgobierno asociados a las sucesivas Administraciones. Esa dependencia externa hace m¨¢s incomprensible el desprecio por el derecho internacional, y la ausencia de voluntad pol¨ªtica de sus autoridades para acelerar el proceso abierto en 2008 contra los responsables de los delitos de lesa humanidad perpetrados entre 1971 y 1986. El tirano de ese per¨ªodo fue Jean-Claude Duvalier, Baby Doc, heredero de Fran?ois Duvalier (1957-1971), Papa Doc, el s¨¢trapa fundacional.
Argentina, Chile y otras naciones latinoamericanas revisaron sus dictaduras y depuraron responsabilidades con comisiones de la verdad, juicios y condenas; tres decenios despu¨¦s de la ¨²ltima, Hait¨ª todav¨ªa no lo ha hecho. La muerte de Baby Doc, el 4 de octubre de 2014, redujo el inter¨¦s medi¨¢tico por una causa camino de la evanescencia. Solo siete de los 17 acusados contin¨²an con vida. Numerosas personas ser¨ªan reos si hubiera aut¨¦ntico inter¨¦s en llegar hasta el final del procedimiento. Si bien la carencia de medios y la reconstrucci¨®n f¨ªsica del pa¨ªs entorpecen la instrucci¨®n, el nulo empe?o, las interferencias pol¨ªticas, y la resistencia de duvalieristas emboscados, han terminado por bloquear la causa.
La comunidad internacional movilizada hace ocho a?os para rescatar Hait¨ª del terremoto que mat¨® a m¨¢s 200.000 personas debiera exigir ahora que el poder ejecutivo y la justicia, cuyo margen de maniobra es limitado, cumplan con la obligaci¨®n de recuperar la memoria y actuar contra la impunidad.
En 2014, el Tribunal de Apelaci¨®n de Puerto Pr¨ªncipe relanz¨® un expediente inc¨®modo, mil veces postergado, y renacieron las esperanzas de las v¨ªctimas y organizaciones que las representan. El optimismo fue ef¨ªmero. El silencio, la opacidad y la inoperancia pronto ocuparon el espacio debido a la aceleraci¨®n de las indagaciones. La Federaci¨®n Internacional de Derechos Humanos (FIDH) present¨® en marzo un informe de 60 p¨¢ginas con una demoledora denuncia en sus conclusiones; caso Jean-Claude Duvalier y c¨®mplices: en Hait¨ª, se persigue a los investigadores, no a los criminales.
El car¨¢cter emblem¨¢tico de esta causa le confiere gran influencia sobre el resto de expedientes por los delitos de sangre cometidos en una naci¨®n que necesita reconstruir sus estructuras judiciales tanto como reponer los edificios demolidos en 2010. La FIDH insta a las autoridades a demostrar su compromiso con la cimentaci¨®n de un Estado de derecho que conduzca hacia la independencia del poder judicial y dote al sistema de las herramientas necesarias para su trabajo. El llamamiento ser¨¢ ret¨®rico si la comunidad internacional se desentiende del juzgamiento de un per¨ªodo en el que 30.000 nacionales fueron asesinados o dados por muertos: cerca del 30% de la poblaci¨®n de entonces. La corrupci¨®n fue tan escandalosa como los engendros anticomunistas que permit¨ªan la detenci¨®n de los haitianos sorprendidos con un libro sobre marxismo, o tipificaban como conspiraci¨®n las reuniones callejeras de m¨¢s de dos personas.
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